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Medio Ambiente

El daño ambiental está hecho
La Toluca que conocimos ya no existe: Gerardo Ceballos

Ana María López 

“Lo que Toluca fue hace unos años ya no existe. Lo que conocimos ya se acabó. El volcán ya no va a tener nieve; la ciudad va a tener condiciones que antes no tenía, no sabemos si va a haber agua, de repente puede pasar que caiga una tromba que deje atrapadas en la México-Toluca a 50 mil personas, con unos fríos terribles, o con inundaciones. Es decir, el planeta, como lo conocimos ya no está; Toluca, como la conocimos, ya no existe, se acabó y hay una gran incertidumbre ambiental”.

 Quien hace esta afirmación es una voz respaldada por una trayectoria científica reconocida mundialmente. Con más de 50 libros escritos o coordinados por él, más de 500 artículos científicos y obras de divulgación, Gerardo Ceballos González es uno de los expertos internacionales que con su trabajo de investigación han advertido de la gravedad, para la propia especie humana, de la sexta extinción masiva de toda forma de vida que está en curso en el planeta a causa de la acción del hombre sobre la naturaleza, la misma acción que está provocando el cambio climático que tiene el potencial, en sus palabras, de colapsar a la civilización.

 Gerardo Ceballos, doctor en Ecología y Biología Evolutiva, nació en Toluca y pasó su infancia en las cercanías de uno de esos lugares que ya no existe, la laguna de Ojuelos, en Zinacantepec, a unos dos kilómetros del observatorio que el Servicio Meteorológico Nacional instaló en la zona y que el pasado 9 de mayo registró una temperatura récord de 33.6 grados Celsius, cifra insólita para una ciudad cuyo promedio de temperatura máxima anual es, era, de 20 grados. El récord anterior data del 8 de mayo de 1998, con 31.9 grados C.

 Toluca, la ciudad que se fundó a las faldas del Xinantécatl, el volcán que en la década de los setenta del siglo pasado todavía presentaba, en promedio, 310 días nevados al año.

 “Estamos viviendo tiempos extraordinarios. Nunca habíamos enfrentado un problema similar, excepto, tal vez, la amenaza de un holocausto nuclear, y si no actuamos ya, porque ya no hay tiempo, las consecuencias van a ser realmente graves, de mucho sufrimiento humano y de gran impacto ambiental”, sentencia Ceballos González.

 A la pregunta inicial de Acta Semanal a propósito de la evolución del calentamiento del planeta y en concreto del Valle de Toluca, el investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), donde dirige el Laboratorio de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre, responde:

 “Primero hay que entender que este va a ser el año más frío de los siguientes 40 años, lo que quiere decir que eso que llaman ‘onda de calor’ en realidad no lo es, se trata de una tendencia y de que la temperatura se seguirá incrementando. Hay cosas muy graves que no se entienden, una es que las temperaturas que estamos registrando se esperaba que ocurrieran en 20 años. Esto va muchísimo más rápido de lo que esperábamos, y si todo sigue así, va a ser muy complicado”.


¿Cuál es el impacto que puede observarse en la diversidad biológica?

Lo que ocurra en los próximos 15 años va a determinar el impacto del cambio climático en la diversidad biológica, es decir, todo lo que sobreviva a los siguientes 15 años es lo que va a permanecer, y también va a determinar si se colapsa la civilización, porque el tema es tan grave que sí es posible que se colapse la civilización.

 De hecho, los síntomas de este colapso ya existen. Las inundaciones del río Grande del Sur, en Brasil; lugares en Paquistán, donde están alcanzando temperaturas de 51 grados, evidentemente que son invivibles. Es decir, el impacto es muy grave. Sequías, inundaciones, fuegos terribles… La fauna no está adaptada a eso, está adaptada a que eso pueda pasar en periodos de varios cientos de años, progresivos, pero lo que no puede aguantar la fauna y la flora es que sea en cuestión de pocos años o en un año. Y estamos viendo las consecuencias.

 Aunque no sabemos exactamente por qué, pero la muerte reciente de monos en Tabasco claramente es resultado de algún problema ambiental. No sabemos si es por el agua o son enfermedades o es falta de alimento. En nuestro trabajo con cámaras en Calakmul, 30 cámaras de 40 tienen registro de tapires, y eso no es porque haya más tapires, sino que quiere decir que se tienen que mover muchísimo, buscando agua y alimento.

A pesar de acontecimientos como estos, parece no haber conciencia de lo que realmente puede suceder en lo inmediato…

Es un problema de magnitudes catastróficas. La fauna, la flora, los seres humanos no habían enfrentado nunca, en los últimos mil años, algo así en términos de esta magnitud tan grande y de su rapidez en cuestión de pocos años. Y esto, a lo que lleva, es a que los sistemas ecológicos, las especies y los humanos no aguantamos.

 Por ejemplo, cuando se llega a temperaturas tan altas como 45, 50 grados, el problema es que hay grandes zonas del planeta que se van a volver inhabitables, o porque se inundan o porque quedan bajo el agua o porque tienen temperaturas tan cambiantes como estas, que llegan a 50 grados durante el día y no bajan a menos de 47, 48 en la noche. Esto quiere decir que el cuerpo no pueda bajar la temperatura, no pueda estabilizarse, y llega un momento en que se colapsa, igual que los animales.

