Eric Rosas

El camino a seguir

Este domingo 12 de febrero de 2023 ha concluido el periodo de las denominadas precampañas, en el proceso iniciado rumbo a la elección del próximo junio, en el que se escogerá a la persona que encabezará el Poder Ejecutivo del Estado de México. Aunque pudiera haber más candidatos, se sabe que la contienda real será librada entre dos mujeres, las candidatas Delfina Gómez Álvarez y Alejandra del Moral Vela; la primera apoyada por el actual primer mandatario federal, mientras que la segunda por el gobernador en funciones de la entidad mexiquense.

Vendrá ahora un breve receso en el que los equipos de campaña de ambas aspirantes habrán de plantear la estrategia que seguirán para alcanzar su meta, pero en el que también tendrán que arrastrar el lápiz para delinear los planes de trabajo que habrán de ofrecerle al padrón más nutrido del país. Dichas propuestas tendrán que ser sólidas, congruentes con sus respectivos discursos y, sobre todo, realistas, viables para la coyuntura política, social y económica que vivimos; así como aspiracionales, de manera que infundan en los ciudadanos esa ilusión y esperanza que se requiere para llevar a las urnas a los indecisos y a quienes se encuentran profundamente decepcionados por las experiencias previas.

Aunque los primeros borradores de dichos planes de gobierno se elaboran en la soledad de los cuartos de guerra de ambas candidatas, urge que sus asesores comprendan que lo competida que se avizora la contienda requiere de su apertura ante la sociedad. Las propuestas propias deberán exhibirse ante los electores y someterse al escrutinio de los distintos gremios, para que éstas puedan ser retroalimentadas y enriquecidas, pues sólo viendo que sus necesidades han quedado plasmadas, será posible que sean arropadas por la ciudadanía y empujadas por el voto en pocos meses.

El plan de trabajo de la futura gobernadora tendrá que llevar al Estado de México a un estadio nuevo, de vanguardia en los ámbitos de la economía, la salud, la educación, la seguridad, pero también en otros que son todavía más urgentes, como el combate al cambio climático y la seguridad natural, en particular el abasto del agua y la prevención ante futuras epidemias. Para estos retos descomunales que nos presenta la actualidad, el gobierno mexiquense del 2023 al 2029 tendrá que apoyarse como nunca en la investigación científica y el desarrollo tecnológico, por ello es que habrá de considerar el transformar radicalmente al actual Sistema Mexiquense de Ciencia y Tecnología, y también deberá establecer a la innovación como la columna vertebral de la política estatal para la industria.

El ejemplo es evidente y hasta obvio. Aquellos estados de México que le han apostado por la transformación de sus economías —Nuevo León, Jalisco, Querétaro o Guanajuato, por ejemplo— tienen ahora crecimientos superiores al promedio nacional; plantas productivas con una sólida base tecnológica; y sus poblaciones gozan de un mayor poder adquisitivo que el de hace algunas décadas. El común denominador es claro: su apoyo a la ciencia y la tecnología fue decisivo y continuo durante varios sexenios; en algunos casos incluso sin importar que hubiese alternancia. Algunas de estas entidades convirtieron a sus antiguos consejos estatales de ciencia y tecnología en las actuales secretarías de ciencia, tecnología e innovación con los beneficios saltan a la vista. Esta es la ruta que habrá de seguir para el Estado de México quien llegue a ocupar la gubernatura.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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