Después de limpiar el jardín del monasterio de Todaiji, un monje acompañó al maestro Ganto Takada a una caminata por el monte. De manera inesperada, el maestro se arrodilló ante un gran trozo de excremento y clavó en él una barra de jabón que escondía en su kasaya. Luego preguntó con una voz que producía un sonido musical:
–¿Qué sucedió primero, Harumi? ¿Una parte del jabón se ensució de excremento o una parte de excremento se limpió con el jabón?
Ante la cara de aflicción del monje, Ganto añadió:
–No te preocupes. Este será tu koan. Ve al monasterio de Nansen, y cuando encuentres la respuesta, regresa. Aprende de los sauces, Harumi, y recuerda: si ves al buda, córtale el cuello.
Años después, Harumi volvió al monasterio de Todaiji en busca de su mentor. Cuando llegó, un bonzo le preguntó qué era lo que deseaba.
–Busco al maestro Ganto.
El bonzo fue a avisar a Ganto, quien minutos después apareció en la entrada del monasterio, con su kasaya de siempre, con su sonrisa de siempre.
–¿Quién me busca? –le preguntó Ganto a Harumi.
–Soy un monje que en ocasiones tiene una mente limpia, como una barra de jabón, y a veces, sucia, como un gran trozo de excremento.
Ganto lo miró de arriba abajo, tras lo cual comentó:
–Vaya, te confundí con Harumi.
Dicho lo anterior, le dio la espalda e indicó con una mano que cerraran el portón.
Soy un aprendiz de escritor fecundado in vitro, es decir, me hicieron en talleres literarios. Primero en el que impartía la escritora Silvia Molina en Difusión Cultural de la UNAM. Lo que sé de microficción lo aprendí con Eduardo Osorio. Ahora asisto al taller de narrativa de Grafógrafxs, impartido por Alonso Guzmán, en el cual se ha forjado una comunidad muy chida que todos los sábados conjuga el verbo enchular. Este cuento es una especie de autocrítica, pues aunque digo que conozco los preceptos del budismo zen, todos los días me cacho incumpliéndolos, ya que, como Harumi, no logro desligarme del pensamiento racional.
Mauricio Pérez Sánchez (Distrito Federal, 1962). Estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Fue subdirector de la revista La Colmena y es integrante del taller de narrativa de Grafógrafxs.
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