Lourdes Landetta
Hay tres cosas difíciles de gestionar, que a pesar de ser complejas, no quiere decir que sean malas o negativas, simplemente son más difíciles de manejar: tristeza, enojo y miedo, de ahí se desprende un abanico de 182 emociones diferentes, compartió Emilia Mercedes Bravo Zárate, docente de la Facultad de Ciencias de la Conducta de la UAEMex, durante su exposición de ‘Las emociones en las fiestas decembrinas’.
“Si tengo tristeza, a lo mejor lo que necesito es llorar un tanto y así poder sacarla, así descansa el alma. Me doy permiso de llorar, identificar el porqué me siento así y reconocerlo. El enojo sirve para en un momento dado poner límites, porque si no estoy suficientemente enojado, no los pongo. Identificar a quién y en qué le debo poner límites, que incluso puede ser a veces es a uno mismo; entonces el enojo disminuye o desaparece”.
Continuó diciendo que el miedo funcional nos conecta con el instinto de supervivencia y no ponernos en riesgo, pero su lado disfuncional es el que paraliza, “no me atrevo a decir lo que pienso”. Agregó que actualmente existe la sensación de no ser suficientemente buenos para el trabajo, los amigos, la pareja, la familia, etc. “Pero sí somos suficientes, nos faltan algunos conocimientos, herramientas a todos y todo el tiempo, porque estamos en el proceso de crecer, aprender y mejorar”.
Por otra parte, dijo que al terminar un año tenemos en el pensamiento todo lo que no cumplimos, todo lo que nos propusimos en enero y no sucedió, entonces entra un sentimiento de culpa, pero además de vergüenza. “Al ser una época en la que hay muchas reuniones y encuentros familiares, vamos desde la alegría de ver a personas que no hemos visto a lo mejor en todo el año, pero también va la tristeza por las pérdidas que hubo. Personas que es su primera Navidad sin un ser querido, entonces hay una gran diversidad de emociones, las cuales tienen su lado funcional y su lado disfuncional”, apuntó.
Explicó que cuando estamos en el lado funcional podemos reconocer la propia emoción, procesarla y decir “claro estoy triste porque este año perdí a mi mamá y eso me conecta con la tristeza, sin embargo, también siento tranquilidad porque ella ya dejó de sufrir”, por ejemplo. Es decir, identificar la emoción y ponerla en contexto, porque exacerbarla produce una sensación de no poder gestionarla.
Y justamente esta es una época de exacerbación de emociones como las pérdidas, sin embargo, si alguien está pasando un duelo, lo que podemos hacer las personas a su alrededor es reconocer que es muy difícil y doloroso y sin embargo es posible disfrutar y ser feliz. “Cuando perdemos a alguien lo mejor que podemos hacer en su honor es disfrutar la vida, una frase sanadora que ayuda a seguir viviendo”, señaló.
También en estas fechas muchas personas se sienten solas, aun estando acompañadas, “sentimos un vacío que no se puede llenar ni con comida ni con adicciones ni con compras; nada nos es suficiente, y sólo hay que tratarlo con terapia, con un trabajo personal; empezar por buscar ayuda”.
Concluyó diciendo que hay que agradecer sin importar si logramos los propósitos o no; “agradecer por estar vivos, esperar siempre lo mejor; valorar lo que tenemos y motivarnos a partir de lo que no tenemos, pero como meta personal.
(Foto: Web)
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