Ana María López
Lo que expertos en cambio climático han advertido durante décadas como un grave riesgo para millones de personas en el mundo ya está ocurriendo: los patrones de las lluvias se han alterado, las precipitaciones son cada vez más copiosas, los ciclones cada vez más extremos y los daños a propiedades y vidas son mayores y más frecuentes año con año, especialmente en las ciudades, donde los afectados se multiplican por la cantidad de personas que se concentran en ellas, aunque las zonas rurales no escapan de las calamidades cuando el agua lo que siembra es caos.
En el reporte Estado y perspectivas del Cambio Climático en México: un punto de partida, coordinado por el Programa de Investigación en Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se explica que “la distribución temporal de la lluvia se ha vuelto más extrema, con periodos más largos de sequía y con eventos de precipitación cada vez más extremos. Desde principios de la década de los 2000, el número de días consecutivos secos ha aumentado, de un promedio cercano a 70 días por año a cerca de 80”, en tanto que “los días muy lluviosos pasaron de representar alrededor de un 21% a cerca de un 26% en los últimos años, un aumento de casi 25%”.
Por otro lado, la percepción de que por lo menos este año ha llovido más que los anteriores pudiera tener una base real. El investigador del Departamento de Ciencias Atmosféricas del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, David K. Adams, precisa que para definir si una temporada de lluvias es atípica se necesita comparar muchas décadas de datos con el presente, datos que, en este momento, ya tenemos.
En declaraciones recogidas por la Gaceta UNAM, el experto apunta que “contamos con muchas décadas de datos; con ellos podemos comparar lo que está pasando en 2024 con 70 años de información y decir que ‘esto en verdad es diferente’”, y en el caso de la actual temporada de lluvias, consideró que “sí es distinta”, aunque “es indispensable esperar al final para recopilar toda la información necesaria y poder definirla con seguridad de esa manera”.
De momento, agregó, “este año en particular tardó un poco más para comenzar a llover con más frecuencia. Pero cuando empezó, lo interesante o diferente es la continuidad, particularmente del lado sur de Ciudad de México. Específicamente en esta región ha llovido casi todos los días”.
Actualmente, expuso, el país está pasando por “lo que se llama condiciones de El Niño, La Niña neutrales. Había un Niño y ya vamos en la dirección de La Niña, la cual puede afectar regionalmente o hasta en todo el país donde llueve con más frecuencia y más intensidad”.
En el reportaje de la Gaceta UNAM, el especialista afirma que “lo que vemos ahora con los datos es que la temperatura del Golfo de México y cerca del Caribe es un poco más alta de la que suele haber en esta época de finales de agosto, comienzos de septiembre. Y, en general, cuando se encuentra por arriba, el agua está más caliente. Esto puede incrementar el vapor de agua de la atmósfera, lo que, al mismo tiempo, aumenta la cantidad de precipitación”. Y eso es lo que, para el doctor Adams, básicamente está impactando al Valle de México.
Además, consigna la publicación universitaria, Adams adelanta que al parecer “en las próximas semanas seguirán las lluvias. Tal vez no tan intensamente o no con tanta frecuencia, pueden cambiar un poco, pero parece que sí continuará más o menos el mismo patrón. Siempre resulta difícil decir: ‘aquí va a llover mañana’”, finalizó.
Pero las lluvias por sí solas no provocan inundaciones y otros desastres. En el Atlas de Inundaciones 2024, la Secretaría del Agua del Estado de México, se recuerda que existen factores que detonan o hacen que las lluvias provoquen inundaciones, entre los cales resaltan el relieve del suelo que provocan que el agua de la lluvia se acumule hacia las zonas más bajas; el clima, pues en las zonas con clima tropical es más común que se presenten lluvias de gran duración, y la inadecuada disposición de la basura que generamos y tiramos en los márgenes de los ríos y las aceras de las calles, lo que provoca que se disminuya la capacidad de los colectores naturales, como los ríos, y artificiales, como las alcantarillas y drenajes, etcétera, provocando que el agua se desborde y se provoque la inundación, como en el municipio de Chalco, donde vecinos de varias colonias vivieron entre aguas negras durante 36 días.
Foto: Especial Acta Semanal.
Sección: Medio Ambiente |
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