“Una gestión con base en la mejor evidencia se traduce en un gasto público equitativo, eficiente y de mejor calidad”
Esta semana llevamos a cabo una plática ligera a manera de webinar para inducir la gestión de la evidencia como elemento indispensable en la evaluación de programas públicos. La versión completa podrán encontrarla en nuestro canal de YouTube.
Iniciamos diciendo que el lavado frecuente de manos es considerado fundamental para prevenir la transmisión del virus SARS-CoV-2, pero esta acción preventiva no fue descubierta recientemente, de hecho, tiene sus orígenes en el siglo XIX con el médico cirujano Ignaz Semmelweis, quien reunió evidencia suficiente para demostrar que lavarse las manos reducía infecciones.
Desde entonces se cuenta con una metodología para la toma de decisiones y ejecución de acciones basadas en evidencia. La evidencia no es solo para el campo médico, ha diversificado su campo de acción: 1) científica, resultados de investigaciones con un fundamento sistemático y rigor metodológico; 2) organizativa, datos y hechos generados en el día a día de una organización; 3) empírica, la experiencia y el criterio profesional de los individuos]; y 4) stakeholders, valores y preocupaciones de las personas que serán afectadas por la decisión.
El proceso para la Gestión Basada en Evidencia (GBE) permite identificar información y analizar su calidad de manera crítica y sustentada, a través de 5 etapas:
1) parte de formular una pregunta correcta, cuyo planteamiento guiará la búsqueda efectiva de evidencias;
2) búsqueda de información, que entre mejor sea, más sencillo será su tratamiento y recuperación;
3) valoración de las evidencias, en esta etapa se revisa la rigurosidad y pertinencia de la información, comprobando si esta se ajusta a la pregunta planteada en la etapa inicial;
4) ejecución de la evidencia, la factibilidad de su uso por parte de los miembros de cualquier organización, implica que estos cuenten con los conocimientos, habilidades y actitudes para el tratamiento objetivo de la información; y
5) evaluación de resultados, si bien esta es la última etapa de la Gestión Basada en Evidencia, debe verse como un nuevo comienzo, ya que el éxito de haber tomado una decisión o haber ejecutado una acción dependerá de que se de respuesta a la pregunta planteada o haya que reformularla para iniciar nuevamente el ciclo.
La GBE, pese a ser un modelo metodológico consolidado en algunas organizaciones públicas, aún presenta algunos aspectos a mejorar, como por ejemplo la obtención de evidencias, pues ¿cómo gestionar adecuadamente la evidencia cuando no hay procesos adecuados que permitan generar dicha evidencia? Una de las principales herramientas para generar evidencias confiables es realizar un proceso de evaluación, específicamente a los programas presupuestarios y fondos federales, pues es en estos que se ve aplicado el gasto público.
Gestionar la evidencia es una forma de sustentar decisiones de manera crítica, objetiva y reflexiva. En la administración pública, quienes están al frente en algunas ocasiones tienen la mala costumbre de tomar decisiones guiándose por su intuición, juicios personales, o peor aún, por compromisos políticos; significando el fracaso de su propia gestión y de ellos mismos como servidoras y servidores públicos.
*Consultor en Gobernova
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