De acuerdo a datos de la Organización Internacional para la Migración (OIM), al año, entran a México más de 150 mil migrantes del centro y sur de América por Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Quintana Roo, con un alto índice de migrantes provenientes de Guatemala, Colombia, Venezuela, Argentina y Cuba, y según el Instituto Nacional de Migración entre 2011 y 2012 se identificó un incremento de 30 por ciento de mujeres y niñas alojadas en albergues.
Marcela Moreno
Una historia de vida
Ya sea que lleguen a México para quedarse o de paso, los retos a los que se enfrentan son muy grandes, desde la falta de recursos económicos hasta ser víctimas de la delincuencia; sin embargo hay quienes encuentran manos amigas que les ayudan en su camino, tal es el caso de Danaí Romero, hondureño que salió de su casa a los 21 años en busca de mejores oportunidades de trabajo, las cuales encontró en Toluca gracias al apoyo de asociaciones como el alberge “Hermanos en el Camino” y del padre Carlos de la Iglesia del Carmen quien le ofreció trabajo en el campo a lo que se dedica actualmente.
Refirió que su viaje lo hizo a pie y por “ride” pasando por Guatemala donde cruzó sin dificultad, a lo que agregó que lo verdaderamente difícil fue llegar a Chiapas, Oaxaca y Puebla, camino que le llevó un mes transitar mientras dormía en la calle y era víctima de asaltos y discriminación.
“Los países centroamericanos somos como hermanos, no cuesta pasarlos, lo triste es cuando llegamos a México, aquí el camino es muy duro y se cometen muchos abusos, yo traía dinero y en Chiapas un retén de migración nos asaltó y nos quedamos sin nada, además la discriminación volvió todo más difícil, un montón de cosas nos sucedieron” relató.
Comentó que no solo hay que cuidarse de la delincuencia organizada del país, sino también de los agentes de migración, “prácticamente cuando nos agarran nos tratan incluso peor que a animales, a mi hermano se lo llevaron y no les dan comida ni les dejan bañarse.”
Pero como en todo, dijo, siempre hay personas buenas y en Toluca se encontró con Armando Vilchis quien le ayudó a conseguir una visa humanitaria y posteriormente al Padre Carlos, quien le consiguió trabajo como agricultor.
Por eso, aseguró que ha encontrado a personas de diversas nacionalidades, muchas de las cuales son gente de bien en busca de verdaderas oportunidades para mejorar su calidad de vida y la de sus familias, por lo que refirió es importante no verlos como criminales.
“Cuando veamos un migrante hay que ayudarlo, están sufriendo, a veces viene de dormir en la calle, de no comer, no tomar agua y cuando uno pide algo por lo menos algo para comernos dicen ‘busquen trabajo’, es terrible porque tenemos manos buenas para trabajar, pero no nos contratan o no nos pagan por nuestra condición”, concluyó.
Desde la visión académica
Traspasar fronteras geográficas por medio de un desplazamiento motivado por el miedo, la pobreza o la sobrevivencia es un tema que ha cobrado un nuevo auge en las últimas décadas, lo cual se observa de manera creciente en Toluca, en particular en la migración en tránsito, afirmó Patricia Román Reyes, profesora e investigadora en estudios de movilidades y migraciones internacionales, de la UAEMex.
“Este fenómeno viene en aumento, mayormente de distintos países de Centroamérica como el Salvador, Honduras y Nicaragua, quienes están atravesando nuestra ciudad queriendo llegar a Estados Unidos, un porcentaje de ellos se quedan aquí, en primera instancia de forma temporal” aseguró.
Aseveró que se trata de una población que tiene un gran desconocimiento del territorio, están sin ningún tipo de recurso económico, muchos no saben leer, no cuentan con documentos ni conocidos, “y si consideramos que los programas y medidas gubernamentales son muy limitadas, su estancia se vuelve complicada.”
Frente a ello dijo que los que por diferentes motivos se establecen en las ciudades normalmente se instalan en trabajos informales mal remunerados y esporádicos, dado que al no contar con los papeles requeridos no pueden acceder a un empleo formal o se enfrentan al abuso de la gente que aprovecha su condición.
“Terminan instalados en espacios precarios de trabajo, como en tareas domésticas con baja remuneración, es común que lleguen camiones a los albergues en las mañanas para que hagan actividades de este tipo y vuelen a la noche” concluyó.
“La sociedad teme a las diferencias”
Por otro lado, mencionó que se observa un crecimiento de xenofobia, discriminación y abusos a este sector, el cual termina estigmatizado, por ello subrayó que la sociedad también está en un proceso de confrontación con su capacidad de respuesta humanitaria.
“Nos demanda una mayor concientización y al mismo tiempo nos obliga a exigirle al estado que se haga cargo de estas situaciones, porque definitivamente lo poco que se ha hecho y avanzado en este tema es esfuerzo de la sociedad civil organizada.”
Los únicos lugares donde se les ofrece algún tipo de ayuda, dijo, es a través de los albergues y el apoyo voluntario, dado que las instancias gubernamentales aportan muy poco, por ello es necesario cambiar esa mirada poco receptiva que permite conservar una sensación de inseguridad, miedo y desconfianza hacia los migrantes, a los cuales se criminaliza.
“El problema es que hay una renuencia hacia lo diferente, hacia las personas negras, con otras nacionalidades, preferencias sexuales, credo, etc., es decir el distinto, el que no cabe en el patrón siempre me va a dar un poco de miedo y si agregamos que desde el propio estado se viola su seguridad, estas personas son completamente vulnerabilidad” explicó la investigadora.
En ese sentido apuntó que el problema no es la migración sino las estructuras en las que se mueve, la falta de políticas migratorias, el desinterés del gobierno, así como la ausencia del seguimiento al proceso de las personas, “sin ello no hay forma de ofrecer soluciones claras”.
Al respecto encontró similitudes entre la situación de los migrantes y la de otros sectores vulnerables de la sociedad “es ahí cuando vemos que la construcción de la ley que rige este fenómenos se mueve en paralelo de la construcción en otros sectores, si no, por qué nos cuesta tanto legalizar el aborto o aceptar el matrimonio del mismo sexo, etc., porque hay una base cultural, moral y religiosa que impide que la sociedad se mueva para reclamar algo diferente.”
Para concluir lamentó que este es un punto histórico a nivel mundial que dificulta vislumbra una solución contundente que permita una migración ordenada, regular y segura; además señaló que a pesar de todo no debería ser tan complicado ya que el principio que contrarrestaría esta situación es el reconocimiento y el respeto de la dignidad del otro.
“Tenemos un gran problema por las características de nuestro estado, por la ausencia de políticas migratorias, pero no perdamos las referencias contextuales, esto no pasa solo en México, pasa en Alemania, España, en lugares que tienen otra estructura y sin embargo tampoco están pudiendo absorber este fenómeno, no podemos dejar de lado lo que pasa en Europa, en el mediterráneo, en Siria, el camino es aún muy largo” concluyó.
(Foto: Especial Portal)
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