Mano ganadora: Si alguien conoce la política mexicana y sabe llamarle a las cosas por su nombre, es el hidrocálido Otto Granados Roldán, siempre activo en su cuenta de Twitter; aquí les comparto dos que no tienen desperdicio: Le corrige la plana a López-Doriga cuando éste dice que Morena encabeza las preferencias y le replica con precisión: “Mal planteado: las oposiciones tienen, juntas, 41.1% y los indecisos 33%. Verdad que es otra forma de dar una información”.
Y la segunda: “Bien recuerda el historiador Andrew Roberts: “los líderes que triunfan se rodean de críticos constructivos. Churchill tuvo a Alan Brooke, Roosevelt al general Marshall. Hitler, no recibió consejos objetivos de nadie”. Y así surgió una de las épocas más miserables y siniestras”.
Jugar a cartas vistas: América Latina en el ojo del huracán de la pandemia. Brasil y México en el top mundial por número de muertos diarios por millón de habitantes.
Ayer leyendo a Carlos Elizondo Mayer-Serra me llamó la atención cómo la describió: “La región se distingue, salvo algunas excepciones, por la baja calidad de sus bienes públicos. El Estado es frágil, la desigualdad es extrema, y cada uno resuelve sus problemas como puede. La preocupación por el otro es baja, desde el volumen con que escuchamos la música, hasta el no usar tapabocas”.
Seguimos hurgando sobre los latinoamericanos y encontramos que más allá de las similitudes derivadas del lenguaje y color de la piel, hay una que es característica y que corresponde a cómo vemos nuestra historia. Los estudiosos de la cultura latinoamericana como Narloch y Teixeira han concluido que los siguientes son rasgos distintivos:
- “Lamentar. Todo latinoamericano nutre una obsesión por episodios tristes de su historia: la masacre de los indígenas, la esclavitud, la violencia de las dictaduras.
- Condenar el capitalismo. El latinoamericano que honra este nombre cree que el comunismo fue una buena idea, solo que mal implantada. Y, si ya no lucha para implantar este fallido modelo por aquí, por lo menos defiende sistemas más sociales, solidarios, justos y comunitarios.
- Denunciar la dominación externa. Si la responsabilidad de los problemas del continente no puede ser atribuida a España, a Francia o a Portugal, entonces ciertamente esta por detrás la mano de Inglaterra o de Estados Unidos.
- Adorar héroes perversos. Cuantas más tonterías digan y cuanto más saboteen su propio país, más estatuas ecuestres y estampas en camisetas serán hechas en su homenaje”.
Dos de bastos: Y ahora que hemos referido a los héroes perversos que gustan de adorar algunos latinoamericanos, ahí les tiro unas cartitas para que no se nos olvide un personaje siniestro, quien ayer hubiera cumplido 92 años y que el fotógrafo Alberto Korda inmortalizó en una fotografía, la más famosa y más reproducida del siglo XX, que ha servido para imprimir millones de playeras al más puro estilo capitalista y un producto del marketing que podrían adquirir en cualquier kiosko de NYC, paradójicamente:
- “He jurado ante una estampa del viejo y llorado camarada Stalin no descansar hasta ver aniquilados estos pulpos capitalistas”.
- “Para construir el comunismo, hay que hacer el hombre nuevo”, el Che anhelaba ver a todos los cubanos parecidos entre sí como soldaditos de plomo.
- Su primera gran contradicción entre el Che Guevara y sus fans. El mismo hombre que incentivó persecuciones por motivos artísticos y sexuales tuvo entre sus admiradores justamente artistas que crearon famosas canciones de resistencia y que decían luchar por la libertad individual. Silvio Rodriguez fue despedido de su trabajo en el Instituto de Radio y Televisión de Cuba por citar a los Beatles como una de sus influencias.
- Su filosofía: “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría maquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal”.
- Cuando el pueblo cubano le exigió cuentas, en forma cínica y despreocupada les dijo que su plan había naufragado: “un plan absurdo, desconectado de la realidad, con metas inalcanzables y previendo recursos que no pasaban de un sueño”.
Así fue Ernesto “Che” Guevara. Es preocupante que este síndrome de adoración a líderes narcisistas y perversos, aún siga campeando en el siglo XXI y que el fanatismo se siga nutriendo con sus fantasías. Les seguiré comentando al respecto en nuestras próximas entregas.
Twitter: @dondamaso40
Foto: Esteban Lopez en Unsplash
