2020-12-04-familia-y-sociedad-39

Familia y Sociedad 49

La paz… el más grande anhelo de la persona humana 

Laura Barreal  

Muy estimado(a) lector(a)!! Le saludo con gusto, como en cada edición, para desear que Usted y los suyos sean bendecidos con paz y mucha salud. Aprecio y agradezco la atención que le presta a la presente columna, misma que, en ésta ocasión dedicaremos al tema de la paz, como el bien mayor al cual aspiramos todos. 

 Me permito citar a San Agustín, quien comienza a reflexionar “en el libro XIX de la Ciudad de Dios”, acerca de la importancia de la paz, como uno de los mayores bienes no sólo de la vida eterna, sino también de la vida terrenal, afirmando al respecto: “Porque es tan singular el bien de la paz, que aún en las cosas terrenas y mortales no sabemos oír cosa de mayor gusto, ni desear objeto más agradable, ni finalmente podemos hallar cosa mayor” 

Por su parte, J.Henri Bouché Peris, de la “Universidad Nacional de Educación a Distancia”, nos comparte que “La paz comienza por uno mismo”. Y, nos hace recordar aquella sentencia que solía decirse hasta hace no muchos años: “la caridad comienza por uno mismo”. Refiriendo ésta como una sentencia egoísta, seguramente, pero que, en alguna medida, retrataba le época y el pensamiento de nuestros coetáneos.  

El autor cita otra sentencia --esta vez más firme— aquella tan conocida de la UNESCO: …..“Si las guerras nacen en la mente de los hombres es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”…..  

Asimismo, refiere la importancia de reivindicar la atención sobre el ser humano, sobre su interioridad o intimidad, para comenzar a caminar en pos de la tan anhelada paz, utópica e inalcanzable para muchos, pero necesaria para todos……..y posible. 

Bouché cita que, no es el mundo el que hay que arreglar, sino las personas. Una gran verdad!!!   Pues apunta que, cuando cada ser humano esté en paz, consigo mismo, habrá llegado el momento en que el mundo esté también en paz. Y alude que, la persona humana es una realidad tangible con la que nos topamos todos los días, aunque en demasiadas ocasiones, la sigamos esquivando. Pues, dialogar con uno mismo –monologar, si se quiere---, no es una tarea frecuente ni generalizada y menciona que, de tanto mirar a los otros hemos perdido nuestra imagen especular y plásticamente describe que, el yo espejo se ha difuminado. El espejo del “yo” se ha empañado, al menos. 

El autor nos urge a despertar de este duradero letargo y volver a los orígenes, al examen cotidiano sobre nuestra conducta en busca, quizá de una identidad perdida. Y afirma que quizá la suma de los seres humanos tal vez no sea la totalidad del mundo, pero.. “la caridad comienza por uno mismo y puede prolongarse hacia los demás” 

Es verdad, y coincido con el autor respecto a que, en la actualidad tales reflexiones en torno al yo no son solamente esenciales, sino “indemorables” en su aplicación. Puesto que, es una realidad que nos encontramos, como él dice, instalados en un período en el que hablar de paz es como clamar en el desierto. Pues, por desgracia, es mucho más frecuente oír hablar de guerra. Y cita… la guerra está de moda: la de la que nos hablan los medios de comunicación social, así como, las que están encubiertas por la pobreza de medios, en las que el silencio se alía con la crueldad… Y Bouché, hace una escalofriante referencia respecto a que, los medios tienen sus preferencias –o sus necesidades— en ésta cuestión…….Las muertes tienen un precio, unas menos valiosas que otras, al parecer.  

Él mismo hace un interesante análisis respecto al tema de la “paz”, como un vocablo muchas veces circunscrito a la ausencia de violencia en general, o de guerra en particular, cuyo protagonista, dice él, es aquel “homo sapiens sapiens”, sumido muchas veces, en la ignorancia de su intimidad. 

Sin embargo, nos recuerda que cuestionarnos… ¿qué es la paz?...  No  constituye una pregunta banal puesto que, su sola definición entraña serias dificultades. Asimismo, nos invita a no olvidar que , como se dijo en una reunión de “Las Palmas de Gran Canaria” (1997) y que, el entonces Director General de la UNESCO, Federico Mayor Zaragoza, otorgó al reconocimiento del derecho a la paz el mismo rango que los derechos del hombre enunciados en 1948. 

Bouché reconoce que con gran frecuencia se pide la paz en el mundo. Sin embargo, si hacemos un análisis… ¿cúal es el tipo de paz que se solicita? Y él responde que, generalmente nos referimos a la paz externa, aquella que perturba de manera violenta la convivencia humana. Y apunta, sin embargo, son pocas las veces que aludimos a la paz interior de la persona, a aquella que exige mirar hacia adentro y que luego, nos permite mirar hacia afuera a través de la ventana del mundo.  

El Secretario General de la ONU, en 1986, Javier Pérez de Cuéllar dijo: “Que la paz debe comenzar en cada uno de nosotros. A través de una reflexión introspectiva y seria sobre su significado se pueden encontrar formas nuevas y creativas de promover el entendimiento, la amistad y la cooperación entre todos los pueblos”.  Podemos entonces comprender que la paz, en su forma más pura se dice, que es silencio interno lleno del poder de la verdad, serenidad y ausencia de conflicto. 

También se ha manifestado que la paz es un deseo del hombre y Galtung, J.(1985) expone, “pocas palabras han sido usadas tan a menudo y de pocas se ha abusado tanto, debido tal vez, a que la paz sirva de medio para obtener un consenso verbal: es difícil estar por completo en contra de la paz”. Pese a ello, el término no ha sido entendido de manera unívoca por todos: se llama paz negativa a la ausencia de guerra o conflicto, mientras que la positiva tiene un carácter más constructivo como veremos. Por eso, continúa el citado autor….. “llamar paz a una situación en que impera la pobreza y la alienación es una parodia del concepto”. 

Bouché por su parte, proclama que, la paz es un deseo innato del ser humano, un derecho y un deber. Es algo que se gesta en nuestra intimidad. Que, aunque se acabara la violencia externa.., las guerras, nunca se conseguirá la paz si ella no reina en nuestro interior.  

A nivel personal, el punto de arranque para conseguir la paz en el interior es, tal como lo afirmó Aristóteles “Conócete a ti mismo”, sin lo cual se presenta complicado y difícil el inicio del camino que conduzca a encontrar la paz.  

Por tanto, al perseguir el bien más preciado para el hombre, la paz interior, requerimos el autoconocimiento, o conocimiento de uno mismo para luego, aprehender (hacer suyo) la paz y así, desdoblarla hacia los demás. 

En base a lo expuesto, podemos inferir la importancia de la “educación para la paz” en la vida familiar través de la construcción de un marco de principios de rectitud y verdad, fundamentados en el respeto a la dignidad de uno mismo y del otro, a través de la experiencia de “amor incondicional”, como referente insustituible y que solamente es posible en la vida familiar.  

                                                                               Y….Hasta la próxima, querido(a) lector(a) 

  ¿Deseas recuperar la paz en tu persona y……en tu vida familiar?  

Pongo a tus apreciables ordenes mi acompañamiento y apoyo profesional y humano …….a través de “Consultoría y Orientación familiar” que debido a la pandemia, la estoy realizando “online” y,  para hacer una cita me puedes contactar al correo electrónico orientafam.lbd@gmail.com 

También me encuentras en

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