2020-10-31-en-donde-quedaron-los-liderazgos

¿En dónde quedaron los liderazgos?

En la historia se recuerdan diferentes épocas y sucesos que, si bien han sido marcados por severas dificultades, también han permitido que nazcan distintos movimientos sociales y liderazgos. 

Isidro O'shea  

Ejemplo de lo anterior, y más allá del romanticismo que las ciencias sociales han puesto en ella, está la década de los 60. Década marcada no solamente por la lucha de la consecución de derechos de la comunidad afroamericana en Estados Unidos, sino también por los diversos movimientos estudiantiles alrededor del mundo, y diversas manifestaciones en contra de la poca justificada guerra de Vietnam. 

Sin embargo, tal como lo mencioné al inicio, estos movimientos, no fueron producto de la casualidad ni de la espontaneidad; sino que fueron la respuesta a diversas problemáticas sociales, muchas de ellas, injusticias. 

Si bien es cierto que ningún movimiento bien estructurado se logra desde la huida de la luna a la llegada del sol, también es verdad, que se necesitan primeras piedras para formar grandes movimientos sociales, o por lo menos, atinadas respuestas. 

El liderazgo de Martin Luther King no se logró cerrando los ojos hacia la realidad. Su liderazgo y el movimiento fueron respuesta a una continua persecución contra las personas negras en Estados Unidos. El “I have a dream” fue el clímax de una constante lucha en la que la comunidad, día a día, buscaba poner un alto a los agravios sufridos. 

Por su parte, el fin de la intervención estadounidense en la Guerra de Vietnam, no fue tampoco una decisión basada en la generación espontánea; fue el resultado de manifestaciones de la ciudadanía en contra de la acción bélica, al punto, de que al expresidente Lyndon B. Johnson, le costó no presentarse a la reelección. 

En México, un ejemplo certero de la importancia de movimientos y liderazgos radica en las injusticias en contra de la democracia en el periodo del partido hegemónico, donde los sufragios no eran contados con la rectitud de una democracia plena. Los movimientos que surgieron a partir de 1988, así como de las elecciones de 1986 en Chihuahua, no se dieron gracias al aburrimiento ciudadano, sino al hastío de ver cómo la voluntad del pueblo se ignoraba. Con ello, nacieron liderazgos fuertes y sólidos en contra ya no de un régimen, sino a favor de una entrañable democracia. 

Incluso hasta en el fútbol sucede: el hoy capitán del Real Madrid, Sergio Ramos, muy probablemente, no sería la figura estelar de liderazgo que hoy representa, si en aquella final de Lisboa, tras 12 años de no ganar la Liga de Campeones de Europa, no se hubiera elevado entre los rivales, para colocar en el minuto 93, el gol que a la postre los haría campeones de Europa. 

Resulta evidente que, tanto movimientos como liderazgos, no son resultado de la casualidad sino del esfuerzo constante; esfuerzo que necesita también de una red de trabajo y apoyo, que no se hace solo con los líderes, sino con todos aquellos que creen en una causa. 

Si bien en la mayoría de los sucesos ejemplificados, se ha partido de injusticias, estas no deben porque ser el factor distintivo. Los seres humanos muchas veces nos enfrentamos a escenarios adversos, sin que exista la necesidad de un victimario a quien podamos señalar específicamente. 

Hoy el COVID-19 es ejemplo de ello, pero también es ejemplo de un fenómeno histórico que clama por liderazgos que, desafortunadamente, parece ser que no tenemos en ninguna esfera. 

A nivel mundial nadie ha sido capaz de alzar la voz y marcar - por más dudas que se tengan respecto al virus - una directriz. Las Naciones Unidas han brillado por su ausencia, justo cuando en todo rincón del mundo se les necesita. La Organización Mundial de la Salud, institución hija de la anterior, se ha limitado a pedir a los gobiernos que hagan la mayor cantidad de pruebas posibles; sin embargo, en paralelo hace caso omiso a las irresponsabilidades de los diferentes gobiernos. Más que liderazgo, han demostrado ser autoridad fallida. 

En el plano global, vemos a diario en los noticieros, decenas y/o centenas de experimentos, en lo que resulta más una competición científica propia de la Guerra Fría, que un verdadero esfuerzo en conjunto por lograr la vacuna o el tratamiento que todo ser humano anhela. Cada país, farmacéutica y universidad quieren llegar al objetivo por separado, y así permitir elevar su fama y ego. 

En el ámbito nacional, hablar del liderazgo presidencial está de sobra, pues si bien todos reconocemos su capacidad de convencimiento hacia las masas, también sabemos que su liderazgo poco se ha dirigido a disminuir los daños a la salud. El discurso y las acciones han tenido como objetivo adulterar la visibilidad de los efectos causados; esperando que únicamente no colapse la infraestructura de salud, y no se generen desde aquí imágenes aterradoras hacia el resto del mundo. 

Peor aún, la oposición política - ciudadana tampoco ha sido capaz de estructurar, no una narrativa en contra del gobierno, sino una narrativa que permita unirnos como mexicanos para combatir juntos una pandemia que nos ha trastocado a todas y a todos en un escenario en el que parece que vivimos aislados. 

Hoy estamos ávidos de salir de nuestras casas, de saludarnos de mano y de abrazarnos, pero sin duda, también lo estamos de liderazgos, liderazgos que hagan al mundo girar, y nos permitan olvidar la fragilidad del suelo que hoy pisamos.


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Nacional
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