07/May/2024
Portal, Diario del Estado de México

Confesiones de turista

Fecha de publicación:

Las jaulas de oro en el turismo


Aranxa Albarrán Solleiro

Cada día de la semana a las ocho de la mañana en punto, justo cuando el sol comienza a elevar los niveles de temperatura y la heladez en las manos de los citadinos toluqueños se evapora, se reúne una pareja poco común en una de las zonas catalogadas de las más peligrosas en la urbe. El sitio es nuevo, abrazado bajo las garras de un café de marca sobresaliente y conocida alrededor del mundo. 

La terminal de la ciudad, se encuentra a unos tres kilómetros de distancia, el equivalente a veinticinco minutos caminando y a cinco minutos en automóvil, lo sé, porque los he caminado en ambas formas. El establecimiento se encuentra a la entrada de uno de los hoteles más antiguos de Toluca, el hotel Radisson, quienes cambiaron de marca en años anteriores y ha sido refugio de eventos especiales de todo tipo, particularmente los relacionados con el Club Deportivo Toluca. 

En las mañanas, la pareja discute curiosamente sobre uno de los libros que porta alguno, él comienza a leer silenciosamente las páginas que desea mostrarle con interés y ella, callada, escucha con cautela las palabras que emite. Piden un café, un sándwich y como si nada pudiera penetrar su esfera, se concentran en las sílabas que conforman aquellas hojas. Me hechizan cada vez que los observo, pues a su alrededor no hay más que grupos convencionales que discuten sobre la oferta decembrina, las vacaciones deseadas, los negocios a punto de fraguarse y el tipo de ropa que pretenden usar durante las fiestas de fin de año.

Emergen magia, como también lo hace el lugar mismo, pues presumidamente, en Toluca y su Valle, no existe un sitio que semeje la modernidad, sencillez, luz y vigilancia que presenta. De inmediato, al pensar en su apariencia, evoqué el pasaje de Ryszard Kapuscinski en su libro “Ébano”, en el que describe perfectamente cuando una persona pierde la conciencia por no haber bebido agua durante días y peor aún, está expuesta bajo los rayos solares del desierto africano. Él casi por perder la vida, se percibió vislumbrado y cegado por una ilusión que pretendía hacerle creer que frente a su mirada, se encontraba una laguna exquisita, llena de agua refrescante y un montón de animalitos que le permitieran pensar en su pureza. Sin embargo, a su alrededor solo había desolación, hambre, pobreza, inseguridad y locura, pues la sed le jugaba simplemente una mala broma. 

De la misma manera, el café que describo se presenta ante mis ojos, pues fuera de él la vida se consume entre delitos perpetradores: robo, secuestros, matanzas, violencia, marginación y pobreza. El muchacho de la pareja de inmediato mencionó: “mira, este es el tipo de infraestructura que merecemos los citadinos, pero, ¿de qué sirve? Si fuera de nosotros están las calles oscuras, hay robos y nos encontramos en una zona considerada de alto peligro en Toluca. Si de verdad hubieran querido invertir, no lo hubieran hecho solamente en el café, hubieran apostado por mejorar toda la zona a través de su negocio”.

Me pareció acertado, pues nuestra visión de embellecer a Toluca se centra en la construcción de centros comerciales caros, restaurantes inaccesibles y cafés como el descrito, que no está hecho para nadie de los que viven detrás de él, pues ni su zona ni mucho menos sus precios, permiten que tengan un desayuno a las ocho de la mañana dentro de él. 

Al pensarlo detenidamente, me permite asegurar en la imprecisión y falta de planeación o sustentabilidad en los proyectos turísticos de la ciudad, pues construimos parques hermosos, cafés y centros comerciales lujosos para un público que merece la infraestructura, pero no merece salir de alguno de ellos para ser robado, asesinado ni violado. 

Se ha aprendido, que el turismo reforzará sus principios y objetivos siempre y cuando la población sea incluida, y al decirlo no me refiero convocarlos para saber si gustan o no de un centro comercial o un café, sino de primero mejorar sus vías para después exaltar los nuevos sitios de la urbe, que evidentemente, permitan no solo un bien común en los lazos sociales de los habitantes, sino una imagen y ambiente idóneo para desarrollar a la actividad turística del destino. 

Eran las 12 con 35 minutos de la tarde, la pareja terminaba su cátedra de literatura, salen del café y van caminando hasta la terminal, guardan en sus espaldas los dispositivos de valor que pudieran llamar la atención de perpetradores, se despojan de sus chamarras matutinas y caminan alrededor de 25 minutos a paso apresurado, pues la jaula era de oro pero el exterior parece no tener metales protectores. 
Confesiones en: Twitter: @aranx_solleiro, Instagram: @arasolleiro y aranxaas94@gmail.com


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