Después del mediodía, la calle Parque Iztaccíhuatl, en la colonia Parques Nacionales, comienza a inundarse de risas y juegos infantiles. Más de dos docenas de niños de entre 3 y 16 años empiezan a llegar al centro del Ejército de Salvación de la ciudad de Toluca. Los niños y adolescentes, al terminar sus actividades escolares, asisten a la organización para recibir la comida diaria que Daniel y Gloria, el matrimonio encargado del centro, les brindan.
Lilián Arzate
El Ejército de Salvación tiene una historia larga tras de sí. Esta organización fue fundada en 1865 en Londres, Inglaterra con el fin de proporcionar ayuda humanitaria a los sectores sociales azotados por la pobreza, el crimen etc. A pesar de las dificultades que esta OSC (Organización de la Sociedad Civil) enfrentó en sus inicios para abrirse paso en el mundo, actualmente está presente en 123 países. En México se estableció desde 1937 y podemos encontrar sus centros desde Tijuana hasta Mérida, brindando toda clase de ayuda a los más necesitados. Hace veinte años niños mexiquenses pueden asistir al comedor y centro educativo del Ejército de Salvación en Toluca.
Su objetivo en la ciudad es que los niños no solo reciban alimento y apoyo educativo diario, sino que vivan una infancia dentro de un ambiente comunitario y familiar que se procura generar en el centro. Así, mientras la mayora, Gloria —como la llaman los pequeños — termina de preparar la comida, los niños se dan un tiempo para jugar, antes de comer y hacer sus tareas. El centro realiza diversas campañas de llamado a lo largo de la ciudad para que quienes lo necesiten, se inscriban a las actividades, sin embargo, el comedor es a ‘puertas abiertas’ por lo que cualquiera que lo requiera puede recibir alimento sin estar inscrito.
Pero ¿cómo se han mantenido las actividades de la organización durante estos años?
Actualmente, la organización solo recibe apoyo bimestral por parte de la Fundación del Dr. Simi a través de una despensa valorada en tres mil pesos. La única campaña que la organización realiza para recaudar fondos es en la temporada navideña. Esta se realiza, sobre todo, para poder cubrir los gastos administrativos del año, para conseguir regalos para los niños y si es posible, apadrinarlos.
Del mismo modo, a lo largo del año se reciben donativos en especie, una parte se ocupa para el centro y lo que no se utiliza, se vende en el bazar que se encuentra en la misma colonia, el cual es el mayor sostén económico de la organización durante el año.
Las condiciones económicas de los pequeños que asisten al centro realmente hacen difícil que puedan recibir una comida ideal en su hogar, por lo que la ayuda del centro resuelve ese problema. De la misma forma, algunos niños viven un ambiente familiar complicado, menciona el mayor, Daniel: “Nos ha tocado niños que son descuidados por sus padres, nosotros tratamos que logren salir de ese ambiente.
Nos acercamos a los padres para hablar con ellos y si hay posibilidad de ayudarlos espiritualmente, también lo hacemos. Lo que queremos es que los niños sean amados y reciban mayor atención de sus padres”. Aunque la organización ha sido fundada desde la fe cristiana, esta respeta las creencias de cada niño, no obstante, se les invita a las misas dominicales junto con sus familias.
Quienes asisten, reciben un desayuno previo a la misa, esta situación es reciente puesto que la mayoría de los niños que acudían a la escuela dominical — como han nombrado — lo hacían sin haber consumido alimento alguno.
En temporada vacacional, se busca que los niños continúen asistiendo al comedor, y a las actividades manuales y artísticas de la temporada para que el ambiente comunitario que se genera a lo largo de los ciclos escolares no se pierda.
Antes de comenzar sus alimentos, los pequeños, junto con el matrimonio, agradecen por ellos. En fila, los niños esperan que la mayora les sirva su ración de comida, mientras se divierten con las anécdotas del día y la emoción del postre que les aguarda. Algunos de los pequeños asisten con sus hermanos y ahí, encuentran más compañeros de infancia.
Daniel y Gloria, junto con sus dos hijos, ha dedicado su vida a servir al otro. Por casi veinte años han viajado, voluntariamente, dentro de México y Guatemala para brindar servicio a los distintos centros que el Ejército de Salvación tiene. Son tan cercanos a los niños que conocen la ración exacta que cada uno comerá.
A pesar de que “los niños entran y salen”, como mencionan los encargados del centro, ya han formado una gran familia con ellos desde hace muchos años.
(Foto: Lilián Arzate)
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