El amor… nuestro llamado a la existencia
Muy buen día, querido(a) lector(a)!!!! Me dirijo a usted con el gusto de compartir la presente edición, y le doy las gracias por el tiempo y el espacio que dedica en su día para la lectura de ésta columna en la cual, el día de hoy rendiremos un homenaje al “amor, como nuestro llamado a la existencia”. ¡Es justamente a lo que hemos sido llamados a existir, a amar y a ser amados!
“Amo el canto del zentzontle, pájaro de cuatrocientas voces. Amo el color del jade y el enervante perfume de las flores, pero amo más a mi hermano el hombre” Nezahualcóyotl
El amor es nuestro origen…. nuestra llegada a la vida…. Hemos sido llamados a la existencia por amor y para vivir en el amor. Sólo cuando nos encontramos en la dinámica del amor es que nos sentimos plenos y realmente felices. Experimentamos entonces una dicha que procede de nuestra interioridad y que nos permite experimentar una real satisfacción que nos provoca una verdadera sensación de gozo profundo y que si le prestamos atención identificaremos como un insondable efecto de paz en nuestro interior… que tanto anhelamos y que perseguimos constantemente, intentando a toda costa conseguirlo y en muchas ocasiones, a través de satisfactores materiales que en efecto logran alcanzar en nosotros cierto nivel de satisfacción. Mismo que, así como llega se va desvaneciendo…, generando en la persona una nueva necesidad y así sucesivamente…y en ésta dinámica, vamos adormeciendo nuestra inherente inclinación al amor.
Enrique Rojas nos comparte… “Lo que define a la persona de forma más profunda es precisamente ser sujeto y término de amor”… Nos recuerda que el hombre no puede vivir sin amor, su necesidad de amar es esencial y está inscrita en su corazón. Es el primer impulso natural que se encamina hacia la entrega y la acogida. Cuando el amor está ausente de la vida humana, es imposible concebir la felicidad, las personas sufren si no aman y no son amadas, si no logran relaciones amorosas.
El autor subraya en su publicación “Remedios para el amor”…, que el amor, aun cuando tiene una honda raíz sentimental y pertenece a la vida afectiva es el principal acto de voluntad.
Es una realidad que cuando nosotros elegimos amar, estamos ejerciendo el don de la libertad que nos ha sido otorgado por el Creador junto con la inteligencia y la voluntad como herramientas para construir la propia vida… Razón de gran peso para considerar la necesidad de educar la libertad en la vida familiar. Es innegable que todos los padres pretendemos a través de la educación, dotar a nuestros hijos de todo aquello que les será de utilidad para que logren su propia realización. Y es muy frecuente que, en el mundo que nos está tocando vivir, se esté dirigiendo la labor de los padres a proporcionar a los hijos sobre todo, medios materiales para alcanzar el supuesto “éxito” que les lleve a experimentar la felicidad y la plena realización, dejando a un lado la educación de la libertad y del amor, éste como acto de libertad y de voluntad que implica la verdadera y plena realización de la persona, en cumplimiento a la vocación básica a la cual hemos sido llamados todos los seres humanos a la existencia.
Si nos detenemos en la loca carrera a la que nos invitan la tecnología y los medios actuales, podremos inferir que estamos perdiendo la verdadera oportunidad de “vivir”, para convertirnos en blancos fáciles de una manipulación que nos conduce, sin darnos cuenta, a renunciar a la propia identidad y al valor que nos es consubstancial a nuestra naturaleza humana, para formar parte de la “masa” que cumple con los parámetros que la sociedad exige para hacernos parte de ella, sin detenernos a “perder el tiempo en discernir” ya que, otros ya lo han hecho por nosotros.
…Es la inmediatez que priva en el ambiente, un factor importante que va sacando de contexto la capacidad individual de discernir, y de ejercer la libertad personal para dar paso a una artificiosa manera de anular a la persona en su propia dignidad y en su esencial capacidad de “amar” y lograr así la verdadera autorrealización a través del individual sentido de la propia existencia. Sentido que poco a poco se ha ido perdiendo, dando paso a la insatisfacción personal que condiciona en muchas ocasiones el deseo de terminar con la propia vida.
Por tanto, querido(a) lector(a)….., rescatar la propia individualidad en un mundo cosificado y manipulado representa una tarea que se hace indispensable pues, es urgente recuperar el talento humano de “amar” y “ser amado” como vocación de la persona humana, a la cual hemos sido llamados a la existencia. Y que ofrecerá a cada individuo la oportunidad de recobrar su derecho a la propia libertad en la consecución de acciones propias que le conduzcan a la verdadera y plena realización que únicamente se encuentra en el sublime acto de “amar”. Para entonces de ésta manera encontrar un verdadero sentido a la propia vida, amando y siendo amado. Contribuyendo así a la construcción de la que llamó San Juan Pablo II, “la civilización del amor”, fundada en los valores universales de paz, solidaridad, justicia y libertad.
Y… Hasta la próxima, querido(a) lector(a)!!!
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