2022-05-08-la-onda-plana-106

La Onda Plana 116

Se colmó el vaso

El pasado 4 de mayo el Senado de los Estados Unidos de América votó por unanimidad un punto de acuerdo en el que se le instruye al titular de su poder ejecutivo, el presidente Joseph Biden, a que llame a consultas a México para aclarar las acciones recientes del primer mandatario mexicano en materia energética. Lo anterior se dio en el marco de la discusión que ese poder estadounidense lleva a cabo del acta 4521 referente a la innovación y competitividad.

Aunque en México el gobierno federal ha intentado que el tema pase desapercibido, éste es primera importancia para nuestro país y es también el de mayor impacto real luego de que fueran ignoradas las numerosas llamadas de atención, que en el ámbito diplomático hizo nuestro principal socio comercial, durante los varios meses en los que López abusó en utilizar su iniciativa de reforma constitucional en materia energética como elemento polarizador y distractor ante el colapso acelerado de nuestra economía, porque constituye el inicio de las acciones legales que la Unión Americana emprenderá, para asegurar que su vecino del sur cumpla irrestrictamente los acuerdos a los que se comprometió durante la actualización del Tratado de Comercio Libre entre México, Estados Unidos y Canadá, el T-MEC.

Y es que, si bien la economía más poderosa del mundo aceptó de buena fe que de último momento el aún presidente electo mexicano incluyera una cláusula de su exclusiva autoría y aparentemente inofensiva en el Capítulo 8 del T-MEC, en la que se enfatizaba que el sector energético sólo competía a la nación mexicana —léase: a los gobernantes de México en turno—, luego de los abusos y amenazas que las empresas energéticas extrajeras, particularmente las estadounidenses, han debido enfrentar en los meses recientes, nuestros socios han comprendido que dejar abierto este espacio tan estratégicamente importante al capricho de un personaje como el actual inquilino del Palacio Nacional, representa un riesgo inaceptable en el presente escenario de la férrea batalla tecnológica que se libra entre la economía regional de la América del Norte y la República Popular de China.

Aunque López no logre entenderlo o se niegue a aceptarlo, México no tiene otra opción más que acelerar su integración con Canadá y los Estados Unidos de América. La naciente hegemonía norteamericana requiere que los tres países actúen con suma seriedad para hacer frente al crecimiento de sus competidores en el mundo. Ottawa y Washington comprenden perfectamente que para ello es imprescindible que la región se asegure un suministro de energías limpias que impulsen la competitividad de las industrias clave para el mundo del futuro y no están dispuestas a perder el liderazgo global a causa de su trasnochado vecino.

El mundo ha cambiado y México debe abandonar cuanto antes aquellos nocivos lastres ideológicos, que durante gran parte del siglo pasado fueron utilizados demagógicamente por muchas administraciones federales para beneficiarse de los recursos energéticos como el petróleo, bajo el pretexto de que eran propiedad de la nación. Por ello es que el gobierno estadounidense urge la apertura de esta industria y no detendrá sus esfuerzos hasta eliminar todo riesgo que este sector en México represente para sus intereses. El insensato discurso de López ha colmado la paciencia de nuestros socios y ya de nada servirán los intentos desesperados por tranquilizarlos, como el envío de la carta del senador Ricardo Monreal en la que se apresuró a garantizar que México cumplirá a cabalidad con el T-MEC.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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Nacional
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