As de Oros: Actores sociales clave, como el Embajador de Estados Unidos en México, Christhoper Landau, son un buen ejemplo en el uso proactivo y positivo de las redes sociales, compartiendo desde su visita a “Los Portales de Toluca”, para probar los típicos “moscos” y recorrer la “Feria del Alfeñique” acompañado del Alcalde Juan Rodolfo Sánchez Gómez, hasta su reciente visita a la Basílica de Guadalupe y, ya anunció que, próximamente difundirá una video charla para presentarnos a su familia... Por cierto, no deja de llamar la atención que la Senadora Claudia Ruiz Massieu, ex Presidenta del PRI nacional, se llevó no sólo la distinción de ser la primera a quien siguió Christhoper, sino la única priista que hasta el día de hoy le interesó seguir.
Don Dámaso
Por cierto, también sigue a José Antonio Meade, pero no sabemos si ya sacó su credencial del PRI, lo que si nos ha dejado claro es que, desde el momento de la detención de Rosario Robles, él dejó de twittear haciendo un vacío importante en las figuras de contrapeso tan necesarias. En pocas palabras, puso sus barbas a remojar y saco la bandera blanca.
Dos de bastos: La tosquedad es la estupidez en acción. No escapa al buen entendimiento que los poblanos tengan que tragar sapos, de otra forma, no hubieran votado por quien ahora seguramente los avergüenza por su soberbia desbordada, lengua imprudente y viperina, como dice la canción “pero que necesidad” que el resto de los mexicanos con algún grado de ilustración, pasemos por alto estos dislates que contribuyen en gran medida al emponzoñamiento del clima social y político.
Los gobernadores de Morena, en especial, el de Puebla, Miguel Barbosa, y el de Veracruz, Cuitláhuac García están enfrascados en una carrera parejera para ver quién gana las ocho columnas con sus bajezas y tonterías. Ojalá que su líder moral los ponga a tiro de sus respectivas progenitoras para que les peguen sendos “chancletazos” y “jalones de orejas”.
Es inverosímil lo que están presenciando las nuevas generaciones de mexicanos en el circo de la política, cuyo elenco de payasos, malabaristas, magos, encantadores y una que otra fiera provienen de clanes que se distinguen por oportunistas, complicados, altamente sociales y con una reputación realmente horripilante. En menos de un año, la mayoría se han subido al tren con destino al hybris, ese mal con el que los griegos antiguos calificaban a quienes “perdían el piso” y se sentían superiores a los dioses.
Hagan sus apuestas: En 1968, hace poco más de medio siglo, William Damon, Profesor en la Universidad de Stanford y uno de los principales investigadores del mundo en el desarrollo del propósito en la vida, les preguntó a los universitarios de primer año, cuáles eran sus metas personales: el 41% quería ganar mucho dinero, estar bien posicionado financieramente y el 83% quería desarrollar una filosofía de vida significativa; para 1997, los porcentajes ya se habían invertido: 75% y 41%.
Reflexionemos por un momento, cuáles serían los porcentajes en las dos primeras décadas del siglo XXI; considerando que la mayoría de los psicólogos opinan, que los seres humanos están guiados por las pasiones y utilizan sus raquíticas capacidades de razonamiento, sólo para racionalizar los sentimientos viscerales a posteriori. Debiéramos de preocuparnos por lo que actualmente se le “bombardea” a nuestra juventud; la película de moda “The Joker” ilustra sobre los efectos disruptivos en las sociedades modernas.
Si la política es un arte de los límites y las mediaciones, la globalización sin límites se anuncia en consecuencia como una era pospolítica. ¿Qué nuevas formas de hacer política tendrán éxito en una sociedad mayoritariamente de “millenials” y Generación Greta?
Esto viene a cuento por el desequilibrio observado hoy en día en los mensajes en Twitter, tal pareciera que nos enfilamos hacia la ruta de la barbarización del país. Por un lado, siguen proliferando las cuentas cuyos titulares, reales o supuestos, parecieran salidos de un criadero de hienas, y por el otro, las mentes sosegadas, ilustradas y responsables que poco a poco están siendo “fulminadas”.
De ahí nuestra insistencia de que nos quieren llevar al mínimo común denominador y no al máximo común denominador al que aspiraría cualquier sociedad moderna e ilustrada. No se trata sólo de la ruptura con el viejo régimen, pareciera que nos encaminamos a una corruptura.
Cuánta razón envuelve la frase: “Los mediocres han tomado el poder” que escribe Alain Deneault en su último libro titulado - Mediocridad -.
“La mediocridad nos anima de todas las maneras posibles a amodorrarnos antes que a pensar, a ver como inevitable lo que resulta inaceptable y como necesario lo repugnante. Nos convierte en idiotas. Que pensemos en el mundo en términos de medidas variables resulta del todo comprensible; está claro, por supuesto, que algunas personas se asemejan muchísimo a estas figuras medias, pero que deba haber un mandato mudo que contamine a todo el mundo a convertirse en algo idéntico a esta figura media es una idea que algunos jamás llegaremos a aceptar”.
(Foto: Redes)
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