Al borde del abismo
Cuando el 12 de diciembre de 2015 concluyó el vigésimo primer Congreso de las Partes – Conference of the Parties, COP – de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático – United Nations Framework Conference for Climate Change, UNFCCC –, el anuncio de que el llamado Acuerdo de Paris había sido adoptado por todas las naciones miembro – a saber, 197 países –, representó una auténtica bocanada de aire fresco. El anuncio del Acuerdo de París de la COP 21 llevó a todo el mundo la esperanza de que por primera vez este mecanismo, el UNFCCC, pudiera pasar de las palabras, a los hechos, al haber logrado que el principal contaminante del planeta, los Estados Unidos de América, entonces gobernado por el Barack Obama, se uniera al compromiso mundial. El Acuerdo de París unió a todas las naciones en el esfuerzo por hacerle frente a la amenaza que representa el calentamiento global, mediante acciones encaminadas a evitar que la temperatura ambiental subiera más allá de los dos grados Celsius, respecto del nivel promedio de la época pre-industrial, y, en la medida de los posible, buscar que este incremento ni siquiera alcanzara los 1.5 grados Celsius.
Cuatro años más tarde, en la COP 25 que ha iniciado hoy en Madrid, tras haber tenido que cambiar su sede originalmente designada, Santiago de Chile, luego de la situación que se vive en el país andino; los rostros de los asistentes, dibujan su desencanto y desesperación. El primero porque la participación de la economía más contaminante del mundo fue efímera, ya que apenas tomó posesión de la presidencia el sucesor de Obama, retiró a su nación del Acuerdo de París. El segundo porque el informe publicado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático – Intergovernmental Panel on Climate Change, IPCC –, acerca de los efectos que se tendrían en la Tierra, de sobrepasar un calentamiento de 1.5 grados Celsius, serían no sólo catastróficos, sino verdaderamente apocalípticos.
En su conferencia de prensa del día previo al inicio de los trabajos de esta vigésimo quinta COP, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, sentenció que para evitar las dramáticas predicciones informadas por el IPCC, para el caso de que sobrepasemos el calentamiento de 1.5 grados Celsius, el compromiso de todos los gobiernos tenía que ser mayor, pues sólo así será posible alcanzar la neutralidad de carbono para el 2050 y reducir en 45 % la emisión de gases de efecto invernadero, de sus niveles del 2010, para el 2030. El portugués lamentó que actualmente el consumo de combustibles fósiles tenga un nivel promedio superior en 120 % al que se requiere para evitar el aumento de temperatura en 1.5 grados Celsius, mientras que, en el caso del carbón, este nivel exceda hasta en 280 % el límite requerido para el mismo fin.
La tarea es monumental, quizá única en la historia de la humanidad. El mundo entero deberá reducir sus emisiones en 7.6 % cada año, durante la década siguiente, para evitar su auto-destrucción. En medio de estos urgentes llamados de auxilio que lanza nuestro agonizante planeta, parece, sin embargo, haber una enorme sordera en aquellos quienes tienen en sus manos el poder de la toma de decisiones. No importa que se trate de grandes hegemonías globales, como nuestro vecino norteño, o de naciones sumidas en la confusión, como nuestro amado México, todos debemos actuar para seguir teniendo un lugar en dónde habitar.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
e.rosas@prodigy.net.mx
Twitter: @DrEricRosas
(Foto: Zdzislaw Beksinski)
Categoría: Nacional |
Etiquetas:
No hay etiquetas asociadas a éste artículo. |
Vistas: 54 |