PlanoSecuencia, cine cuadro por cuadro
| Por Ivan Joatzay
”¿Cómo puede ser que nadie ha venido todavía?”
¿Recuerdas aquella sensación de tu infancia? ¿Donde la oscuridad y la incertidumbre consumían tu mente por las noches y, estando solo o no, sentías un hoyo visceral y extenso dentro de ti? Un momento en el que la basta profundidad del color negro hipnotizaba tus emociones y consumía tu percepción de la realidad, esa es la sensación con la que, de una manera poco ortodoxa, ‘Skinamarink’ llega para conectar con tus temores del pasado.
Su historia, escrita y dirigida por el cineasta independiente Kyle Edward Ball, nos sitúa en 1995 para revivir la experiencia del terror de fantasía junto a Kevin (Jaime Hill) y Kaylee (Dali Rose Tetreault). Una noche, un par de niños despiertan a la mitad de la madrugada y, tras darse cuenta de que sus padres no están en la casa, viven una pijamada bizarra e incierta en la que, mientras esperan por volver a estar con sus progenitores, se introducen en unentorno oscuro y solitario que, poco a poco, comienza a transformarse en un ambiente extraño y ajeno a todo lo que conocen, un momento en el que, en presencia de la luna, se sienten amenazados y vigilados por alguien.
Como si fuera la materialización gráfica del sentir tras despertar de una pesadilla, la propuesta canadiense se presenta para generar una experiencia inmersiva y peculiar donde, si bien, desde el momento uno es claro que, tanto no es un filme apto para cualquier tipo de público, como existe la posibilidad de no sobrellevar o entender el efecto “skinamarink” dentro de esta historia, se genera un encuentro estimulante para el espectador y una distincióndel terror contemporáneo.
La historia de Ball es la consolidación del espectro infantil correlacionado con el terror, donde, por medio de la incorporación de elementos bizarros y que a cada momento se van trastornando más y más dentro de un ambiente cotidiano, se explora un sentimiento de revoltura estomacal en el que la incertidumbre y el desarrollo potencializado de los sentidos se ven constantes paragenerar una inmersión inmediata hacia aquella época de tu niñez, la etapa donde explorabas ese constante duelo entre la imaginación y la realidad que, paulatinamente, se veía aclarada por el aprendizaje y crecimiento.
Aunque no se cuenta con un argumento complejo y longevo para contar su historia, ‘Skinamarink’ es una película que sobrelleva el gore y la tensión colectiva hacia la gran pantalla. La propuesta, si bien no presenta muchos diálogos ni una clara visibilidad hacia sus protagonistas, construye una narrativa interesante que expone al espectador a sumergirse en la interpretación e imaginación sensorial de lo que están viviendo los dos hermanos dentro de aquella noche de oscuridad.
Tal como su estética fotográfica, donde siempre solemos tener cuadros cortados y con mucho ruido que muestran una visión extremadamente limitada del entorno o los protagonistas, la pesadilla nocturna construye un guionvertiginoso y gráfico donde el sonar de una puerta o la estática del televisor ante un incesante silencio son poderosos detonantes narrativos que agregan un mayor peso a la sensación de su historia.
Con un sonido nítido y tomas estáticas que se perciben sin razón aparente a primera vista, la propuesta de Bell es una experiencia que se vuelve netamente experimental dónde, como si fuera un videojuego de realidad virtual, nos introduce a la sensación de ser un niño nuevamente.
Con el escuchar de las caricaturas de fondo, el apilar tus juguetes o ir a explorar aquel ruido que creíste escuchar en el cuarto de al lado, la historia de los dos hermanos potencializa un ambiente crudo y neutro en el que el trastornar de su casa y los pequeños indicios de estar acompañado en la soledad ahondan hacia un trance emocional que, como si estuvieras en piloto automático, te hunde hacia el vacío y la paranoia del terror fantástico
Sin duda, parte de su narrativa visual que permite crear este ambiente grotesco, pero a la vez cotidiano, en la casa de Kevin y Kaylee, se debe a la fuerte dirección autoral de su creador, quien, desde el mero aspecto visual de la historia se las arregla para expandir y liberar los cuadros vistos en pantalla.
A pesar de centrar el miedo en un solo espacio, es decir, la casa, Bell crea pasillos eternos, como si entraras a un laberinto, y construye paredes y cuartos que, aunquetoman una apariencia conocida, poco a poco generan una sensación más y más ajena, profunda y grande, esto, en auge de generar una certera perspectiva infantil en el espectador, haciéndote, en pocas palabras, revivir unvisualizar de tu pasado.
Considerando que para poder ver esta propuesta se sobrelleva una condicionada atención eterna durante todo el filme, es evidente que el creepypasta viviente de Bell no es una experiencia versátil para todo mundo, pues, con un ambiente seco que es avivado por medio de tomas estáticas y alargadas o múltiples escenas sin sucesos aparentes, la pesadilla nocturna de los dos hermanos es,sin duda, una historia que sobrelleva más allá su narrativa y, con muy bien manejo de luces, sombras y sonido, se convierte en una experiencia psicológica y sensorial que cada espectador vivirá individualmente, un acto que, claramente, no es necesariamente apto ni funcional para todo público.
‘Skinamarink’, es una ferviente sensación de indigestión estomacal que, surgida a través de la incertidumbre momentánea y el desarrollo potencializado de los sentidos, permite explorar el terror en la gran pantalla desde otra trinchera. Con la posibilidad de construir nuevos caminos cinematográficos para el género, la historia de Bell, por más de ser una buena historia o no, es un acto por materializar, en un futuro, la sensación de tus más grandes y cotidianos temores, en este caso, una pesadilla viviente.
(Foto: Shudder)
Categoría: Nacional |
Etiquetas:
No hay etiquetas asociadas a éste artículo. |
Vistas: 46 |