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La Onda Plana 2023-02-06

Eric Rosas

Libertad y confianza

A mediados de diciembre pasado el Comité de Ciencia y Tecnología de la Casa de los Lores lanzó un llamado urgente al ministro de ciencia británico, para que presentara un plan a fin de que el Reino Unido pudiera atraer a los científicos más brillantes de todo el mundo y con ellos esté en la posibilidad de constituirse en una potencia tecnológica y científica para el año 2030. En la carta dirigida al funcionario se resumieron los hallazgos de un estudio encargado por dicho Comité, que confirman la imperiosa necesidad de talento en ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas (STEM, por Sciences, Technologies, Engineering and Mathematics) que enfrenta la planta productiva del archipiélago.

La misiva incluyó doce recomendaciones que el gobierno de Londres debería implementar a la brevedad para permitir que las nuevas tecnologías y la economía basada en éstas, puedan florecer tan pronto como en lo que resta de esta década. Además de identificar las necesidades específicas de competencias en STEM e incentivar la contratación de trabajadores extranjeros altamente especializados, también se recomendaba crear las condiciones para que los científicos pudieran desarrollar su actividad de la manera más eficiente y efectiva.

Aunque la fecha límite que establecía la solicitud para recibir respuesta del ejecutivo británico era el 15 de febrero, el día tres el Departamento de Negocios, Energía y Estrategia Industrial (BEIS, por Bussiness, Energy and Industrial Strategy) anunció la creación de la nueva Agencia de Investigación Avanzada e Invención (ARIA, por Advanced Research and Invention Agency. Conforme al vocero de BEIS, ARIA será una agencia que financiará la investigación de alto riesgo y alta recompensa; para lo cual recibió una asignación inicial de 800 millones de libras esterlinas.

ARIA tendrá la misión de identificar y financiar ciencia y tecnología revolucionarias a gran velocidad de científicos de clase mundial; asegurándose de minimizar los obstáculos que surgen a lo largo del ciclo de vida típico de los proyectos de investigación y desarrollo. Operará con un nivel de libertad nunca antes visto, basado en la confianza total en las decisiones de expertos en los distintos campos para crear programas de investigación disruptivos, que tengan el potencial de crear nuevas capacidades tecnológicas para el beneficio de la humanidad y al mismo tiempo coloquen al Reino Unido como una superpotencia tecnológica. Si ARIA logra funcionar bajo estos principios de confianza en el criterio de los científicos, total libertad y nula burocracia, sin duda alguna las islas recuperarán un lugar central en la atracción del talento del mundo entero.

En contraste, la iniciativa de Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación que entregó a la Cámara de Diputados el primer mandatario mexicano en diciembre pasado, busca restringir todavía más la libertad de investigación para la comunidad científica de México. La propuesta legislativa intenta que en futuro las decisiones sobre qué proyectos científicos podrán recibir dinero y cuáles no, dependa de un consejo integrado por el presidente del Poder Ejecutivo Federal y gran parte de los secretarios de estado, entre quienes llaman la atención los titulares de la Secretaría de la Defensa Nacional y la Marina. Así pues, mientras que en el Reino Unido se confía en los científicos, se les otorga total libertad para investigar y se les libera de la burocracia; aquí se pretende realizar precisamente todo lo contrario. El Reino Unido será superpotencia, México no.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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