Un lugar de destellos ®
A media luz y sin decir nada, sólo riéndonos de los recuerdos que nos unen y aún no logran separarnos, hemos caído tantas veces en el “nunca más”, que siempre encontramos un por siempre. En ocasiones, es ser antagonistas en el segundo acto de nuestras vidas, sin poder explicar el porqué de esta historia tan enredada en el cumulo de emociones que a veces superan la ficción.
Nos damos la mano, respiramos un poco lento la noche donde nos envolvemos en la colcha que nos cubre, jugamos a no quemarnos cuando tu cuerpo se estremece ante mis dedos que se tornan caricia en tus mejillas, el televisor vuelve a ser el testigo que observa nuestro deseo, un beso estalla en los labios mientras jugamos a ser televidentes de series, que por distraernos en un suspiro, no entendemos.
Tu cuello es perfecto para mis labios cuando al sanar las heridas nos encontramos en un abrazo, te cuento la historia en la cual relaciono el aroma que desprende tu piel a lo exótico de la lluvia que moja la tierra, te acomodas en mi pecho calmando el fuego, arrullado el silencio.
No importa si la noche nos alcanza y abrazados nos quedamos dormidos. Perdidos en el sueño, tu corazón y el mío palpitan al mismo ritmo para hacer un respiro nuevo cada vez que parece que se rompe la fantasía y piensas que el sendero por recorrer ha terminado.
Nunca he sido un ser brillante, pero cuando estas cerca de mí, en la oscuridad encuentro en ti la luz, entonces incendiamos el camino, no necesitamos más que un contraste para saber que tus ojos son guía, tu voz la canción que alimenta la alegría, y en tu pecho, guardas el motor que con cada latido reanima el universo para hacer de la penumbra un lugar de destellos.
(Foto: Lincoln Harrison Photography)
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