 Es un problema mayúsculo, no entendemos la magnitud. En realidad la humanidad no lo ha entendido. Me da mucha pena decirlo, pero es catastrófico; es decir, tiene la posibilidad de colapsar a la civilización.

¿Aun en este escenario considera que hay alguna esperanza de remontar esta situación?

Ofrece enormes oportunidades para que hagamos cosas sin precedentes en tres aspectos: conservación, restauración y adaptación.

 Tenemos que mantener todo lo que existe. Por ejemplo, la movilización gigantesca que hubo por los monos en Tabasco me sorprendió. Una ranchería sacó un video diciendo ‘aquí estamos en la ranchería tal, se están muriendo los monos’, y la respuesta fue impresionante, buenísima. Es decir, tenemos que conservar todo lo que se pueda.

 Tenemos que restaurar todo lo que se pueda y tenemos que adaptarnos a situaciones como esta. Hay que rescatar a los animales, poner bebederos, etcétera. Se dice que lo que se requiere para que esto funcione es una inversión de 8% del Producto Interno Bruto del planeta, y dicen que es un gasto gigantesco, pero no es un gasto, es una inversión. Es decir, si usáramos todo ese dinero para la conservación, la restauración y la adaptación se generaría riqueza también en términos de empleos, de todos los beneficios que se obtienen, por ejemplo trabajos. En esta gran inversión, si en lugar de meter dinero en armas lo metiéramos en esto, tendrían las economías un gran empuje.

 Es como si tienes mil pesos en la bolsa y el médico te dice que te cuesta ochenta pesos salvarte o si no te vas a morir y tú digas que no, que ochenta pesos es mucho, así de ridícula es la situación actual.

Los cambios en las condiciones climáticas del Valle de Toluca son notorios, ¿qué impacto han tenido sobre el entorno?

Lo que Toluca fue hace unos años ya no existe. Lo que conocimos ya se acabó. El volcán ya no va a tener nieve; la ciudad va a tener condiciones que antes no tenía, no sabemos si va a haber agua, de repente puede pasar que caiga una tromba que deje atrapadas en la México-Toluca a 50 mil personas, con unos fríos terribles, o con inundaciones. Es decir, el planeta, como lo conocimos ya no está; Toluca, como la conocimos, ya no existe, se acabó y hay una gran incertidumbre ambiental.

 ¿Qué tenemos qué hacer y qué no se está haciendo? Tenemos que conservar. Todos los ambientes que sean posibles se tienen que conservar a nivel local, el Sierra Morelos, todo lo que haya, todos los estanques. Y tenemos que restaurar. Tenemos que llenar de árboles la ciudad, miles y miles de árboles para mitigar el impacto.

 También deberíamos tener, a nivel del ayuntamiento y a nivel del estado, una estrategia sobre lo que hay que hacer en las olas de calor. La gente no sabe lo que son, cuáles son los síntomas del golpe de calor, no saben qué hacer, los hospitales no saben qué hacer, en los hospitales deberíamos tener ya un sección especializada en golpes de calor o de frío.

 Debemos tener un plan de adaptación. No existe, y como no lo va a hacer la autoridad, lo vamos a empezar nosotros, lo que se tendría que tener en la ciudad y en todo el Valle de Toluca para sobrevivir, y sobrevivir quiere decir vivir bien, y si se puede, mejorar, y mucho. Pero se requieren acciones concretas y acciones bien hechas. Y para serte sincero, no creo que ningún partido político tenga ni la capacidad ni la habilidad ni el interés de hacerlo.

¿A quién le corresponde entonces impulsar estas acciones?

Tienen que venir de la ciudadanía. Nosotros lo vamos a empezar a hacer, vamos a proponer pronto un plan a nivel nacional y a nivel regional de qué tenemos que hacer para poder adaptarnos, primero como humanos, y segundo, para mantener nuestra diversidad biológica.

Creo que esto requiere un movimiento ciudadano de una envergadura diferente para forzar a los gobiernos a actuar.

 Parte de la apatía que hemos tenido nos ha llevado a esto, y los partidos políticos no sirven para nada. Tiene que ser la sociedad civil y algún otro político despistado por ahí que quiera apoyar, pero el país y Toluca merece algo mucho mejor de lo que hemos tenido.

 Es menester que los ciudadanos, que los científicos, guiemos esta nueva revolución ambiental que requiere el país, el planeta, Toluca. Hemos logrado grandes cosas, y tengo la esperanza de que como sociedad logremos empujar esto hacia donde debe ser.

 Este programa lo vamos a anunciar a nivel nacional en la UNAM. Estamos preparando una iniciativa que pueda desarrollar planes para enfrentarnos al cambio climático a nivel de barrio, regional, local y del país, y que podamos orientar todo lo que se pueda hacer en estos tres temas: conservación, restauración y adaptación al cambio climático.

¿La UNAM hará esta convocatoria institucionalmente?

Estaremos convocando para que en octubre se haga este gran planteamiento a nivel del país. La UNAM va a ser la institución en donde convoquemos, yo estoy organizándolo, pero va a ser un planteamiento para que se haga nacional. Es el esfuerzo de conservación, restauración y adaptación más importante, como lo requiere el país.

 “Vamos a convertirlo en un gran movimiento —asegura Gerardo Ceballos— “y si no lo hacemos desde la sociedad civil, estamos fritos”.

 Literalmente. 

Fotos: José Hernández y especial Acta Semanal.



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