Eric Rosas

Otro intento de engaño

Como temía la comunidad científica de México, los foros de Parlamento Abierto convocados por las Comisiones Unidas de Educación, y de Ciencia Tecnología e Innovación de la Cámara de Diputados, presididas respectivamente por la diputada morenista Flora Tania Cruz Santos y el diputado verde-ecologista Javier Joaquín López Casarín, que dieron inicio el pasado miércoles 29 de marzo con una sesión maratónica que se prolongó hasta las primeras horas de la madrugada del miércoles, mostraron que la estrategia de los legisladores oficialistas será incluir a una sustancial mayoría de funcionarios públicos que hablarán todos en favor de la iniciativa presidencial de Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (sic), mientras que la voz de la verdadera comunidad académica será limitada al mínimo de intervenciones. De éstas habrán de descontarse las sospechosas participaciones de algunos “colegas”, que más bien parecen servirle al régimen de esos vivos ejemplos del elitismo y de la acumulación de privilegios, con los que se ha acusado a toda la planta de investigadores del país. Sus intervenciones, inundadas de inexactitudes, son expresadas desde la lejanía de la práctica científica o del desarrollo tecnológico y por ello difícilmente podrándefender adecuadamente el fomento y la promoción de estas actividades en México.

El tema que se discutió en este primer foro fue el relativo a la garantía al derecho humano a la ciencia y a los beneficios derivados de ésta; sin embargo, la propuesta que el primer mandatario hizo llegar a la cámara baja en diciembre pasado, precisamente no otorga esta garantía a los mexicanos. Entre las intervenciones de los académicos verdaderos, aquéllos versados en el estudio de los derechos humanos advirtieron de las falacias incluidas en la iniciativa oficialista. Y es que para todo el mundo es claro el hecho de que la actividad científica se fundamenta en la absoluta libertad de investigación; misma que transgrede y pretende aniquilar la pieza legislativa elaborada a petición de López por la directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT).

Vendrá al menos un foro más para el próximo 11 de abril, en el que se discutirán aspectos como el financiamiento a la ciencia y el desarrollo tecnológico, pero desde ahora se anticipan resultados similares. Se presagia que el Parlamento Abierto terminará siendo otro engaño orquestado por la alianza oficial en la Cámara de Diputados, que ha recibido la orden presidencial de aprobar su propuesta sin el más mínimo cambio. Los foros serán así una pelea entredos monólogos: el que tratarán de expresar con claridad los investigadores y el que, infectado por la ideología y autoritarismo de la titular del CONACyT, habrán de propalar los funcionarios.

El resultado de estos foros del Parlamento Abierto puede advertirse desde ahora: ningún cambio en la iniciativa de López, que luego se votará y resultará aprobada por mayoría simple, la única que se requiere para una ley de esta jerarquía. Pero si los diputados de la alianza oficialista piensan que la academia será sometida de esta manera, quizá deberían reflexionar en los múltiples procesos judiciales que habrán de detonarse posteriormente. De entrada, el mandato es crear una nueva Ley de Ciencia y Tecnología para México, y no la pieza propuesta, misma que por pretender abarcar también a disciplinas tan distintas como las humanidades, podría terminar no sirviendo para fomentar ni la ciencia, ni el desarrollo de las tecnologías que requiere nuestro país, ni tampoco las humanidades y mucho menos para impulsar la cultura de la innovación entre la planta productiva mexicana.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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