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Con bajos o nulos aforos, regresaron las clases presenciales en el Estado de México

Aranxa Solleiro  

Este lunes, algunos alumnos tuvieron que despojarse de sus cobijas, sillones y sillas de escritorio,  para sustituirlas por una banca que -a momentos- fomenta un dolor en la parte baja de la espalda. El regreso a clases presenciales es una realidad.  

La Escuela Secundaria “Nezahualcóyotl Acolmiztli” ubicada en el Municipio de Metepec, preparó a su ejército -recién vacunado- de docentes para dar batalla de frente al toro de Lidia al que se enfrentarían al tener el reto de contar con alumnos de manera presencial. Se postraron en la puerta los catedráticos de diversas unidades de aprendizaje: español, educación física, matemáticas e historia. El Director Héctor Raúl Esquivel, portó un cubrebocas mágico que le procuraba un sentimiento de paz al sentirse protegido, fue el primero en llegar, portando también, el alma preparada para iniciar una jordana más con entusiasmo, no obstante, su energía positiva fue evaporada tras haber esperado más de una hora a la llegada de siquiera, un alumno.  

Sus palabras ante ello fueron las siguientes: “no vinieron ya, la entrada es a las 7, ya son más de las 7, eso quiere decir que no llegará nadie y aunque lo hiciera, pues ya no estaría permitida su entrada, pues se acabo su tiempo de consentimiento para que se le de acceso. Creo que la mayoría reflexionó un poco sobre el riesgo que se sigue corriendo, tener la enfermedad no es solo cuestión de 15 días, el virus dura mucho más tiempo, porque algunos se agravan, otros sufren secuelas que les impide llevar una vida normal en un corto tiempo y desafortunadamente el gasto es mucho, cuestión que los padres de familia no pueden afrontar, pues la mayoría no cuentan con el recurso para recibir atención médica privada, porque hay que mencionar que también, casi todos no cuentan con un empleo formal que les permita un seguro social.”  

Las profesoras se veían a lo lejos parloteando, haciendo ver lo mucho que se echó de menos el tiempo sin verse unos con otros y el escaseo de historias entre el magistrado. La secundaria, finalmente, decidió postergar la ilusión de ver en sus aulas a alumnos cargados de mochilas y aprendizajes.  

Más adelante, pasando el Cerro de los Magueyes, se encuentra la Escuela Secundaria “Miguel Hidalgo y Costilla”, quien tuvo en un salón de más de 25 alumnos, a cuatro discentes, cada uno con cubrebocas, mochilas infestas de libretas de hojas que curiosamente no han perecido y un cansancio detectado en la mirada de cada uno.  

Los intendentes, antes del ingreso de los alumnos a los salones, se aseguraron de limpiar cada recoveco escolar, usando la misma jerga comprada desde hace más de los 15 meses de pandemia, portando un casi transparente cubrebocas que promete protegerlos de cualquier enemigo invisible y la vestimenta de siempre. El profesor en turno se postró frente a los asientos vacíos y el monologo de cada generación, se presento nuevamente.  

El aprendizaje de cómo llevar a cabo una reestructuración al sistema pedagógico, quedó en el imaginario de unos cuantos, la pereza del alumnado se perpetuo tras tomar clases a través de una cámara apagada y un micrófono silenciado por motivos personales.  

A poco más de 14 kilómetros de distancia, el Colegio Mano Amiga perteneciente al Municipio de Lerma, contemplaba una participación un tanto más vívida de parte de los alumnos. Con un uniforme bien planchado, un cubrebocas en su mayoría blanco y una lonchera que permitió el tan comentado anulado receso para evitar aglomeraciones y expulsión de partículas salivales.  

Los salones de 30 alumnos cada uno, se transformaron en espacios de cinco, cuatro, ocho y un máximo de doce, uno de los profesores se percibió sentarse frente a sus cuatro alumnos y se escuchó la siguiente pregunta: “¿a qué vienes, Isaac? ¿A seguir esperando que el profesor te dé todo lo que debes hacer o a empezar a ser proactivo en tus estudios?” El silencio posiblemente duró los 50 minutos de clase.  

Las escuelas presenciaron un regreso a clases lánguido, con alumnos pasivos, con miedo atestado en sus rostros cubiertos por un cubrebocas obligatorio y con profesores que siguen sin entender que la enseñanza debe dejar de ser pasiva.  

El riesgo no puede detenerse, sin embargo, se espera que cada uno de los valientes en esta nueva oportunidad académica, salgan ilesos y entusiastas en sus estudios. 

(Foto: Aranxa Solleiro) 


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