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La Onda Plana 2023-09-24

Eric Rosas

Acciones, no sólo palabras

La semana pasada el presidente de la Comisión de Educación, Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados del Estado de México anunció que se habían propuesto algunos cambios a la Ley de Ciencia y Tecnología estatal para favorecer la equidad de género en este sector. Según el legislador, el modificar algunos de los términos de la ley actual para explícitamente hacer referencia a que toda persona tiene la posibilidad de dedicarse a la realización de investigación científica o el desarrollo tecnológico, sería necesario para alcanzar un mejor balance en la participación de hombres y mujeres en estas actividades pues, conforme lo anunció, actualmente sólo el 32 % de los investigadores registrados en el padrón del Sistema Estatal de Investigadores y Tecnólogos que administra el Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (COMECyT) serían mujeres. Aparte de enfatizar que el COMECyT no es un empleador, sino solamente una agencia gubernamental encargada de implementar la política pública mexiquense en materia de ciencia y tecnología; conviene aclarar que todas las mejoras de redacción y fraseo de las piezas legislativas son bienvenidas —siempre y cuando atiendan a las reglas ortográficas de nuestro idioma—, pero no debe creerse que estos cambios cosméticos bastarán para atender el fondo de esta disparidad de género en la ciencia y la tecnología.

El ejemplo más claro y cercano de que las modificaciones superficiales no impactan en la realidad que viven las mujeres mexiquenses que deciden dedicar sus vidas a la académica o la investigación científica es el desmedido e infructuoso sesgo que sufrió la implementación de diversos programas de apoyo a la ciencia y la tecnología en la administración estatal que recién concluyó. De manera acentuada, en la última parte del sexenio anterior el COMECyT favoreció sistemáticamente a las féminas por sobre los varones al diseñar programas exclusivos para las primeras, lo que en sí mismo constituye una discriminación por razón de genero en contra de los investigadores mexiquenses. Pero, además, como ha comenzado a constatarse, la puesta en marcha de estos programas discriminatorios resultó superficial y efímera.

La ciencia y la tecnología, como cualquier otro campo de la vida pública y académica, requiere de la participación de todos aquellos miembros de la sociedad mexiquense que quieran dedicarse a ellas. Para lograr que ninguna persona que desee convertirse en científica o tecnóloga enfrente obstáculos insalvables para ello, se requiere de programas que atiendan las raíces de esta problemática. El asunto de fondo a atender es que el porcentaje de investigadores y desarrolladores de tecnología de nuestro estado sea más balanceado y ello necesita de un intenso y permanente fomento de la importancia y del aprecio por la ciencia y la tecnología entre la población escolar de todos los niveles, principalmente el básico y medio.

Sólo incentivando el gusto por estas actividades entre los niños y adolescentes, entusiasmándolos a través de la ejemplificación con los éxitos alcanzados por los científicos de hoy, mujeres y hombres, y alejándoles los obstáculos que puedan ir encontrando a lo largo de sus vidas estudiantiles y profesionales, será posible que las actuales generaciones lleguen balancear de mejor manera su participación en el ámbito de la ciencia y la tecnología en el futuro cercano. En este sentido, quizá ayudaría más que los diputados estatales se preocuparan por ensalzar por igual las trayectorias de los hombres y mujeres de nuestra entidad que realizan ciencia o tecnología, de manera similar a como se hace frecuentemente con algunos deportistas destacados, o hasta con muchos actores o cantantes populares.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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Nacional
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