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Familia y Sociedad 2021-11-12

Laura Barreal Danel  

La ecuación de la felicidad…….y el afán humano por despejarla 

¡¡¡¡ Muy apreciable lectorx!!!  Le saludo cordialmente, con el sincero deseo de que Usted y los suyos se encuentren gozando de plena salud, así como, de las bendiciones que cada día recibimos del Creador y que tal vez no estamos conscientes del valor de todo lo que poseemos y no nos damos cuenta. Me permito dar continuidad a los puntos relevantes que la Dra. De Brigard pone a nuestra disposición en su publicación y que hoy, analizaremos los pormenores que nos permitirán acceder de lleno al tema de la ecuación de la felicidad, como ella lo llama, así como ….”el afán humano por despejarla 

La Doctora Natalia De Brigard, en su análisis nos comparte que la persona ha sido involucrada integralmente por cuanto esta epidemia ha visibilizado su naturaleza humana en su diferencia específica, al desnudo, desvaneciendo los accesorios que la acompañaban.  Aquí cabría hacernos la pregunta a nosotros mismos sobre cuáles eran los accesorios que hemos elegido para acompañarnos en nuestra vida diaria y valorar la importancia que les hemos conferido. 

Ahora bien, en el afán humano por despejar la ecuación de la felicidad” hemos olvidado de alguna manera nuestro ser ser humano” que es lo que está reclamando la pandemia: volver la mirada hacia nuestra condición específicamente humana. 

Si nos detenemos a reflexionar podremos constatar que, tal como lo señala la autora,  la libertad se ha visto coartada por cuanto se ha pedido llevar una vida de especial consciencia. Las elecciones singulares han tenido que contar con el cuidado de los demás, la atención a las regulaciones locales, nacionales y mundiales. Elegir egoístamente puede generar cadenas importantes de sufrimiento y dolor. 

Esto último requiere reaprender a vivir en comunidad, tal como hemos sido llamados a la existencia y que, con el paso del tiempo, las personas lo hemos ido olvidando para caer en ideologías individualistas y egoístas que nos invitan a solamente pensar en nosotros mismos, perdiendo de vista que nuestras acciones siempre” tendrán repercusiones, por supuesto en nosotros mismos pero también en quienes nos rodean y finalmente causarán efectos a nuestro alrededor. 

La Doctora De Brigard nos habla también sobre la responsabilidad, la cual ha tenido que ser ensanchada; las personas deben decidirse por conocer las consecuencias de las propias acciones. La pandemia ha mostrado la repercusión de cada acto singular en el entorno grupal. 

Por lo tanto apunta, la consciencia de vivir en comunidad se ha hecho visible exigiendo a cada uno su compromiso con el grupo que lo rodea sin lugar a vacilaciones. 

También hace referencia a la voluntad, misma que está exigida en su máxima expresión requiriendo de una actitud específica que no necesariamente ha sido voluntaria, sino que por el contrario, en las más de las ocasiones ha sido obligada por las circunstancias de vida que nos presenta la muerte como una posibilidad cercana que reclama la fortaleza de ánimo, la templanza y la prudencia. Descubrir un sentido es inminente para vivir el momento cotidiano y encararlo con total dignidad. 

Al respecto de esto último, yo me atrevería a plantear un cuestionamiento respecto al lugar que venía ocupando el sentido de vida” personal en los últimos tiempos, antes de la llegada de la COVID-19, cuando el tema de la inmediatez” a la que entre otras cosas, nos habíamos acostumbrado y nos impedía cultivar la paciencia” como una virtud que nos enseña a saber esperar” y nos permite alcanzar lo que nos propongamos, a sabiendas que no todo lo que deseamos o pedimos nos puede ser concedido en el momento. Sin embargo, es una virtud que habíamos guardado en el cajón para sacarla de nuestro entorno, para vivir pendientes de que todo lo que necesitábamos saber, tener, escuchar, etc. se podía lograr con el touch” del teléfono o de la computadora, para darnos respuestas inmediatas a lo que estuviéramos requiriendo. 

La frenética vida que teníamos hasta antes de la llegada del coronavirus, no nos estaba danto tiempo para ni siquiera pensar en cuál era el sentido de nuestra propia existencia, simplemente seguíamos una sinergia que nos marcaba la sociedad, las redes sociales, etc.  y nosotros la aceptábamos sin ni siquiera cuestionarlo.  

Nos habíamos acostumbrado a vivir como robots, presos y esclavos de nosotros mismos y de nuestros deseos y en muchos casos de la ambición desmedida por tener y tener, sin abrir espacios para mirar nuestro interior y descubrirnos y saber quiénes éramos en realidad, fuera de la masificación, como personas únicas e irrepetibles con dimensión espiritual, misma que nos confiere el verdadero valor y la dignidad de persona humana, única e irrepetible. 

Por otro lado, alude la Dra. De Brigard cómo es que, la expresión del amor ha cobrado inimaginables vías con nuevas formas y en ocasiones, con el rescate de lo que en otra situación, jamás hubiera sido expresado. La significación casi ha quedado en plan de remodelación inmediata.  

Desde luego, la pandemia le ha mostrado a cada ser humano de manera frontal, el mundo del cual era protagonista. Entonces el debate se dá, entre continuar con lo que se traía o cambiar; adaptarse y asumir singularmente la humanidad propia.  

El presente invita diariamente a contemplar la finitud y la fragilidad de manera vigilante respecto de la vida y de la muerte, esto es, la capacidad de trascender por medio de acciones hacia algo o alguien que se encuentra fuera del sí mismoel otro, lo otro. 

Agrega la autora que, la pandemia ha visibilizado también los vínculos relacionales; la forma de sentir y de estar con los demás. Ahora la ausencia física de los seres queridos genera un gran deseo de tenerlos, pero, a la vez, los convierte en la amenaza primordial sin lugar a escapes, ni evasiones; no es posible no darse cuenta de 

En consecuencia, la emocionalidad que emerge de las circunstancias no puede contemplarse como el problema y la causa; la vulnerabilidad es la manifestación de la movilización de la total dimensiónoética” de cada una de las personas en el mundo, algo así como la fiebre que anuncia que existe un problema en el organismo que se hace necesario comprender y solucionar……el problema es la infección, no la fiebre. 

Por tanto, sugiere la autora, que en el cuidado de la salud mental los profesionales deben abogar por las repercusiones que la pandemia genera en el ser específicamente humano de la persona, trascendiendo hacia la búsqueda del sentido en cada situación particular promoviendo y estimulando la movilización del sí mismo hacia el tú. 

La sensibilidad, los cambios de humor, la variabilidad del ánimo en cada uno, despiertan el coraje para vivir el aquí y el ahora; interpelan por preguntas adecuadas y bien formuladas como lo recuerda Lukas (1999) al resaltar que, por ser la naturaleza humana esencialmente trascendental, el sentido guarda un carácter de unicidad que destaca la especial necesidad para la persona de realizarse preguntas bien planteadas ante todo aquello que lo inquieta. 

Amable lector(a)!!!! Deseo que las reflexiones que hemos abarcado el día de hoy, le permitan realizar una evaluación personal sobre las consecuencias que la pandemia ha tenido en su persona, así como, reflexionar un poco acerca del concepto de felicidad” que Usted tiene para que, si Dios no dispone otra cosa, en la siguiente edición podamos comenzar a aclarar la noción de cómo podremos resolver la ecuación de la felicidad”. 

                                                                         Y….¡¡¡¡Hasta la próxima, queridx lectorx!!!! 


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