Eric Rosas
Futuro robado
Cualquier sociedad debe establecer mecanismos de renovación generacional en su planta productiva, que le posibiliten mantener una asimilación oportuna de las nuevas tecnologías y constituyan una ruta de movilidad social. En países como México, que no han alcanzado un desarrollo pleno y sufren de enorme desigualdad y un alto porcentaje de pobreza, estas necesidades se vuelven todavía más críticas. Mantener el recambio generacional también implica que los jóvenes que se incorporen a las tareas productivas deben ser capacitados y entrenados en los campos emergentes del conocimiento; esos en los que los empleados próximos al retiro difícilmente regresarán a formarse ni probablemente alcanzarán a dominar.
Nuestro país había venido desarrollando algunos de estos mecanismos durante medio siglo, aproximadamente. Una de estas estrategias consistía en la formación de talento especializado en las distintas disciplinas del conocimiento. Un programa que había resultado exitoso, además de noble y socialmente responsable, es el que otorga becas para la realización de estudios de posgrado tanto en instituciones mexicanas como en algunas de las más prestigiosas universidades del extranjero.
Y aunque en el papel siguen apareciendo las distintas vertientes de la estrategia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) para la formación de talento especializado, en la realidad los programas están operando en una situación de supervivencia y con una tendencia evidente que presagia su desmantelamiento. En “La Onda Plana” he señalado ya en un par de ocasiones (“Becarios abandonados” y “Los olvidados”, del 17 de marzo y 13 de julio del presente año, respectivamente), como es que muchos de estos jóvenes talentosos, estudiosos y trabajadores, han sido abandonados a su suerte por el CONACyT, allende nuestras fronteras y en medio de la peor pandemia que el mundo haya padecido en las épocas recientes; y también como los programas de becas de posgrado del CONACyT habían venido sufriendo un deterioro alarmante que, para julio pasado, acumulaba ya una pérdida superior al 50 % en el número de becarios, respecto de los beneficiarios que entregó la administración predecesora en diciembre del 2018.
Pero la caída no parece detenerse. En la semana recién concluida salieron a la luz cuantiosas quejas de becarios porque, transcurridos ya más de los cinco días que el CONACyT tiene como compromiso para depositar el monto de la beca que corresponde al apoyo mensual para manutención, la dependencia comunicó a los becarios sin mayor explicación, que deberían seguir esperando por su dinero hasta nuevo aviso. No parece existir antecedente de un retraso similar por parte del CONACyT, pero para un becario que está obligado a dedicarse de tiempo completo a sus estudios y tiene firmado un compromiso con la dependencia en el que se obliga a no laborar mientras goce de la beca; el no contar oportunamente con dinero para alimentarse o pagar su hospedaje resulta un asunto de la mayor importancia.
Tras abonarse el pago de diciembre se supo que el CONACyT le debe hasta tres o cuatro meses (agosto o septiembre, a noviembre de este 2020) de beca, a un grupo numeroso de estudiantes de reciente ingreso. Y la causa del incumplimiento parece obvia, pues programas como el Nacional de Posgrados de Calidad o el de Becas de Posgrado en el Extranjero han sufrido de 2018 a la fecha recortes del orden de 74 % y 44 %, respectivamente. Tales políticas están robándole el futuro a México.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
Eric Rosas
e.rosas@prodigy.net.mx
Twitter: @DrEricRosas
14 de diciembre de 2020
