Eric Rosas
La embestida que el titular del Poder Ejecutivo Federal ha dirigido en contra de la producción limpia de energía sólo va a causar que la economía de México termine electrocutada. Ahora que inició el último periodo ordinario de la LXIV Legislatura de la Cámara de Diputados, se supo que el presidente de la República envió como iniciativa preferente un decreto con el que insiste en reformar la Ley de la Industria Eléctrica. Entre las modificaciones pretendidas, destaca el retroceso en materia de libertad de mercado y de protección al medio ambiente, que se daría en caso de que, como lo solicita el primer mandatario, se obligara por ley al Centro Nacional de Control de Energía (CENACE) a adquirir y distribuir prioritariamente el fluido eléctrico que le entregue la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y no aquella electricidad que resulte más barata, como fue establecido por la anterior reforma y se hace hasta ahora. La propuesta intenta justificar este cambio de criterio para el CENACE en falsas premisas como: que la energía eléctrica que la CFE produce es la más limpia del mercado y que la electricidad producida por los aerogeneradores y las granjas solares es intermitente.
Dado que la fracción parlamentaria del partido del presidente y las de sus aliados suman mayoría en la cámara baja y, como lo hemos sufrido en múltiples ocasiones en los periodos de sesiones recientes, acostumbran a obedecer irracionalmente las órdenes del inquilino de Palacio Nacional – extinción de fideicomisos públicos, por ejemplo –, es casi seguro que esta reforma avanzará tal cual fue recibida y se convertirá en ley; sin embargo, esta victoria sería pírrica de llegar a concretarse, pues, baste recordar que hace apenas unos días la Suprema Corte de Justicia encontró como violatoria de la libre competencia una aberración similar, que la titular de la Secretaría de Energía había intentado implementar como política energética.
Pero para no dejar espacios fértiles en los que las mentiras y ocurrencias puedan florecer, conviene aclarar que actualmente la generación de electricidad mediante los paneles fotovoltaicos se ha vuelto muy confiable y no es intermitente, como lo hemos constatado en los varios años recientes – los apagones ocurridos en esta administración federal se deben a otras causas –. Además, la integración de tecnologías más robustas en las generaciones de celdas solares por venir, entre las que se prevén las hechas con perovskitas en arreglos tándem, sólo aumentarán la eficiencia de conversión de los paneles fotovoltaicos y con ello disminuirán aún más el costo de generación. Tendencia que no seguirá la generación de electricidad en las termoeléctricas de la CFE, que consumen sucios y nocivos combustibles fósiles.
Pero, a parte de la grave afectación medioambiental y del retroceso tecnológico, la decisión de favorecer la generación sucia de energía también traería un grave deterioro económico para nuestro país. No sólo es el hecho de que una energía eléctrica cara reduce el atractivo de México como un destino de empresas que busquen nuevas ubicaciones. El mundo ha cambiado ante la catástrofe climática que estamos padeciendo y las dos economías más grandes y contaminantes del planeta han trazado horizontes claros para su descarbonización. China se puso como meta el 2060 y los Estados Unidos de América ha retomado al 2050 como su objetivo. Se fortalecerán los marcos regulatorios y empezarán a tasar los productos hechos con energías sucias y entonces los mexicanos quedaremos electrocutados.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
e.rosas@prodigy.net.mx
Twitter: @DrEricRosas
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