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Antonio Nava, capacitado para servir y transformar la justicia en Edomex

Con más de medio siglo entregado al servicio público, Marco Antonio Nava y Navas es, sin lugar a dudas, uno de los perfiles más experimentados del actual proceso de elección de jueces y magistrados en el Estado de México.

Su candidatura a la presidencia del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México (TSJEM) —boleta rosa número 10— y como magistrado por la región Toluca —boleta verde número 38— dice que representa más que una aspiración individual: es la culminación de una vida profesional dedicada a conocer, operar y perfeccionar el aparato judicial desde sus niveles más básicos hasta sus más altos mandos.

Su carrera no comenzó en un escritorio de magistrado, sino como auxiliar en la Junta de Conciliación y Arbitraje. Desde ahí, paso a paso, fue ascendiendo por méritos propios: secretario, presidente de Junta Especial, titular de Junta, y posteriormente funcionario del ayuntamiento de Toluca, donde se desempeñó como jefe de áreas administrativas, subtesorero y síndico procurador.

La experiencia municipal lo catapultó hacia el ámbito estatal, en el que fue escalando con igual rigor. Fue subsecretario de Asuntos Jurídicos y secretario del Trabajo y Previsión Social; en ambos cargos tuvo un papel clave en la conciliación política, la aplicación del derecho laboral y el fortalecimiento institucional. Luego se desempeñó en el Tribunal Contencioso Administrativo y después en el Poder Judicial estatal, donde presidió salas civiles y civiles colegiadas en Toluca, Tlalnepantla y Ecatepec.

“Una carrera así no se improvisa”, dice con convicción. “He estado en todos los niveles, he conocido las estructuras por dentro, y eso me permite tener una visión completa: jurídica, política, administrativa y humana”.

Pero Nava y Navas no sólo ofrece experiencia; también ofrece autocrítica. Está convencido de que el TSJEM necesita una transformación profunda, una reingeniería institucional que vaya más allá del discurso y se traduzca en resultados tangibles para la ciudadanía. Su diagnóstico es claro: el área sustantiva del Tribunal, donde se litigan y resuelven los conflictos reales, ha sido relegada, mientras las áreas administrativas han crecido desproporcionadamente.

“Desde hace quince años se han construido muchos edificios nuevos, pero la mayoría han sido ocupados por oficinas administrativas. Mientras tanto, los juzgados —que son el rostro real de la justicia para la gente— están saturados, con personal insuficiente y sin acceso a una formación adecuada”, explica.

Para él, la solución no está en multiplicar títulos, sino en garantizar capacitación práctica y cotidiana dentro de los juzgados. “Una maestría sirve para enseñar; un doctorado, para investigar. Pero la impartición de justicia requiere otra formación. Hay que estar capacitado para el día a día, para tomar decisiones, para servir. Y eso se logra dentro del juzgado, con acompañamiento, con supervisión, con ética”.

Por eso, uno de los pilares de su propuesta es la creación de un programa interno de formación y evaluación continua, desde el notificador hasta el juez, para garantizar que todos los operadores judiciales comprendan no sólo el procedimiento, sino también su responsabilidad con la sociedad. “El personal de los juzgados no tiene acceso a la Escuela Judicial, y eso debe cambiar. Pero también hay que formar en valores y práctica, no solo en teoría”.

Otra de sus propuestas clave es la creación de un área de asesoría jurídica gratuita, en todas las materias: civil, penal, agraria, administrativa. No para litigar por las personas, sino para orientarlas correctamente en su derecho. “La gente muchas veces no sabe ni por dónde empezar, y eso la hace vulnerable a malos abogados o autoridades omisas. Vamos a darles una guía, un camino claro y seguro para que puedan ejercer sus derechos”.

Su visión crítica se extiende también a las funciones que, en su opinión, no corresponden al Poder Judicial. “Los Centros de Convivencia Familiar no deberían estar en el Tribunal. Son tareas del Ejecutivo. Igual pasa con otras áreas cuya utilidad no está debidamente evaluada. No sabemos cuánto inciden realmente en la resolución de los asuntos judiciales. Es momento de revisar todo eso y decidir con base en datos, no en inercias”.

Marco Antonio Nava y Navas no oculta su firmeza, pero la equilibra con mesura. Su voz no busca imponer, sino convencer desde la experiencia. Sabe que el sistema necesita cambios profundos, pero también realistas. “No se trata de hacer una revolución, sino de encabezar una renovación sensata, con pies en la tierra y con una visión de Estado. La justicia no puede seguir siendo lenta, confusa ni ajena. Tiene que volver a ser accesible, clara, honesta”.

Hace un llamado para que todos participen en este proceso electoral judicial y a confiar en su propuesta. “Estoy en la boleta rosa con el número 10, y en la verde con el número 38. Les pido su voto no por lo que digo, sino por lo que he hecho. Porque conozco el sistema, porque me he formado dentro de él y porque sé cómo transformarlo. No es tiempo de improvisaciones. Es tiempo de justicia”.

(Foto: Especial Portal)


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Sociedad
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