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Gritos y susurros

René Tomás Pérez Avila*

¿Qué celebramos los Mexicanos y Mexicanas la noche del 15 de septiembre? Para empezar es un error considerar que en esta fecha se celebra un aniversario de la independencia de México, cuando lo que se conmemora es el inicio de la gesta armada que buscaba la emancipación de la Nueva España respecto del imperio español, lucha que comenzó el año de 1810 y culminó con la independencia de México, hecho que ocurrió 10 años, después el 27 de septiembre de 1821, cuando el ejército Trigarante encabezado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero entró a la Ciudad de México. En agosto del mismo año se firmaron los Tratados de Córdoba estableciendo los acuerdos para la independencia de México, incluyendo la salida de las tropas españolas y la formación de un gobierno monárquico.

Sobre la noche del 15 de septiembre, algunos historiadores han dejado correr insistentemente el rumor de que fue a iniciativa de Porfirio Díaz, cuando en 1896 cambió la fecha en la que inicialmente se celebraba esta efeméride, para que coincidiera con su cumpleaños. Pues fue Guadalupe Victoria, el primer presidente de México, quien designó para su celebración el 16 de septiembre, cierta o no esta versión, la tradición de dar el grito antes de la madrugada del 16 de septiembre, obedece a que, según las crónicas de la época, don Miguel Hidalgo y Costilla a muy temprana hora, en la parroquia de Dolores Hidalgo, a través del toque de campanas arengó a la población para levantarse en armas en contra del mal gobierno y lanzar vivas a la América y también a Fernando séptimo, rey de España que estaba en esa época bajo el dominio de Napoleón III de Francia. 

Actualmente la tradición es que el presidente en funciones salga al filo de las 23 horas al balcón principal del palacio nacional en la Ciudad de México y haga repicar la campana que sonó en 1810, pues ésta fue trasladada de Dolores, Hidalgo, a la Ciudad de México, y lance vivas a “los héroes que nos dieron patria y libertad”, como no existe un documento oficial sobre lo que el presidente debe gritar, cada mandatario añadido, viva y frases propias en cada conmemoración desde aquel insólito “viva a los países del tercer mundo pronunciado” por Luis Echeverría, a los mueras a la corrupción, a la avaricia y al racismo, invocados de manera enjundiosa por Andrés Manuel López Obrador, hasta la actual ceremonia presidida con la soberbia presencia de la primera mujer presidenta de nuestra República, en la que, como dato curioso, pronunció vivas a Josefa Ortiz Téllez- Girón, a quien antes de esto, todos conocíamos como doña Josefa Ortiz de Domínguez, ello en un gesto en favor de la igualdad de las mujeres liberatorio del machismo imperante en nuestros libros de historia, pues, al omitir el pronombre posesivo de a la heroína nacional, la libró del yugo machista de asumirla como “propiedad de” el corregidor de Querétaro Miguel Domínguez. La ceremonia del “grito” fue repetida con diversos matices en todas las entidades de la República, excepto Sinaloa y Guerrero, donde por cuestiones de seguridad no se efectuó de manera pública, pero sí en la mayor parte de las alcaldías y municipios de nuestra República mexicana, donde esta ceremonia tiene tintes propios de cada localidad y con algunos rasgos folclóricos por las desmedidas arengas con las que los Presidentes Municipales en turno exhortan a su población la que con exceso de entusiasmo responde con los consabidos “vivas” a veces sin importar en nombre del invocado además de prohijar y tolerar actos de muy poca cultura cívica como la que hasta hace poco se llevaba a cabo en algunas municipalidades del sur de nuestra entidad donde inmediatamente después de las arengas, los concurrentes detonaban sus armas de fuego, con disparos al aire, lo que no en pocas ocasiones produjo desgracias personales, por las balas pérdidas provenientes de estos tipos inconscientes que confunden, lo grandote con lo grandioso, pues asumían que por ser el 15 de septiembre una” noche libre” tenían libertad de cometer un sinnúmero de barbaridades cuando la esencia de esa noche libre es la de conmemorar la liberación de nuestro país del yugo de los españoles. En fin, queda para el recuerdo la fastuosa ceremonia en la que Nuestra primera mandataria celebró esta efeméride nacional, al pronunciar de manera marcial, los vivas a México a la libertad a la igualdad y a la democracia. Los susurros en cambio, se escucharon al día siguiente, en la ceremonia previa al desfile militar del dieciséis de septiembre cuando el secretario de Marina, el almirante Raimundo Pedro Morales Ángeles, realizó una autocrítica institucional ante los hechos de corrupción recientemente puestos al descubierto y que involucran a mandos navales, de la organización conocida ahora como “los primos” dirigida por los hermanos Farías Lagunes, sobrinos políticos del anterior secretario del ramo, quienes colocaban a personal naval al frente de las áreas de seguridad, de puertos estratégicos, como Lázaro Cárdenas, Altamira, Tampico, Colima, Manzanillo, y permitían que buques procedentes de Estados Unidos con combustible de contrabando, fuera retirado de las aduanas y comercializado ayudado por grupos delictivos generando con ello, pérdidas millonarias para el fisco nacional, el Almirante reconoció que existe un fenómeno de corrupción, y señaló textualmente que “fue muy duro de aceptar, pero hubiera sido mucho más y absolutamente imperdonable, callarlo”. Concluyendo que cualquier desafío recibirá todo el peso de la ley, y una formal respuesta, “pase lo que pase, duela lo que duela y se trate de quién se trate”, esperemos que así sea.

Es cuanto

*Magistrado en retiro del Tribunal de Justicia Administrativa del Estado de México



Columnista:
René Tomás Pérez Ávila
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