Qué bueno que no se les ocurrió ni al gobernador, ni al presidente de los EUA intervenir en el zafarrancho que se suscitó en torno a la muerte de José-José. Hubiera sido el caos. Creo que la carta que envió el canciller Ebrard a la bella y dulce de Sarita, puso en orden todo lo que pudo haber sido y no fue.
México es un país extraordinario con todo y su distinta gente. De cabo a rabo, de norte a sur y de este a oeste, está repleto de todo lo bueno inteligente y digno de la vida. Y cuando nos agreden, somos capaces de unirnos al grado de deshacer a quien tenemos enfrente. Y eso pasó con el acometimiento que se traen entre México y Estados Unidos, por el cuerpo ya inerte de un ser que es nuestro desde siempre. Hablo por supuesto de la nota que ha estado en todos los medios desde hace quince días ya, de: José-José.
Su muerte se ha llevado a un estado de excepción. De dos familias y tres hijos. Pero la prudencia ha cabido en los mexicanos. La exesposa cubana --que yo no sé si sea gusana y anticastrista-- que vive allá, se apoderó de todo lo que pudo, pero nunca entendió que al tratar de engañar a dos hijos que habían ido al sepelio de su padre, y traerlos dando vueltas en hospital, crematorios y Consulado nuestro en Miami, lo único que estaba haciendo era batallar con todo el pueblo mexicano. Y eso fue un caos. Todo el mundo acabó odiando a las mentadas Saritas. ¿Qué va a ser cantante algún día? Lo dudo absolutamente. A ver en México quién la apoya.
Lo que es no conocer a un país, con su alma mexicana. En fin. Y así, en todos los medios, este ser que nos unió –porque donde estuviéramos—era un referente mexicano --y no cubano, ni norteamericano--, volvió para quedarse. Aunque fue la mitad, lo recibimos con gran alegría. Su corazón estará siempre con nosotros. “México lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan…”
Nunca me olvidaré que estando en Japón, lejos-lejos de mi tierra, lo único que me hacía tener una cercanía con México, eran sus canciones. Será… era la que yo cantaba y cantaba. ¿Qué cómo la conseguí tan lejos? No tengo ni la más remota idea, pero lo que sí sé es que era, junto con la cerveza Corona y la salsa Tabasco –que luego me enteré que no era mexicana--, lo que me recordaba a mi México lindo y querido.
Insisto. Zafarrancho que se suscitó por muchos días en que Mari Sol y José Joel estuvieron buscando a su señor padre, en con una tristeza infinita y con el acompañamiento de todos los medios de comunicación habidos y por haber, debió de haber sido parado. De que se hiciera inmediatamente un homenaje en su país. José José no era de los norteamericanos, ni mucho menos de los cubanos-gusanos que viven en Miami. Es de todos, pero más que eso, es mexicano.
No cabe duda que intervino de manera inteligente y diga la cancillería de nuestro país. Y eso es una estrella más para Marcelo, que tristemente ayer perdió a su señor padre.
(Foto: Redes)
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