En la anterior entrega detallamos todo un catálogo de prácticas con las que el PRI hizo fraude durante décadas, con el “embarazo de urnas”, la “operación tamal”, la “operación rastrillo”, el “ratón loco”, el “carrusel”, “operación zapato”, “la casa del terror” etc. Y aparentemente esas operaciones fraudulentas fueron perdiendo vigencia o definitivamente fueron imposibles de realizar con las reformas electorales destinadas a desterrar esas viejas prácticas, sin embargo, ¿eso significa que ya no existe el fraude electoral? Por supuesto que no, y de los ejemplos ya señalados algunos todavía sobreviven, pero ya muy difícilmente pasan desapercibidos, y gran parte de esas tienen la peculiaridad de que se realizaban en los centros de votación. Pero ahora el fraude se hace afuera, incluso antes de llegar a las casillas, y coinciden dos aspectos: la compra del voto y el uso de recursos públicos. Y va desde los “operadores electorales” conocidos en el argot electorero como “mapaches”, que tienen listados de “promovidos” hechas por “promotores del voto” que enlistan a quienes les han prometido votar por su partido político y el día de la jornada electoral reparte dinero por cada voto emitido, el cual el elector “comprado” tiene que comprobar que, efectivamente, votó, ya sea con la simple fotografía tomada en la mampara donde se supone que el voto es “secreto” hasta el uso de un código QR (como lo hace un mini partido rémora) que se coloca en la papeleta ya cruzada, esto con el fin de evitar pagar más de una vez por el mismo voto. Pero no siempre es dinero, hay también tarjetas “recargadas” de dinero o por beneficios sociales, siendo el caso más sonado el “Caso Monex” del que se documentó y acusó a Enrique Peña en la campaña presidencial de 2012, por eso se considera un fraude su elección, por la compra del voto. El otro caso es el uso de los recursos públicos, no solo económicos sino materiales y humanos, y esa práctica inició en el Estado de México y se perfeccionó con Montiel desde su famosa “Fuerza Mexiquense”, una estructura de mapaches electorales financiadas “presuntamente” (porque no tenemos pruebas paro tampoco dudas, dijera el clásico) con recursos públicos, de la entidad con el mayor presupuesto del país, que se dio el lujo de operar en otros estados cuando el oriundo de Atlacomulco tenía el sueño guajiro de ser Presidente de la República. Y empezó desde el mismo Gobierno del Estado de México (GEM) con su programa de “regionalización” que era para optimizar la entrega de programas sociales y otros asuntos administrativos en las regiones en que habían dividido el territorio en la entidad y cada secretario del gabinete era el responsable de cada región, pero el fondo era otro, “operar” con recursos públicos para asegurar el voto a favor del PRI, haciendo electoralmente “redituable” los “apoyos” “bajados” por el gobierno a ciertos grupos sociales, los más manipulables por su condición de vulnerabilidad. Para ello, el gobierno priísta desplegaba a toda una estructura de burócratas para “aterrizar” esos recursos, pero como no todos los servidores públicos conocían la operación política ni a los líderes sociales, entraba en acción la otra estructura, la del PRI, con sus delegados municipales que éramos ¡perdón! eran los que conocían a esos líderes y a sus bases sociales, también los delegados distritales y los “coordinadores regionales”, todos ellos se empataban con sus “similar” o su “equivalente” del GEM y en la conformación de los “padrones” de beneficiarios de los programas sociales que eran la base de dicha operación, es decir, se les cobraba con su voto el “favor” que se les hacía de recibir un “apoyo” y los operadores del NIP (siglas que usaban para no mencionar “PRI” en los documentos y que significaba “nuestro instituto político”) eran los que tenían preferencia sobre los operadores burócratas, y a esas estructuras las llamaban “estructura espejo”, es decir, la del PRI frente a la del GEM. Este esquema les dio éxito hasta la elección del junior Alfredo del Mazo “III”, a la cual se le inyectaron millonarios recursos no solo del GEM sino del Gobierno Federal donde su primo el entonces presidente Peña Nieto ya había llevado ese programa a nivel nacional, de tal manera que cada secretaría del GEM se “coordinaba” con su respectiva secretaría del Gobierno de la República que operó en todo el estado, una secretaría por región. A mí me tocó el ISSSTE en la región sur del estado en ese 2017 en la que al cerrarse las casillas, en los primeros resultados iba ganando la Maestra Delfina Gómez Álvarez, lo que encendió las alarmas en los gobiernos estatal y federal, pero nos fuimos a dormir y al despertar, resultó que Del Mazo Maza misteriosamente ya había rebasado a la candidata morenista, y nuevamente hubo fraude, pero más misterioso todavía que el líder y fundador de Morena, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), optó por no dar la batalla tras ese fraude en el que se recurrió a la compra de votos, aunque sí se documentaron algunos casos que, por cierto, se filtraron desde la presidencia del mismo PRI que en ese momento ejercía Alejandra del Moral. Un año después, AMLO ganó la presidencia y en 2023, arrasó la Maestra Delfina Gómez Álvarez derrotando precisamente a Paulina Alejandra del Moral, paradójicamente hoy en el gobierno federal de la 4T. “Esta historia continuará”, y recuerden, esta no es una confesión, sino una breve narración de mis vivencias y experiencias ¡Hasta la próxima! ... Comentarios y mentadas: godinezalfonso@hotmail.com
Columnista: Alfonso Godínez Mendiola |
Vistas: 198 |