Eric Rosas
El pasado 29 de agosto tuvo lugar la última reunión de los equipos de transición de los gobiernos saliente y entrante en el Estado de México, y también la semana pasada fue aprobada la ley mediante la que se modificó la Ley Orgánica de la Administración Pública Estatal; acciones con las que prácticamente se encuentra todo listo para la entrega de la estafeta que sucederá en menos de dos semanas.
En lo referente a la ciencia, tecnología e innovación lo único a resaltar es que el Consejo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (COMECyT) fue integrado a la que hasta ahora se denomina como Secretaría de Educación, para conformar la nueva Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación; lo que muy probablemente se implementará mediante una secretaría correspondiente. Aunque habría sido mucho mejor que esta agenda hubiera alcanzado el nivel de una secretaría como ya ha sucedido desde hace lustros en muchas otras entidades de la República Mexicana, dicho cambio debe aprovecharse para que pronto pueda avanzar en ese sentido, e inclusive logre cristalizarse durante este mismo sexenio. Por supuesto, ahora la atención de la comunidad académica mexiquense se centra en conocer a quienes encabezarán la citada secretaría y la sucesora del COMECyT.
Si hacemos un ejercicio de revisión de las menciones que la actual gobernadora electa hizo a la ciencia, la tecnología y la innovación durante su campaña, y particularmente en sus intervenciones del segundo debate, sólo habremos de encontrar la referencia al fortalecimiento de la vinculación entre la academia y la industria, y al impulso a la educación dual como un mecanismo para lograr dicha integración entre los sectores educativo superior y productivo. Por supuesto que es imprescindible el intensificar esta armonización plena entre la formación integral de profesionales, mediante la dotación de competencias laborales y la experiencia en campo, con la vida real en el día a día de la producción, que sólo se vive en las instalaciones de las empresas. Sin embargo, la investigación científica y el desarrollo tecnológico tienen campos de aplicación mucho más amplios que el solo impulso a la innovación, mismos que deberán atenderse con igual importancia.
Por lo tanto, quien resulte designado para implementar la política pública estatal en materia de ciencia, tecnología e innovación tendrá que diseñar también una estrategia local para la atención a las problemáticas particulares que enfrenta la entidad mexiquense, a fin de crear los programas que estimulen a los investigadores a buscar y encontrar las soluciones respectivas. En lo que respecta a la generación de conocimiento científico, habrá que trazar los programas que les permitan a los académicos el vincularse con sus contrapartes en México y el extranjero, de manera que puedan integrarse a los equipos de investigación que en el mundo lideran en sus campos de interés, de la misma forma en como lo han hecho en el pasado reciente muchos otros científicos mexicanos de otras entidades.
Mediante la implementación decidida y coordinada de estas tres líneas de acción generales sería posible el darle un cambio radical a la política pública mexiquense en materia de ciencia, tecnología e innovación, y alinearla rápidamente con la que se ha impulsado en el ámbito federal. Este nuevo enfoque permitiría también reposicionar mejor al Estado de México entre las entidades del país, en la creación de conocimiento y la transferencia de tecnología, lo que aumentaría su nivel de innovación, fundamental para atraer la atención del sector de la alta tecnología.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
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