Eric Rosas

Un COMECyT mexiquense

El lunes de la semana pasada, apenas en la segunda semana como Gobernadora Constitucional del Estado de México, se dio a conocer que la maestra Delfina Gómez Álvarez encabezó un acto en el que fungió como testigo de honor en la firma del convenio entre el gobierno mexiquense y la Universidad Autónoma Metropolitana, mediante el que se reabrió el Centro para la Sustentabilidad Incalli Ixcahuicopa (Centli), ubicado en Tlalmanalco. Según lo comentó la primera mandataria estatal, con dicho acuerdo ambos signatarios se comprometieron a actualizar el Plan de Manejo del Parque Estatal; renovar el Consejo Técnico Asesor; organizar actividades de investigación científica y tecnológica; e impulsar la educación de niños, jóvenes, ejidatarios, comuneros y autoridades municipales en temas ambientales. Sin duda que esta acción es muy pertinente y oportuna, pues envía un mensaje claro de la prioridad que el gobierno estatal brindará al cuidado ambiental; misma que resulta literalmente vital ante la crisis climática que enfrentamos a nivel mundial y que padecemos cada vez con mayor intensidad en la entidad más poblada de México; cuyo territorio presenta grandes áreas con riesgo creciente de sufrir desastres naturales a consecuencia del calentamiento global.

También es de aplaudir que en su mensaje la titular del Pode Ejecutivo Estatal haya referido explícitamente a la intención de que en el Centli se intensifique la realización de investigación científica y tecnológica, orientada ésta a la protección y el rescate del medio ambiente. Quizá por esta mención es que se consideró que resultaría apropiada la presencia de la directora general del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías; sin embargo, la realidad es que la titular de la dependencia federal encargada de promover la investigación científica y el desarrollo tecnológico en el país está convertida —por méritos propios— en un lastre para todo actor político, y flaco favor le hizo a la gobernadora mexiquense al apersonarse en el acto y —peor aún— referirse a la Ley Buylla en su intervención, cuando cada día es más unánime el rechazo de la comunidad académica de la nación a esta iniciativa que, además, se presagia podría ser invalidada.

Con la presencia de la bióloga acompañando a la flamante gobernadora, el mensaje que los investigadores mexiquenses recibieron seguramente no fue el mejor, pues se teme que la entidad mexiquense pueda intentar replicar mediante el Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (COMECyT) la desastrosa política en materia de ciencia y tecnología que en los más recientes cinco años han acabado con la infraestructura que nuestro país había construido en medio siglo. La ecóloga no sólo le quitó a los científicos de México cualquier posibilidad de realizar investigación científica de frontera, al entregar los recursos que durante décadas habían logrado obtener los investigadores de los Centros Públicos de Investigación del otrora Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), sino que, como salió a la luz al final de la pasada semana, ahora también ha reducido a un mínimo histórico el número de becas para que los jóvenes más talentosos de nuestro país puedan continuar su preparación a nivel posgrado, tanto México como en el extranjero.

Intentar replicar en el COMECyT las acciones emprendidas por la directora del anterior CONACyT parece un riesgo grande e innecesario. Lo mejor sería diseñar e implementar una política pública en ciencia y tecnología propia, que atienda las necesidades y condiciones particulares de la comunidad académica mexiquense.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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