2021-07-24-la-pandemia-y-el-crecimiento-personal-y-colectivo

La pandemia y el crecimiento personal y colectivo

Mi muy estimado lectorx…..Le saludo con mucho gusto, deseando que Usted y los suyos gocen de salud y abundantes bendiciones. De la misma manera, le agradezco y aprecio el tiempo y el espacio que se toma en su agenda para la lectura de éstas líneas.

Si nos preguntamos…..¿qué hemos aprendido cada uno de nosotros durante la pandemia?...., pondríamos de relieve una gran cantidad de lecciones que tanto, a nivel individual, como colectivo, ha traído consigo el coronavirus.

Desde el punto de vista filosófico, Daniel Martín Sáez hace una observación respecto a que la pandemia de coronavirus parece haber llevado las discusiones filosóficas a los hogares. Los temas clásicos de la filosofía, como la muerte, la libertad, el miedo, el cuidado, el amor, la educación, el ocio, el trabajo, las formas de control político, el problema de la verdad o el lugar de las ciencias en la sociedad, están hoy en boca de todos. Que haga falta una pandemia mundial televisada con millones de personas en cuarentena, que hoy arrastra miles de fallecidos, para que estos temas entren en nuestras casas, merecería, señala el autor, una reflexión…., aunque quizá no haya nada más alecciondor que nuestro silencio sobre otro tipo de problemas. 

Martin Saez acota que, algunos se preguntan para qué sirve la filosofía en una pandemia, como quien saca un instrumento extraño de un kit de supervivencia, sin percatarse de que la idea misma de utilidad es un problema filosófico. La filosofía dice, se define por su pretensión crítica de abordar las cuestiones más importantes y acercarnos a lo mejor, reconociendo que partimos de un estado de ignorancia que nos obliga a cuestionar continuamente nuestras ideas. 

El autor hace un interesante señalamiento en cuanto a que la filosofía se parece a las pandemias en que nos impele a priorizar y a hacernos conscientes de nuestra finitud (memento mori), pero también en que nos obliga a plantear nuevos problemas.

Esto último resulta interesante en cuanto a la respuesta que cada uno de nosotros estemos dispuestos a dar frente a la actual situación que nos toca vivir en ésta pandemia. Si es que, en algún momento nos hemos planteado la necesidad individual de dar respuesta al cuestionamiento que la vida misma nos hace en éstos difíciles momentos por los que estamos atravesando y que resultan ocasión para que, desde nuestra libertad interior, elijamos qué respuesta elegimos darle a la vida, ante un evento que históricamente marcará un antes y un después de la primera pandemia a nivel global, que vive la humanidad y de la cual estamos siendo testigos presenciales. 

Desde mi óptica personal es una verdadera oportunidad que se nos presenta como individuos, como familias y como humanidad para aprovechar el momento para consolidar, poniendo en movimiento nuestras facultades humanas que nos permiten asimilar y elaborar respuestas. Y que, en concordancia con la circunstancias que el mundo entero experimenta, en lo particular nos interpelan de modo “único e irrepetible”, tal como cada uno somos y será, desde la propia visión y suspicacia para “elegir” que logremos una sinergia que consolide un verdadero progreso a partir de mejoras individuales.

Desde luego, con un verdadero sentido de “comunidad”, que ha sido otra de las grandes lecciones de la pandemia, al ponernos de relieve el principio de que “si yo me cuido, cuido de los demás”, experimentando la urgente necesidad de vivir en solidaridad y fraternidad para así,  ir en búsqueda del bien común. Y asi, hemos confirmado que sumando esfuerzos, será posible consolidar un progreso, que finalmente, nos permita coincidir en una sinergia que favorezca la mejora colectiva en la que los aspectos positivos tengan un mayor peso en la balanza de resultados, que lo negativo que la crisis del coronavirus deje en el mundo globalizado que nos ha tocado habitar.  Y que también nos toca “mejorar”, como seres únicos, poseedores de inteligencia y voluntad, así como, conciencia y raciocinio que nos facultan para ser dueños de nosotros mismos y  “discernir” e ir en búsqueda del bien común. 

 De un modo interesante, el autor se refiere a que, algunos se preguntan para qué sirve la filosofía en una pandemia, como quien saca un instrumento extraño de un kit de supervivencia, sin percatarse de que la idea misma de utilidad es un problema filosófico. Y continúa diciendo que, la filosofía se define por su pretensión crítica de abordar las cuestiones más importantes y acercarnos a lo mejor, reconociendo que partimos de un estado de ignorancia que nos obliga a cuestionar continuamente nuestras ideas. Y afirma que, la filosofía se parece a las pandemias en que nos impele a priorizar y a hacernos conscientes de nuestra finitud, pero también en que nos obliga a plantear nuevos problemas.

Nos comparte también que de alguna forma, los filósofos viven en perpetuo estado de excepción. El filósofo es por definición un “epidemos”, alguien que está en el “demos” circulando entre los hombres y cuestionando sus vidas, como Sócrates. El acuñador de la palabra “epidemia”, Hipócrates, la utiliza para referirse a enfermedades de distintos pueblos, a los que el médico asiste, como un viajero que está de paso, intentando ayudar en lo posible.  

Y agrega que, si la filosofía y la pandemia enseñan algo es que todos estamos de paso, pero también que la crisis (otro concepto hipocrático) conduce a dos salidas posibles: la recaída o la curación. Y hace un interesante señalamiento cuando afirma que “no hay tanta distancia en aprender a morir y aprender a vivir”…..valdría la pena que lo reflexionáramos.

Desde mi muy particular punto de vista, Martín Saez hace otra mención interesante respecto a que, lo que está en juego en ésta pandemia, es nuestra forma de vivir, la sociedad que nos gustaría tener, el modo en que hemos de educarnos a nosotros mismos y a los demás y cita a Boccaccio, en su “Deccameron”, a propósito de la peste negra, que “aquello que el curso natural de las cosas, con sus pequeños e infrecuentes daños, no enseñó a los sabios a soportar con paciencia, lo hizo la grandeza de los males aun con los simples, los desaprensivos y los despreocupados.”

Pero, subraya Saez, no se trata sólo de recordar la “consolatio philosophiae” de Boecio en tiempos de incertidumbre, o de cultivar estoicamente el hábito de la templanza, el autocontrol y la ataraxia, (refiriéndose ésta última, al estado de ánimo que se caracteriza por la tranquilidad y la total ausencia de deseos o temores. Estado de imperturbabilidad) sino más bien, de comprender que no podemos escapar a la idea de una vida mejor.

Si consideramos tal conclusión, creo que todos coincidimos en que siempre deseamos una “vida mejor”. Sin embargo, tomemos en cuenta que esto no sucederá de la noche a la mañana. Necesariamente será resultado de acciones concretas que nos dirijan a la construcción de mejores condiciones de vida a partir de la unión de esfuerzos personales con visión de comunidad, haciendo a un lado el egoísmo e individualismo, entre otras ideologías, que nos impiden acceder a una mejora real, que sea ésta totalmente participativa, sin racismos ni clasismos y sí con una visión de humanidad incluyente, igualitaria, justa y fraterna. 

                                                                                          Y……Hasta la próxima 


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