Adviento… Tiempo de esperanza!
Muy buen día, querido(a) lector(a)!!!… Un placer saludarle, deseando a usted y a su apreciable familia toda clase de bendiciones, especialmente en ésta bella temporada de preparación para celebrar el Misterio de la Encarnación. Agradezco el tiempo y espacio que está ocupando en la lectura de la presente columna que, de acuerdo a la temporada, dedicaremos a adentrarnos en el significado del Adviento, que nos dispone a la celebración de la Navidad.
En un contexto social de apremio para atender diversos compromisos así como, búsqueda de satisfactores a fin de cumplir con expectativas personales y aún externas, obedeciendo a diferentes motivaciones, se va diluyendo el verdadero y profundo sentido de La Navidad, cuyo mensaje central tiene que ver con el amor y con la paz.
Hace aproximadamente dos semanas, iniciamos la época del Adviento, que en el mundo cristiano marca el inicio del Año Litúrgico, que comienza el domingo más próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Son los cuatro domingos anteriores a la Navidad y forma una unidad con la Navidad y la Epifanía. El término Adviento, viene del latín “adventus”, que significa venida, llegada. La liturgia de la Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad, como una oportunidad de preparación en la esperanza y en el arrepentimiento para la llegada del Señor. Con el Adviento comienza un nuevo año litúrgico en la Iglesia Católica. El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.
Siguiendo a Santo Tomás de Aquino, la esperanza se define como “la virtud infusa que capacita al hombre para tener confianza y plena certeza de conseguir la vida eterna y los medios, tanto sobrenaturales como naturales, necesarios para alcanzarla, apoyado en el auxilio omnipotente de Dios”
Respecto a la importancia que tiene la esperanza en la vida de las personas, me voy a permitir citar a la Psicóloga Trinidad Aparicio Pérez, quien nos comparte que la importancia de la esperanza en la vida de las personas es innegable ya que…….por un lado, es el motor que nos empuja a intentar conseguir lo que nos proponemos. Por otro lado, es el último resorte que tenemos ante las adversidades. Ella refiere que la esperanza es el estímulo que nos hace luchar por conseguir cualquier tipo de objetivo en nuestras vidas. Si las personas trabajan, luchan y se esfuerzan es por la esperanza de conseguir algún fin. Razón por la cual podemos decir que la esperanza es el motor de nuestra existencia.
Por otro lado, es importante situarnos en el tiempo de Adviento y el significado de la esperanza y que en algún momento el Papa Francisco subrayó al referirse al Adviento como un tiempo que nos devuelve el horizonte de la esperanza que no decepciona porque está fundada en la Palabra de Dios.
En la actualidad, podemos percatarnos de que en la vida en comunidad existen muchas personas que viven sin esperanza, frente a los acontecimientos que a diario nos enteramos que ocurren en una sociedad en la cual los valores, la ética y la moral están fuera de contexto y son los antivalores los que se han ido posicionando en la vida personal, familiar y social, a través de la permeabilidad de ideologías que nos invitan solo a vivir el presente, sin preocupaciones de ninguna especie al fin que, la vida solamente se vive una vez y las oportunidades de disfrutar y pasarla bien se presentan de manera escaza y por tanto, aprovecharlas se convierte en un desafío de muchos jóvenes, aunque también de adultos que, en el intento de recuperar la fuerza de la juventud acceden sin miramientos a las atractivas incitaciones a vivir desenfrenadamente, sin pensar y mucho menos medir las consecuencias de tales decisiones.
Este entorno nos presenta una clara ausencia de virtudes (recordemos que la virtud es un hábito operativo bueno), herramientas muy importantes con las que la persona cuenta para edificar su vida y adquirir la fuerza interior necesaria para el logro de la plenitud y autorrealización que solamente se consigue a través de una vida de esfuerzo y de lucha para alcanzar el orden interior, la congruencia, que conducen al verdadero sosiego.
Acudir pues a la invitación que el Adviento, como tiempo de oración y esperanza nos hace para descubrir que es justamente la esperanza la que nos devuelve la paz, la que nos permite recobrar la confianza en que las angustias y temores que nos acechan pasarán, para encontrarnos con la Verdad que se nos anuncia y que solamente podremos descubrir dentro de nosotros, en nuestro corazón si elegimos detenernos a atenderlo para entonces conseguir la ansiada felicidad que tanto se promueve en la temporada navideña.
Y…..Hasta la próxima, querido(a) lector(a) ¡!!!!
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