Aranxa Solleiro
Presencié una madrugada de oscuro penetrante, eran las 5:12 am, recibí un mensaje con una captura de pantalla de una conversación ajena, pero de interés para ser registrado y comunicado ante la sociedad lectora. La noche anterior, recuerdo, había lloviznado, lo que provocaba un frío ligero que endurece las manos mientras se camina por la calle, pronosticando una lluvia esporádica durante el día también.
-“Se encuentra desaparecido. Me acaba de escribir uno de sus familiares, ya sabes que tenemos comunicación todos.” Mencionaba la persona número uno, vecino y amigo de la infancia del desaparecido.
- “Me preocupa, no es una persona que se salga de su casa sin razón o que ande en malos pasos.” Respondía del otro lado el amigo (la persona dos) quien también, formaba parte del grupo de amigos de la infancia.
-“¿Qué debemos de hacer?” Siguió la persona dos.
-“Lo que es debido. Compartir la información a los contactos para que se difunda y se encuentre.” Contestaba la persona uno.
Eran las 11 con 43 minutos cuando la persona dos comenzaba a compartir la información a sus contactos, bajo un mensaje diciendo: “me acaban de decir que “el gordo” está desaparecido. Ayer fue la última vez que se le vio en el pueblo. Los posibles sitios a donde pudo ir es tal y tal. Compartan la información, por favor.”
Eran las 5:12 de la mañana, posterior a la lectura de las capturas de pantalla, recibía un siguiente mensaje: “Ya lo encontraron, me dejaron saber hoy en la madrugada. Lo encontraron en un hotel, dicen que se quitó la vida, pero lo dudo, porque él no era así, de pensamientos así. Iré al velorio.”
El sentimiento que despertó la sangre tibia en mis venas, hizo que las nacientes habilidades de periodista, urgieran en mí el deseo de contribuir a la búsqueda de información, su cuerpo había sido hallado en un hotel de paso de la ciudad de Toluca. Urbe que alberga a más de 90 moteles y empresas de hospedaje de menos de 4 estrellas, de acuerdo al registro en plataformas de reservación en internet. La búsqueda no sería sencilla.
11 de la mañana del día, las alertas de notificaciones del celular decían: “lo encontraron en un hotel de Capultitlán, no tengo conocimiento de uno ahí.” De inmediato lo identifiqué, había pasado cerca de él un par de días atrás, Escribí una respuesta: “Es el siguiente hotel”, es el único que se encuentra ahí. Investigo.”
Tres de la tarde del día, los medios digitales se rebosaban con las siguientes notas: “hallan cadáver de un hombre en hotel de Capultitlán”, “asesinan a un hombre en hotel de Capultitlán”, “asesinan a un hombre en un hotel de Toluca.” La información no fue más allá de lo superficial, por obvias razones, sin embargo, embriago a mi mente por no solo la alta tasa delictiva que existe en el país, especialmente en el Estado de México, sino por la constante perpetración de un turismo mexiquense que aún no puede despegar.
De acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública, en el mes de abril del presente año, siendo éste su último registro, se tiene un número de 311 homicidios, siendo Toluca representante de al menos tres de los 311 mencionados en el mismo mes.
Las fechas registradas fueron las siguientes: 9 de abril, 22 de abril y 29 de abril, acrecentando una pandémica alarma de emergencia en espacios de este tipo. De los hoteles que fueron escenario de los asesinatos fueron el Hotel Puerta del Sol y el Hotel Finca las Joyas, quienes no solo son considerados como espacios de servicio regular y familiares al contar con calificaciones de 4 a 3 estrellas en plataformas digitales de reservación en empresas turísticas, sino también como empresas familiares que sustentan vidas.
La situación no solo daña lo antes mencionado, sino también familias de víctimas y la integridad de trabajadores de dichos establecimientos.
En entrevista con trabajadores de empresas de hospedaje considerados de 3 a 4 estrellas en el municipio toluqueño, quienes por motivos de seguridad no mencionaron su nombre, argumentaron lo siguiente:
Recepcionista uno de hotel
La inseguridad se vive en todos lados, hasta saliendo de nuestras casas podemos encontrarla, lamentablemente, pero creo que los hoteles de paso, como según nos califican a algunos, se presta para que las personas no nos tomen en serio o para que crean que se pueden hacer solo cosas malas. A veces presenciamos tantos momentos que hasta miedo da y uno por no perder su empleo, pues mejor no dice nada.
Guardia de seguridad de hotel
Sí es cierto que hay mucha inseguridad, en este hotel no me ha tocado mucho pero hace unos años, como diez más o menos, me tocó presenciar una balacera dentro del hotel donde trabajaba también como guardia. Es difícil porque realmente no estás preparado para este tipo de cosas. No sabes qué hacer o si el simple hecho de ver los hechos van a causarte hasta la muerte.
Recepcionista dos de hotel
Como recepcionistas podemos sufrir daños de todo, desde que entren a robar, hasta que huéspedes sean personas con andanzas malas y nos pongan en riesgo. Es triste y creo que también es de impotencia, porque prefieres no hacer nada por sentirte un poco más protegido.
En México, particularmente en el Estado de México, no se cuenta con una regulación en las categorías de hoteles, su clasificación se coloca por el número de servicios ofertados, no obstante, la Secretaría de Turismo no cuenta con un protocolo de revisión para evaluar al establecimiento y por ende, otorgar la seguridad y capacitación necesaria a los empleados.
Eran las 17:32 de la tarde de un jueves de abril, llegaba un último mensaje de la persona dos: “ya lo están velando.”
(Foto: Aranxa Solleiro)
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