La Universidad
Es la hora del combate contra la insensatez de crear las cien universidades, contra la caprichosa iniciativa de un ‘proyecto’ que no tiene ni pies ni cabeza, que es todo vanidad.
Augusto Isla
Crear cien universidades a lo largo y ancho del país. Tal ha sido el compromiso de López Obrador. ¿Por qué cien y no cincuenta o doscientas? Nadie lo sabe. Una ocurrencia más. Como no es universitario no tiene idea de lo que implica un proyecto de esas dimensiones. No hay un diagnóstico de las necesidades sociales, ni cálculos financieros. Nada. Aunque sí, tal vez, la voluntad perversa de acabar con las universidades históricas.
Es verdad que en los últimos años, algunas de estas se han visto enredadas en procesos de corrupción como la “Estafa maestra”. Pero la solución no puede ser imaginar centros educativos de nivel superior impolutos, centralizados, bajo el estricto control del tirano tabasqueño. La solución, digo, sería sanear las instituciones bajo sospecha y fincar responsabilidades a las autoridades que no han sabido defender la integridad de sus comunidades, que por alguna razón inconfesable se han prestado a esas atrocidades que han debilitado su prestigio y su vocación de servicio a la sociedad.
Hace unos días, di una charla en el Aula Magna de la Universidad Autónoma del Edomex, por invitación de su rector Alfredo Barrera. ¿Y por qué yo? Acaso porque en 1987 publiqué un pequeño libro sobre la historia de esa Casa de Estudios de la que fui maestro y funcionario cultural durante muchos años. Y hablé de la autonomía, de la urgencia de defenderla frente al acoso del exterior, de esa mayoría de MORENA que, desde la legislatura la acosa con furia populista. Autonomía que se traduce en designación interna de sus autoridades, administración de sus finanzas, libertad de cátedra.
E invité a los asistentes a cerrar filas, a formar comunidad, no en el sentido de Paul Ricoeur, que, nostálgico, escribió sobre una crisis, en tanto que ya no busca la verdad, sino el de una institución que debe cuidar la transparencia y la rendición de cuentas. Y renovarse día a día. En suma, reconquistar y merecer la autonomía. Si lo logró en los años 70’s del siglo pasado, agraviada por la presencia de grupos radicales maoístas, ¿por qué no lo habrá de conseguir ahora? Vaya mi testimonio de confianza y solidaridad con esa Alma Mater. Y también con la que me formó y le estoy agradecido, la Universidad Autónoma de Querétaro. Es la hora del combate contra la insensatez de crear las cien universidades, contra la caprichosa iniciativa de un ‘proyecto’ que no tiene ni pies ni cabeza, que es todo vanidad.
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Sufragio efectivo, no reelección. Respeto a la división de poderes y a los ciudadanos. Sí a la vida y a la libertad de expresión.
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