Ramón Cuevas Martínez
Aplicación del protocolo para prevenir, atender y erradicar la violencia laboral
¿Acaso no haces nada bien?, ¡Qué sea la última vez que...!, ¡Tienes suerte de trabajar aquí, en otros lados…!, ¡No es mi problema!, ¡Para eso te pago!, ¡El que manda soy yo!, ¡No te pago por pensar, te pago por hacer!...
La violencia laboral pasó, de ser ocasional y espontánea, a ser una herramienta para controlar y amedrentar al personal sin importar si se tiene o no la razón. Para quien la ejerce lo que importa es que se note su autoridad, aún a costa de la salud mental y financiera de todas y todos quienes forman parte del centro de trabajo, incluyendo a los socios de negocio.
La reforma a la Ley Federal del Trabajo en el artículo 132, fracción XXXI, establece como obligación patronal poner en marcha un protocolo para prevenir la discriminación por razones de género y atención de casos de violencia, acoso u hostigamiento sexual.
El protocolo es un mecanismo efectivo para la adecuada gestión interna del problema, ya que pone especial énfasis en la violencia de género contra las mujeres, al tiempo que constituye un instrumento para fortalecer la igualdad y no discriminación en beneficio del personal. En el ámbito laboral, el 39% de las 55.7 millones de personas ocupadas en México son mujeres que desarrollan su trabajo en una atmósfera de violencia en su contra.
¿Qué es la violencia laboral?
Es una forma de abuso de poder en donde existe un vínculo laboral -independientemente de la relación jerárquica- que tiene la finalidad de excluir o reprimir al otro por medio de la agresión física, violencia sexual o violencia psicológica, que daña la autoestima, salud, integridad, libertad y seguridad de la víctima, e impide su desarrollo y atenta contra la igualdad. En promedio cada mujer tiene 3 agresores a lo largo de su vida laboral, entre los que se encuentran: Compañero(a) de trabajo, patrón(a) o jefe(a), supervisor(a), capataz, coordinador(a), gerente, directivo o ejecutivo, cliente, persona desconocida del trabajo o familiar del patrón.
Además, la violencia ejercida contra ellas se origina en las instalaciones del trabajo, y en menor medida en las inmediaciones. Se destaca que 47.9% son agresiones son carácter sexual (ENDIREH, 2016). Es claro que las mujeres suelen estar más expuestas al hostigamiento y acoso laboral, experimentando procesos de estrés, ansiedad, fobias, trastornos del sueño y perdida de la autoestima.
¿Qué hacer para para disminuir la violencia laboral?
Es urgente contar con protocolos para erradicar este tipo de violencia, ya que contienen mecanismos, estrategias y acciones debidamente sistematizadas por especialista en la materia. Por ejemplo si los centros de trabajo se encuentran implementando la Norma NMX 025 en Igualdad Laboral y No Discriminación, inmediatamente entran en operación mecanismos y regulaciones para prevenir, atender y sancionar las prácticas de discriminación y violencia laboral de acuerdo con la naturaleza de la violencia que se ejerce.
Un protocolo de esta naturaleza funciona con actores y acciones estratégicas dentro de la organización, destacándose un conjunto de figuras de autoridad como una persona consejera, un comité de atención, seguimiento y canalización, acorde con el tipo de violencia que se ejerce; y entre las acciones estratégicas se consideran medidas de protección a las víctimas, medidas y sanciones para modificar el comportamiento de agresores/agresoras, para dar solución a las víctimas y acciones de difusión del mecanismo (protocolo).
Contar con el mecanismo salvaguarda la dignidad, integridad y bienestar emocional del personal, estableciendo un ambiente laboral saludable y armonioso.
*Consultor en Gobernova
@CuevasRamon contacto@gobernova.com.mx @gobernova www.gobernova.com.mx
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