2022-02-05-el-valor-que-le-damos-a-lo-colectivo

El valor que le damos a lo colectivo

Laura Barreal Danel  

¡¡¡Muy estimadxs lectorxs !!! Me es muy grato saludarle deseando que, sobre todo Usted y los suyos se encuentren gozando de plena salud y guardando las medidas de prevención de contagios que todos conocemos, para evitar la propagación del virus en ésta nueva ola de transmisión del SARS-COV2, a fin de que, entre todos logremos disminuir la curva de propagación del virus. Agradezco amablemente su tiempo dedicado a la lectura de la presente columna, que hoy dedicaremos precisamente a la importancia que tiene en la vida de cada persona el valor de lo colectivo. 

Indudablemente, una de las paradojas en que se encuentra inmerso el ser humano es por un lado,  el valor que le concedemos a lo colectivo o comunitario y por el otro, a la propia valoración personal, en todos las esferas de nuestro desempeño cotidiano como son la vida familiar, el terreno laboral, el espacio académico y si lo pensamos, aún en el círculo religioso. Todas éstas, dimensiones concretas de la vida cotidiana y que representan una ambigüedad real en el entorno social. 

En éste contexto, cabe citar una frase acuñada por el famoso cineasta estadounidense Orson Wells,  --“Nacemos solos, vivimos solos, morimos solos. Solo a través de nuestro amor y amistad podemos crear la ilusión momentánea de que no estamos solos”--. 

Al respecto, en una publicación que hace Academic rigour, journalistic flair, cuestiona si es que ¿es así en todas las culturas?  Y citando a Daniel Goleman, en sus diálogos científicos con el Dalai Lama, indica que las culturas occidentales son eminentemente individualistas (dan más importancia al individuo) cuando se las compara con las culturas orientales (cuyos individuos dan más valor al colectivo). 

En la misma línea, Markus y Kitayama señalan que los occidentales muestran una mayor tendencia a poner por encima su “yo independiente”, mientras que los individuos de culturas orientales dan más valor al “yo interdependiente”. 

La publicación cita a la antropóloga Margaret Mead, quien nos muestra en sus investigaciones un ejemplo muy interesante sobre las diferencias entre individualismo y colectivismo. Mead analizó varias tribus en la isla de Nueva Guinea, de las que destacaremos dos: los Arapesh y los Mundugumor. 

Los Arapesh eran un pueblo cooperador y amistoso, con relaciones sociales y políticas poco complejas y, lo más relevante, con la máxima preocupación por la educación emocional de sus hijas e hijos. Los Mundugumor, en cambio, eran un pueblo áspero, malhumorado, irascible y desconfiado, con tratamientos sociales llenos de prohibiciones. Las mujeres rara vez se reunían, y los hombres nunca lo hacían, observándose siempre a distancia ya que desconfiaban totalmente unos de otros. 

Lo más impactante de la investigación de Mead no son las enormes diferencias entre una y otra cultura, sino que estos dos pueblos están separados por solo 160 kilómetros de distancia y son genéticamente idénticos. Por lo tanto, es su estilo de relaciones aprendido –su cultura, al fin y al cabo– la que los define como individualistas o colectivistas, no su genética. 

La conclusión a la que llega la antropóloga Mead es muy interesante ya que plantea que si somos egoístas o individualistas, no es porque “así nacemos” sino más bien tiene que ver con que en nuestra cultura, “elegimos ser así”. 

Ahora bien, la antropóloga Mead realiza un análisis respecto al valor de lo colectivo y nos comparte que, el talento individual, tan importante en el pasado, está cediendo paso al talento colectivo. 

Resalta que esta es una evidencia en el entorno empresarial y en el social. Los retos complejos a los que se enfrentan las empresas no los puede solucionar una sola persona. Sucede lo mismo con los retos sociales, donde es imprescindible la cooperación de varias personas y organizaciones para dar una respuesta efectiva. 

En éste contexto, considero pertinente resaltar la experiencia de ésta pandemia, como reto social que nos ha revelado lo imprescindible de la cooperación a nivel mundial, de todos los países y sociedades para hacer frente a la crisis provocada por el coronavirus, en acciones conjuntas desde el confinamiento y aplicación de medidas preventivas, así como, en el terreno de la investigación científica, en que la colaboración de grupos de investigadores de todo el planeta ha dado como fruto el descubrimiento de las vacunas, también para el beneficio global. 

Esta experiencia que nos ha tocado vivir, ha revelado la fuerza y el valor de lo colectivo y refrenda la antropología básica de la persona humana en el sentido de que hemos sido llamados a la existencia para vivir en comunidad, no para vivir aislados y en soledad. 

¡¡¡Queridxs  lectorxs !!!! Una de las grandes lecciones de la pandemia es definitivamente “el gran valor de lo colectivo”, que también nos invita a una reflexión sobre la necesidad de hacer a un lado las ideologías egoístas e individualistas que privan en el mundo actual, para resaltar el verdadero valor de lo colectivo para construir sociedades que promuevan un desarrollo que favorezca la equidad y la verdadera justicia social. 

                                                                                   Y……¡Hasta la próxima!  


Categoría:
Nacional
Etiquetas:

    No hay etiquetas asociadas a éste artículo.

Vistas:
114

Notas Relacionadas