2021-02-27-yo-queria-llamarme-emilio-como-tu

YO QUERÍA LLAMARME EMILIO, COMO TÚ

Yo quería llamarme Emilio, como tú. 

Lo repetía en el parvulario, todo el tiempo; 

tanto que la maestra también se burlaba de mí. 

A lo mejor por eso me enganché contigo. 

Te quiere, Ricardo. 

Posdata 

Cómo aprenden a mutilar los estudiantes de medicina, tú lo sabes porque lees mucho, 

y las personas que leen saben cosas, o eso dicen.   

¿Es una asignatura? 

¿Mutilación 1, mutilación 2, mutilación 3? 

¿Es una especialidad? 

¿Practican con árboles? 

¿A dónde llevan las extremidades, Emilio? 

¿Las queman? 

¿Hay una especie de sadismo oculto ahí, legitimado? 

Posdata 

Te recuerdo.   

Eres un tigre antropomorfo que se lame las zarpas en un escritorio enorme, a desnivel 

Tus visitas se detienen en un espejo circular a ras de suelo. 

Quieren actuar, dar las noticias, anunciar el clima . 

Cuando apruebas bajas, las lames, y les vacías encima una jarra de leche. 

¿Llevas un registro fotográfico de cada proceso? 

El plano vertical lo heredaste de tu padre; 

Él lo aprendió en el cine: los enfoques picados simbolizan poder. 

Tu oficina está adornada, como tus botas y tu cinturón, con diseños acebrados. 

Hay un tigre en una jaula. 

Tiene, como tú, una piedra engarzada en el pecho. 

Posdata 

Yo quería un ofició simple. 

Siempre odié a mi padre y nunca me gustó la televisión. 

Herrero. 

Carpintero. 

Taxista. 

Hojalatero.   

Arriero de bueyes. 

Pastor de cabras.   

Guardian nocturno en un zoológico, 

O en un acuario. 

Tener un negocio pequeño, 

que me dejara moverme. 

Lo hubiera llamado: 

el ojo silba o el ojo baila, 

el ojo brinca  o el ojo dentado”, 

o “el ojo pinchado” o el ojo pescado, 

el ojo trinchado o el ojo peinado”.  

El ojo, asociado al rojo u otro color no, Emilio. 

Habría sido demasiado predecible. 

¿Cuál habrías elegido tú? 

¿Aún sales a correr? 

¿En qué pensabas de niño? 

Yo quería ser cierto tipo de héroe. 

Veterinario. 

Acróbata. 

Bombero. 

Astronauta. 

Pilotar aviones, submarinos.   

Detonar bombas, desactivarlas.   

Suturar heridas, lavarlas 

Profesor, quizá: inventar un trazo vinculando a  Faulkner y a Flaubert. 

Ir al joven Heidegger, y al viejo; ir  a Gadamer. 

Aprender los mitos griegos, los nórdicos, los mesoamericanos. 

Y explicarlos magistralmente durante mis clases. 

No demores en responder. 

Te extraña, Ricardo. 

Posdata 

Por ocio hice el siguiente cálculo; 

A la edad que tengo, he comido: 

56 reces, 

99 cerdos, 

358 aves, 

497 peces. 

Una res pesa entre 700 y 1000 kilogramos. 

Un cerdo entre 250 y 360 kilogramos. 

¿Tú, Emilio, cuántos animales has comido? 

¿Cómo te gusta comerlos? 

Tengo un cementerio entre el estómago y la boca. 

Estampidas en el hígado. 

Posdata 

Tengo un recuerdo. 

Estoy en secundaria en primer año y bebo un boing de guayaba. 

Ella viene y me lleva a los bebederos. 

Siempre fui a la escuela en la tarde y había un espacio oscuro ahí, entre los bebederos. 

Se abre la falda y me pide que meta la mano. 

“No tengo nada debajo, dijo, me los quité para ti” 

No sé por qué, pero la miré con desdén y me fui corriendo. 

No me acuerdo de su nombre, sólo recuerdo que era muy blanca, pecosa, que a su hermano le apodaban el camarón,  que su cabello olía a shampoo frutal, y que sentí algo en los abductores. 

Debí probar, meter la mano, Emilio. 

Igual no me habrían dejado de gustar los muchachos. 

¿Aún tocas una guitarra imaginaria cuando escuchas música? 

¿Te travistes para alguien en secreto, Emilio? 

Yo me delineo los ojos. 

A veces me pinto los labios con lápices baratos. 

Te reirías de verme. 

Me siento viejo, y aislado. 

¿Recuerdas los boings, en su forma tridimensional? 

Los pisabas y explotaban.   

Posdata 

Ensayé esta estructura: 

Guardas en el pecho el sonido de montañas de acero chocando. 

Guardas en el pecho el sonido de montañas de hielo chocando. 

Guardas en el pecho el sonido de montañas de agua chocando. 

Guardas en el pecho el sonido de edificios altísimos que se derrumban.   

Guardas en el pecho el sonido de árboles que se queman. 

Guardas en el pecho el sonido de toda la cristalería de Walmart, rompiéndose. 

Guardas en el pecho el sonido amplificado de la señal estática. 

¿Escondes algo ahí, entre los cojinetes, que lames? 

¿Es una princesa cebra? 

¿Qué tienes ahí, Emilio, tras el ombligo, 

hormigueros? 

Tengo una historia, mira: 

Mi padre fue a la guerrilla y por el estrés, supongo, volvió psicótico. 

El punto es el siguiente: 

uno de sus amigos me contó que él era el más afectado del escuadrón, 

y que en los campamentos atacaba a todos con un lanzallamas invisible. 

Años después, en una reunión de veteranos, se turnaban para dar vueltas en una moto. 

Tu padre, dijo, contraía la nariz compulsivamente. 

En su turno se fue en la moto y simplemente no regresó. 

Luego supieron que viajaba con una compañía de telépatas. 

Mi padre murió de Epoc, Emilio. 

Se asfixió en una mecedora. 

Fumaba muchísimo 

¿Cómo murió el tuyo? 

¿Te enseñaba Historia? 

¿Qué soñaba Díaz Ordaz? 

¿Qué soñaba Luis Echeverría? 

¿Qué soñaba López Portillo? 

¿Qué soñaba tu padre, Emilio, te contó? 

¿Qué te parece más aterrador, Emilio?   

¿Un tiburón o un cocodrilo? 

¿Un tiburón o un cocodrilo? 

¿Un tiburón o un cocodrilo? 

Posdata 

Hice este collage para ti, 

lo titulé Ozymandias. 

Para que nadie te vea, 

te cegué los ojos con estrellas marinas. 

Parece que estás volando. 

Te escribiré el viernes, 

¿Puedo llamarte Jean? 

Israel López Solano (León, 1986). Estudió Historia en la Universidad de Guanajuato. Prepara la tesis “Desollamiento humano entre los mexicas durante el Posclásico tardío (1200-1520 d. C.)”. Tiene una pequeña galería para fumadores. Actualmente trabaja en la edición del fanzine Ratas con pelo de hongo. Es integrante del taller de poesía de grafógrafxs. 


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