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¿Quiere alguien pensar en las empresas gigantes?

De la ciencia, lo que te acomoda

| Por José Vázquez Valencia

Grasas trans. Grábese el nombre.

            «En México, “el pan con el que hacemos un sándwich tiene grasas trans. Sorprende que se venda como un producto saludable, la gente piensa que le está dando a los niños algo muy saludable, pero tiene grasas trans”», cita Aleida Rueda a Claudia Moreno en un reportaje para SciDev.

            Aleida Rueda (tuiter: @lolacometa) es una periodista de ciencia que desde el año pasado ha insistido en la nocividad de las grasas trans (o ácidos grasos trans), utilizadas en alimentos que se hacen pasar por saludables en México (y en casi todo alimento empaquetado de marca famosa).

            Alguien pateó el enjambre la semana pasada con una mentira: “Alimentos y bebidas [...] quedarán prohibidos en México por grasas trans”. Algunos medios replicaron la nota tendenciosa. Enlistaban alimentos como pizzas, galletas, pan, queso, refrescos, margarinas, jugos artificiales y frituras. Y no faltó quien mordió el anzuelo y expresó sus peores deseos contra las autoridades por esta decisión: que cómo iban a prohibir prácticamente todo lo que comemos. Pero no se prohibirá nada de eso; se prohibirá que se les agreguen más de 2 partes de grasas trans por cada 100 partes de grasas totales.

            La Organización Mundial de la Salud felicitó a México por este avance. En cambio, varias opiniones ‘defendieron’ a las empresas como Bimbo, Coca Cola, Gamesa, Sabritas, etc., alegando que esta decisión causará pérdidas de empleos y ahuyentará inversiones, y limitará la libertad de decisión de la ciudadanía. Bueno, qué se le va a hacer. También hubo quejas de que la medida es intempestuosa. Falso.

            La regulación o franca prohibición de grasas o ácidos grasos trans en los alimentos no es local ni reciente, en varios países se estableció hace años debido a la evidencia de los daños provocados por estas sustancias industriales sintéticas. En México se ha postergado desde el 2021. Hasta febrero de este año, AMLO publicó un decreto para modificar la Ley General de Salud.

            Aclaremos: los ácidos grasos son necesarios para el correcto funcionamiento del cuerpo humano; desempeñan funciones como: ser fuente de energía, elementos estructurales de las membranas celulares, almacén de energía, transportar vitaminas, ser reguladores hormonales o de la función cerebral; pero en la naturaleza, los ácidos grasos que necesitamos –como el ácido oleico– se encuentran en su forma cis (esto tiene que ver con la geometría de la molécula), en cambio, la forma trans se obtiene generalmente mediante procesos industriales (aplicación de alta temperatura y presión) y ¡NO son necesarios para las funciones del organismo! Entonces, ¿por qué se usan en alimentos si son sustancias tan nocivas para la salud?

            Los beneficios son todos para la industria: las grasas trans son mucho más baratas y lo elaborado con ellas se conserva por más tiempo, y mejoran la textura de los alimentos. En cambio, para los consumidores hay: mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes, asma, cáncer de cólon y de próstata.

            América Latina en general tiene un rezago en defenderse de estas sustancias nocivas. México está apenas incorporándose a esa vanguardia de países como Dinamarca, Suecia, Estados Unidos, Canadá o Argentina; pero todavía no lo logra, y parece que aún hay voceros de empresas gigantes que reculan.

            Eliminar o, en su defecto, reducir el uso de grasas trans es un bien es para todos. No hay mucho que pensar. ¿O sí?

(Foto: Web / ilustrativa)


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