Cuerpo Ca(z)a y el mito de la maternidad
Por Claudia Elisay Gabriela Alejandra López MirandaIntegrantes del Círculo Feminista Alaíde Foppa
Existe un libro de la poeta venezolana María Auxiliadora Álvarez que presenta una versióndela maternidad que pocas veces leemos o escuchamos,se trata de Cuerpoca(z) a editado en Caracas en 1993,una obra en la que lapoetahace alusión alimpacto que genera, en el cuerpo y en la vida de las mujeres, ser madres. La experiencia de la maternidad en muchos casos implica un paso por el dolor y por el sufrimiento del cuerpo, ese hecho está prácticamente ausente en los discursos que ifunden en los medios de comunicación, en las pláticas de sobremesa o en las disertaciones públicas.“La náusea, los ombligos colgantes, el hedor”, son imágenes que María Auxiliadora recupera para referirse al parto,al hacerlo, la venezolana llama a mirar una cara de la maternidad a la que no estamos acostumbradas y llama también a desmitificar esa experiencia tan santificada y purificada. Uno de los poemas del libro sentencia: “usted nunca ha parido, no conoce el filo delos machetes, no ha sentido las culebras de río, nunca ha bailado en un charco de sangre querida”, todas esas imágen estan gráficas que el discurso conservador vincula, por ejemplo, al aborto, son desligadas completamente del discurso sobre la maternidad, María Auxiliadora nos recuerda que están presentes también en el parto. Por supuesto que la intención de esta nota no es satanizar la maternidad, tampoco satanizar el aborto, sino plantear preguntas acerca de cómo se construye el discurso en torno a una práctica y otra, qué imágenes son exaltadas en una y negadas en otra, ¿a qué respondeesa exaltación?No todas las experiencias son dolorosas o traumáticas: ni para el caso del parto, ni para el caso del aborto, ¿pero por qué en una se subraya el dolor y el trauma y en la otra se niega absolutamente?, ¿por qué el relato de la maternidad y del parto parecen cubrirse de un halo de belleza, de asepsia, de ‘magia’? Plantear esas preguntas en primer lugar, e intentar responderlas en segundo lugar, nos encamina, sin lugar a dudas, a la desmitificación de la maternidad como destino y sobre todo, como un destinonecesariamente feliz.
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