Entre lunas nuevas y noches largas ®
Voy a contarte una historia que se hace poema, y no por creer que una es más que la otra, ya que la primera me lleva a la segunda. Todo comienza en la luz que te ilumina, eres eco de una constelación que un otoño se hizo mujer, en tu perfil se posaron un par de estrellas, luciérnagas que con destellos fugaces alumbran la oscuridad, y a veces, cumplen deseos.
Es así como nace en mi vida tu presencia, aquella fecha celebrábamos el encontrarnos sin saberlo. Bastaron un par de tragos para comenzar a deshojar margaritas, tus ojos seduciendo miradas fueron un hechizo de claro color, mis manos simples acariciaron las tuyas como reflejo, coqueteamos tanto que nuestras voces hicieron un dueto, y si hablamos de emoción, no podemos olvidar que fuiste tú quien llegó tarde ese día.
Después de eso, conjugamos varios verbos e hicimos frases para poder entendernos, fuimos del deseo al cariño, de descubrir la orilla de tu playa en las huellas de mis dedos hasta encontrar algo más que instinto en mis actos, la savia en nuestras arterias se había convertido en combustible de una forma diferente de sentir con el alma en pie.
¿Qué nos pasó? Era la pregunta que enmarcaba ese cuento que hoy es historia y el viernes será poesía, lo que haya sucedido ya no importa, porque en el transcurso de este reloj, la arena sigue cubriendo los malos momentos y aunque a veces tengamos que ser secreto en las hojas que se mecen en el viento, jamás dejaremos que nos alcance el invierno.
Por ello entre lunas nuevas y noches largas tenemos que ocultar nuestras intenciones, leer en voz baja el brillo de nuestros cometas, beber en secreto la mar de nuestra piel. Por eso somos lo que somos cuando queremos estar, es ese ligero aroma de utopía que nos hace libres y aunque a veces tú no estás, me gusta hablar de esa noche, donde tú historia, se hizo mi poema.
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