2021…Un año lleno de Fe, y de Esperanza
Laura Barreal Danel
Muy estimado(a) lector(a)!!!…Una gran bendición que Dios nos concede al permitirnos iniciar el año 2021. Un placer saludarle y desear a Usted y a su familia, un inicio de año con salud y abundantes bendiciones. También deseo agradecerle, el tiempo y el espacio que en su agenda del día dedica a la lectura de la presente columna, la primera del año 2021.
En medio de un panorama de aumento en los contagios de Covid-19 en diferentes rincones del mundo, debido quizá a que, con motivo de las celebraciones decembrinas, muchas personas decidieron acudir a realizar las compras navideñas, así como, convocar a reuniones familiares o de amigos con motivo de las festividades, a pesar de los peligros que representaba la pandemia, así como, de las recomendaciones que las autoridades en los diferentes países del mundo hacían a la población respecto a evitar aglomeraciones que propiciaran precisamente eso, la propagación del virus.
¿Cómo dar inicio a este nuevo año, después de haber experimentado, alrededor de 10 meses y aún ahora, las consecuencias de una pandemia que, a su paso, ha dejado tanto dolor y tanta tristeza en millones de familias alrededor del mundo entero?
Ésta sin duda, ha sido una cruda y difícil experiencia que nos ha marcado como personas, como familias, como sociedades y como humanidad. Creo que, después de la pandemia, no volveremos a ser los mismos. Tengo la esperanza de que hayamos capitalizado las lecciones y los aprendizajes que el Covid-19 nos ha dejado.
Muchas han sido las enseñanzas y será necesario asumir cambios precisos en nuestro modo de vivir, en las prioridades que habían venido marcando el rumbo de nuestras vidas. Pero sobre todo, que hayamos alcanzado a comprender el valor de la vida, como don de amor, dando cabida a la gratitud, como atinadamente El Santo Padre Francisco, el pasado miércoles 30 de diciembre, al encabezar en el Vaticano su última audiencia general del año 2020 planteó que, “todos nacemos porque alguien ha deseado para nosotros la vida” y añadió “Y esto es solo la primera de una larga serie de deudas que contraemos viviendo. Deudas de reconocimiento. En nuestra existencia, más de una persona nos ha mirado con ojos puros, gratuitamente” agregó el Papa. Y han hecho surgir en nosotros la gratitud. Y subrayó, también la amistad es un don del que estar siempre agradecidos.
Nubia Celis por su parte nos hace ver que, justo lo que le hace tanta falta a nuestro mundo es poder (el que solo viene de Dios), confianza y Esperanza. Pues, nuestro mundo clama y gime en tantos rincones en los que se reprime, se mata y se hace más profunda la brecha entre ricos y pobres. Y es justo ahí, donde parece que la injusticia gana.
También señala que vale la pena reflexionar sobre cómo es que, abrirse paso en medio del dolor es creer que, incluso el sufrimiento tiene un “para qué” (Como Viktor Frankl lo ha dicho en su Logoterapia), darle sentido al dolor, y así, resurgir siendo mejores seres humanos, con la fuerza para seguir y avanzar.
El Santo Padre, en su Mensaje de Año Nuevo, al referirse a la vacuna para el coronavirus afirmó que el 2021 será “un buen año” si la gente cuida de los demás y destacó que además de una vacuna contra el coronavirus el mundo necesita una “vacuna para el corazón”…….Sostiene, “no sirve conocer a muchas personas y muchas cosas si no nos ocupamos de ellas. Este año, mientras esperamos una recuperación y nuevos tratamientos, no dejemos de lado el cuidado. Porque, además de la vacuna para el cuerpo, se necesita la vacuna para el corazón, que es el cuidado.
La referencia del Santo Padre a una cultura del cuidado me parece relevante en un mundo en el cual el individualismo, entre otras ideologías había permeado en la sociedad y en la vida familiar, sin dejar espacio ni tiempo a las personas, para salir de sí mismos y ver al otro. La alteridad pasó de moda y, justo antes de la llegada del coronavirus, la humanidad había adquirido un estilo de vida acelerado y vertiginoso que no daba tregua para el cuidado de alguien más que no fuera uno mismo….
De acuerdo a la experiencia que como humanidad hemos vivido con la pandemia, podemos inferir la urgencia de rescatar el amor como hilo conductor de la vida personal, familiar y comunitaria, a través de actos de compasión hacia las necesidades de los demás a partir de una educación familiar orientada hacia los verdaderos valores y virtudes humanas que proporcionen a los hijos verdaderas herramientas que enriquecerán su espiritualidad. Pongamos los ojos y el corazón en los bienes trascendentes, que nos dejarán una verdadera satisfacción del deber cumplido en nuestro paso por este mundo.
¡Querido(a) lector(a),
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