2021-09-06-la-cursileria

LA CURSILERÍA

Delfina Careaga

La cursilería, en menor o en mayor grado, también figura en nuestra condición humana. En palabras sencillas es un modo de ser y de comportarse de las personas que pretendiendo ser distinguidas y sofisticadas, resultan ridículas y afectadas.

Por ejemplo, los escritores como Caridad Bravo Adams, y en general las clásicas telenovelas mexicanas, hacían alarde de cursilería. También en las películas antiguas solían verse escenas en donde lo falsamente “elegante” absurdamente se excedía; igual que aquellas en que las emociones de amor, dolor, o entusiasmo, resultaban exageradísimas. Para ello se han prestado, más que otros, ciertos temas como el de la devoción a la madre (las “benditas cabecitas de algodón”), las padecidas por una mujer “decente” noble víctima de los desalmados, las expresiones románticas y otros valores legítimos en sí mismos, pero expuestos empalagosamente en melodramas y tragedias.

¿Y qué más cursis que las radionovelas que se escuchaban en los años cuarenta? Incluso existen famosísimos escritores que cayeron en este pozo de azúcar como Catalina D’erzel quien creó textos en donde la cursilería se mete entre los renglones de sus argumentos. No obstante, y al parecer, escribía según se lo pedía la época porque no obtuvo pocos éxitos.  Catalina D’erzel fue el seudónimo de Catalina Dulché y Escalante.

En México, algunos estudios otorgan a la XEW la paternidad del primer serial radiofónico emitido en México. "En 1932 el cineasta Alejandro Galindo y su hermano Marco Aurelio realizaron la primera radionovela transmitida en esa emisora, una adaptación del clásico de Dumas Los tres mosqueteros. Pero el inicio de la década dorada del serial en la XEW no llegaría hasta 1941 con la serie Ave sin nido, que narraba la vida de Anita de Montemar". Mi abuela lloraba como una Magdalena al escuchar por la radio todas las desgracias habidas y por haber que caían sobre la desdichada vida de Anita de Montemar, mujer de una resignación la cual se exponía de manera tan plañidera que, quizás tiempo después, los psiquiatras opinarían que tal actitud de sometimiento no era otra cosa que un muy hondo placer masoquista. Pero, por supuesto, en aquel México de esos años tal opinión hubiera herido muchas susceptibilidades. Porque la cursilería se instalaba a sus anchas en la existencia siempre digna de lástima ante la desgracia de los débiles; una compasión legítima pero en estos casos muy mal proyectada.  En realidad eran pocas las historias en que un personaje central masculino, produjera en el auditorio el llanto tan piadosamente manipulado.

Quizá uno de los héroes de radionovela más populares en México (y después en Centroamérica, Colombia y Ecuador) fue Kalimán, nacido en 1963 y trasladado luego a la historieta en 1965.

Un profesional del medio radiofónico, Vicente Leñero apuntó algunas pautas o recursos literarios para conseguir un melodrama “radionovelero” según su propia experiencia como guionista de la XEW (en seriales como Entre mi amor y túLa sangre baja del ríoBoda de plataLa fea).

Pero el melodrama no necesariamente representa lo “cursis”. Es un género literario tan respetable como cualquier otro, siempre y cuando sea escrito (para narración o para teatro y filmes) por un artista. Como ejemplo está el enorme cineasta Luchino Visconti quien fue el rey del melodrama desde 1932 hasta 1970. ¡Pero qué películas extraordinarias realizó, válidas a través del tiempo por ser arte puro!

Además, es curioso que la cursilería, trascendiendo su parloteo ridículo, puede llegar a tener, en el fondo, rasgos de verdadera fineza. Un ejemplo de ello, es la obra de teatro de Federico García Lorca titulada “Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores” (1934), melodrama que viene a ser un inteligente homenaje a la cursilería delicada y definitivamente “bonita”.

El argumento de esta obra trata de una joven (Rosita) cuyo novio se va a otro país a hacer dinero para regresar y casarse con ella. La muchacha recibe siempre las cartas de su enamorado y en determinado momento sabe que él, desde hacía tiempo, ya se ha casado con otra y que jamás volverá. Pero por amor propio sigue el juego y ambos continúan escribiéndose apasionadas misivas, hasta que un día, muerto su tío y ya completamente sola, Rosita descubre lo que hizo de su vida: una pérdida de tiempo sólo por mantener una ilusión, una fantasía que la transformó en una vieja solterona.

Esta obra, como ya lo hemos dicho, es un reconocimiento a ese sentido cursi preciosista que da el brinco hasta ascender a la gran altura del talento. Para ello tuvo que escribirla un auténtico poeta: Federico García Lorca. Y como ejemplo anoto la exquisita poesía que en el melodrama resume la historia de Rosita (de una rosa).

Cuando se abre en la mañana.
roja como sangre está.
El rocío no la toca
porque se teme quemar.
Abierta en el mediodía
es dura como el coral.
El sol se asoma a los vidrios
para verla relumbrar.
Cuando en las ramas empiezan
los pájaros a cantar
y se desmaya la tarde
en las violetas del mar,
se pone blanca, con blanco
de una mejilla de sal.
Y cuando toca la noche
blando cuerno de metal
y las estrellas avanzan
mientras los aires se van,
en la raya de lo oscuro,
se comienza a deshojar.


Categoría:
Nacional
Etiquetas:

    No hay etiquetas asociadas a éste artículo.

Vistas:
194

Notas Relacionadas