Letra muerta
En días pasados hemos visto cómo la iniciativa privada ha levantado la voz nuevamente en contra del gobierno federal de México. Esta vez quejándose de que su opinión no fue tomada en cuenta para la actualización de la norma oficial mexicana (NOM), que busca regular, entre otros aspectos, el etiquetado de algunos alimentos.
Conviene recordar que el proyecto de la NOM-051-SCFI-SSA1, cuya elaboración estuvo a cargo de manera conjunta por los comités consultivos nacionales de normalización dependientes de la Secretaría de Economía – otrora Secretaría de Comercio y Fomento Industria, y de ahí las siglas SCFI – y la Secretaría de Salud – en algún momento llamada Secretaría de Salubridad y Asistencia, de donde surgen las siglas SSA -, fue publicado para consulta pública en el diario oficial de la federación en octubre pasado, y de ella se recabaron y aceptaron casi 180 comentarios de todos los sectores. También es importante tener en mente que la situación que México enfrenta respecto de los altos niveles de obesidad infantil y juvenil es en extremo preocupante, y que una epidemia como tal bien debería ser considerada como un problema de seguridad nacional y tratada como tal, pues de la salud y capacidad productiva de esas generaciones jóvenes de ahora, dependeremos todos los actuales mexicanos en unas cuantas décadas más.
Si bien la casi absoluta eliminación de la publicidad “atractiva” en los envases de los productos dirigidos a los niños, puede efectivamente representar pérdidas para las empresas que los producen y comercializan; o quizá también sería mejor considerar las porciones típicas que se consumen, en lugar de referir todas las cantidades nutricionales a un valor fijo y ajeno de peso o volumen; la realidad es que estas son pifias menores que pueden ser subsanadas si se deseara, pero que de cualquier forma, no tienen trascendencia para el real meollo de la potencial inoperancia con la que ya ha nacido esta nueva versión de la NOM.
Cuando la nueva NOM-051-SCFI-SSA1 entre en vigor, obligará a muchas empresas a marcar sus contenidos nutrimentales de una nueva manera en los envases de sus productos, pero por supuesto que las unidades de medición en que estos ingredientes deberán reportarse seguirán siendo las actualmente utilizadas en México, las del Sistema Internacional de Unidades, en uso obligatorio en nuestro país desde la época del Porfiriato. Pero, como casi la totalidad de las centenas de normas oficiales mexicanas que actualmente tiene nuestra nación, esta NOM también será letra muerta; es decir, difícilmente las Unidades de Verificación Autorizadas por la SSA y ni la Procuraduría de Protección al Consumidor podrán verificar su cumplimiento, pues para ello se requeriría no sólo infraestructura metrológica secundaria, de acreditación y de evaluación de la conformidad con cobertura suficiente en todo el territorio nacional, sino también, la capacidad técnica del laboratorio primario de México, el Centro Nacional de Metrología (CENAM), para desarrollar y proveer los materiales de referencia trazables certificados para todas las sustancias involucradas en los innumerables productos que se comercializan en México, y que estarán sujetos a evaluación en cantidades y niveles de pureza con la NOM-051-SCFI-SSA1. Y aquí, nuevamente será evidente el rezago que por más de un cuarto de siglo ha arrastrado el CENAM, en cuanto al cumplimiento de una de sus misiones, que es apoyar a la industria mexicana – en este caso a la de los alimentos – en el incremento de su productividad, cuidando al mismo tiempo que salvaguarde la inocuidad de sus productos.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
e.rosas@prodigy.net.mx
Twitter: @DrEricRosas
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