Daniel Cortez
Mis huellas están situadas en los caminos arenosos de esta ruta, por momentos se han perdido en la ventisca del viento, y en otros, el mar se las ha llevado a lugares en que la humedad no puede faltar. Estos pasos encuentran un hoy para detenerse un poco, para sentir y escuchar el sonoro caminar de las manecillas del reloj que por fin decidí adquirir, no para contar lo que mis pies han vivido; sino para buscar nuevos caminos.
No hay letras muertas en este momento de paz, sólo me encuentro solo, mirando al vacío, a ese lugar al cual regreso cuando el fuego parece extinguirse. Dejo que mi piel sienta el millar de sensaciones que pasan por mis arterias, siento como mis dedos contienen palabras, la boca silencios y las piernas lugares por conocer.
Y… ¿Por qué no poner el dedo en la llaga?, si de algún modo eso me hace sentir vivo, me asomo a lo que sucede fuera de mis manos y disfruto del espectáculo que puede llegar a ser una tormenta. Me adentro a las profundidades de mi ser, recolecto las hojas secas donde la sangre toma calor y color, soy el sonido del pulso que cimbra mi centro. Me embeleso encontrando en los atardeceres de mis recuerdos la vida en palabras, viendo las estaciones que oculto detrás del sombrío gesto, y así termino riendo a carcajadas por esta locura.
Entonces me burlo del chico nostálgico y tonto que a veces soy, comprendo la responsabilidad que eso conlleva en las consecuencias de los actos. Pero esta no es una nota triste en los anuncios clasificados del diario, ni es un obituario; esto es un vínculo a las emociones que por ratos no puedo entender, es un presente tranquilo en la oscuridad de un momento, sabiendo que después del llanto encontraré una sonrisa, así como la dicha de seguir dejando huellas en los lugares que camino.
Categoría: Nacional |
Etiquetas:
No hay etiquetas asociadas a éste artículo. |
Vistas: 49 |