Aranxa Solleiro
Las desigualdades constitutivas de la ciudad capitalista. La problemática no solamente se centra en cuestiones económicas, sino también en la toma de decisiones o formas de pensamiento diversas entre uno y otro. Dicho por David Harvey (2015), la ciudad es el escenario o laboratorio ideal para la reorganización de los arreglos espaciales capitalistas y para el crecimiento de grupos sociales, no obstante, también es identificado por ser el espacio de las resistencias o resiliencias, así como de una organización política que otorgue un derecho a la ciudad.
A través del derecho a la ciudad, se da la posibilidad de “reivindicar los poderes de producción urbana, haciendo partícipe a todos los actores que son parte de determinado contexto, con el fin último de cambiar la realidad actual y cuestionar la relación existente entre el sistema capitalista de producción urbana.” Dicho así por la Revista Planeo de Chile con base en Harvey (2015) y la teoría de Lefebvre (1968). Añadiendo proponer restablecer las jerarquías de derechos e incluir nuevos conceptos a las demandas urbanas.
Las demandas urbanas se refieren a cualquier tipo de protesta basada por inconsistencias sociales, debido a considerar una escasa incorporación de atención y asistencia a las peticiones que se dan los civiles confluyentes en el territorio urbano de parte de las autoridades o quienes rigen el espacio.
Las protestas sociales, auspician una comunicación entre un cuerpo social y otro, como lo son los que gobiernan y los que radican en la ciudad, además con ello, se da una permisibilidad de uso del espacio, de libre expresión y derecho a voto de lo que verdaderamente se desea o no en la urbe donde se habita.
El día de miércoles 2 de junio del presente año, lucieron las columnas de los icónicos Portales de la ciudad de Toluca, infestas de leyendas, que utilizando un lenguaje injurioso, hacen mención a las autoridades del gobierno en curso, el disgusto social que se vive en la capital. Los paseantes escandalizados, miraron alrededor como sintiéndose presos de una lujuriosa inconformidad. Lanzando ellos por igual, una serie de ataques contra del grupo -comúnmente llamado vandálico-que firmó con el nombre “Las Panteras”, sin tomar en cuenta los citadinos que se trata simplemente de una manifestación social necesaria para la reestructuración de políticas en pro de los pobladores y el derecho a vivir en la ciudad.
Desde el lunes 8 de marzo, los movimientos sociales han ido incrementando, especialmente las relacionadas a temas feministas, provocando que los inmuebles fueran protegidos por vayas y material de hierro cubriendo los ventanales de los edificios, con ello, desean apaciguar los desacuerdo de la sociedad con las acciones de agentes políticos. El edificio de la Cámara de Diputados, se percibe como un espacio fuera de la armonía visual en el centro histórico de la capital mexiquense, pues las protecciones que le rodean, han reducido la imagen atractiva de éste y los establecimientos que le circundan.
De acuerdo a lo dicho por citadinos entrevistados para la redacción de la presente nota: “las protestas sociales nos ayudan a entender qué es lo que hace falta o qué es lo que sucede en nuestro entorno. Incluso los políticos se enteran de qué es lo que pasa afuera de sus oficinas cuando salen a la calle y lo gritan, porque ellos parece que viven encerrados en una burbuja color rosa.” Dicho así por Pamela Rodríguez de 21 años de edad.
“Yo creo que está bien que se manifiesten mientras no le hagan mucho daño a los demás, o sea, si pintan o rompen, pues sí es malo, pero eso solo significa que no han hecho nada los políticos por atender las necesidades de la gente, sí se ve mal y se puede ver peor la ciudad si ellos siguen en su plan de nunca hacer caso.” Dijo Gabriela Aguilera de 34 años de edad.
Citando al autor argentino Raúl Zibechi (2013): “Los movimientos sociales de nuestro continente están transitando por nuevos caminos, que los separan tanto del viejo movimiento sindical como de los nuevos movimientos de los países centrales. A la vez, comienzan a construir un mundo nuevo en las brechas que han abierto en el modelo de dominación. Son las respuestas al terremoto social que provocó la oleada neoliberal de los ochenta, que trastocó las formas de vida de los sectores populares al disolver y descomponer las formas de producción y reproducción, territoriales y simbólicas, que configuraban su entorno y su vida cotidiana.”
Dicho de esa manera, los reclamos expresados en las paredes perpetran la imagen de la ciudad, empero, permiten la discusión y entendimiento de los eslabones que conforman el territorio.
(Foto: Aranxo Solleiro )
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