Aranxa Solleiro
La mañana del 19 de noviembre marcó 7 grados centígrados, se nubló un número de 12 ocasiones antes del mediodía. Sin embargo, Valentín salió decisivo a vender al menos diez vasitos de raspados más que ayer.
"Señor, ¿me da uno de chicle? Con gusto, ¿lo vas a querer con lechera o solo?" -Inicia la conversación diminuta entre el cliente (un estudiante de secundaria) y él-. "Pues yo creo que solo. ¿De 10 o 15 pesos? -Mira delicadamente a su cartera- ¡Deme uno de 15!" Posterior a ello, comienza la acción de su rapsador golpeando fuerte contra el pedazo de hielo de más de tres kilos.
Valentín lleva más de 25 años como vendedor de raspados en la ciudad de Toluca, a pesar de que en su vida laboral ha dedicado sus días a otros espacios y sectores económicos, el amor de sus coloridos vasos escarchados no lo cambia por absolutamente nada, ni siquiera en caso de que una pandemia atroz le robe el tiempo, espacio y ganancias.
"Desde que los alumnos empezaron a venir a las escuelas, mis ventas han subido un 35 por ciento, digamos que ahora ya vendo un 60 por ciento del 100 que vendía antes de la pandemia", mencionaba distraído con las peticiones de los estudiantes.
Sabores de limón, maracuya, rompope, granada, uva, fresa y chicle, iluminan los rostros de los niñxs que ansían refrescarse de un debilitado sol que apenas provoca los 18 grados centígrados.
"La verdad la pasamos muy mal en pandemia, no vendimos casi nada. Apenas salíamos con 10 vasos al día o menos, ahora mínimo vendo 20 diario, antes llegaba a los 30 o 40, entonces sí me llevaba mi buen dinero", dijo.
Valentín, forma parte del millón 400 vendedores ambulantes en México, de los cuales los puntos más importantes de venta son los centros escolares, cuestión que testifica la importancia del regreso a clases, no obstante, la incertidumbre es latente, pues aún con la esperanza de que el próximo año mejore el movimiento social, desconfían de que los contagios se eleven y regresen al porcentaje mínimo de ventas.
"Quisiera estar seguro de que las cosas mejorarán pero el virus nos ha enseñado que cuando más controlado lo tenemos, puede surgir muy fuerte y otra vez todo se echa para atrás, pero mientras vendemos y lo poco o lo mucho vale la pena", mencionó.
Desde las 10:00 horas, hasta las 16:00, se presenta como un vigilante taciturno frente a las aulas, a la vez que trasmite una envidiable y anhelada paciencia, como queriendo decir: seguimos vivos, no hay más que seguir.
(Foto: Aranxa Solleiro)
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