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La Onda Plana 2023-12-17

Eric Rosas

Paisanos científicos

Otro de los programas del antiguo Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) que han cambiado —no necesariamente para bien— en lo que va del actual sexenio, es el que permitía el recambio generacional en la plantilla laboral de los centros públicos de investigación (CPIs) e instituciones de educación superior (IES). Durante muchos años conocido como la Repatriación, este mecanismo estaba diseñado para que aquellos profesionales altamente especializados, que habían sido apoyados por el entonces CONACyT para realizar sus estudios de maestría o doctorado en prestigiosas instituciones del extranjero, pudieran ser aprovechados por México, al ofrecerles puestos de trabajo en IES o CPIs a manera de prueba. Durante el primer año tras su regreso al país, era el CONACyT quien pagaba sus sueldos y también les otorgaba un monto de instalación con el que los jóvenes investigadores podían adquirir su equipo de oficina indispensable para realizar sus actividades de investigación y docencia —usualmente una computadora de escritorio y una impresora—, y que, además, la institución receptora difícilmente podía entregarles de inicio. Luego del año de inserción, la IES o el CPI receptor debía formalizar la contratación del repatriado; quien ya había tenido el tiempo mínimo necesario para encaminar su investigación.

La Repatriación no sólo permitía a los contribuyentes mexicanos recuperar la inversión que, con sus impuestos, había hecho la nación para la formación de talento joven altamente especializado, sino que servía para que la planta de investigadores del país se mantuviera al día en cuanto a las nuevas líneas de investigación que van surgiendo de manera natural en todo el mundo. Al mismo tiempo, los nuevos científicos servían como vínculos entre los grupos de investigación extranjeros en los que habían recibido su formación y los de las instituciones mexicanas que los habían acogido a su regreso al país, lo que abría nuevas posibilidades de colaboración internacional para los investigadores mexicanos o fortalecía las existentes al darles nuevos impulsos con la elaboración de proyectos nuevos. Por supuesto, este mecanismo de recuperación de talento favorecía la llamada recirculación de cerebros y reducía al máximo la fuga de ellos.

Lamentablemente, durante la presente administración el programa de repatriación del CONACyT, conocido actualmente con el nombre de Investigadores por México —o, en todo caso, Investigadoras e “Investigadoros” por México—, ha reducido considerablemente el número de espacios disponibles para que los jóvenes mexicanos que se están formando en el extranjero puedan regresar a México y ocupar nuevos puestos de trabajo en las IES o los CPIs. Con ello, la plantilla laboral en la ciencia en nuestro país sufrirá un deterioro y una obsolescencia paulatinos, pues con cada año que transcurra habrá más científicos laborando en Mexico que llegarán a la edad de su retiro y menos jóvenes que puedan reemplazarlos. El estrangulamiento de este recambio generacional de los investigadores en México llevará a que muchos prefieran emprender sus carreras profesionales y laborales en los países donde se han formado u otros, pero ya no verán a su país de nacimiento como una opción. Así, nuestro país tendrá menos capacidad para mantenerse al día en las áreas novedosas de investigación y desarrollo tecnológico.

Por ello, en vez de aumentar los requisitos para que los nuevos maestros y doctores paisanos puedan regresar a México a laborar como científicos o tecnólogos, sería mejor el brindarles más oportunidades y recibirlos con los brazos abiertos.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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