CUANDO ME MIRAS ®
Daniel Cortez
Han sido tantas veces que me desmorono en tus manos que hay ocasiones donde pareciera que me erosiono en lágrimas, y no es así. Me haces encontrar la parte fértil de mi campo, siempre con la pasión que produces en los ojos, haciendo veredas en caricias, mordidas y rasguños, encontrando cascadas en los vértices de la piel, ríos que se desbordan al alcanzar el esplendor cuando me miras en un último quejido.
Somos tú y yo tocando un concierto, quizá un violín llevando el ritmo de las caderas mojando la realidad, haciendo de esta un sueño. Pasar de lo tierno a lo duro del momento, descubrir notas con tanta perversión que parecen poesía, esa que se vuelca a los oídos y causa movimiento en las zonas en las cuales la humedad se hace presente.
Nos faltan posiciones para que el sudor sea un mar en mi tierra, hay tantos textos que explican que para hacer una hoguera se necesita fuego en los brazos, cuando lo tuyo y lo mío es hacer barro, jugar a crear vida mientras nuestras piernas tiemblan en el lenguaje que hablan los labios mientras la lengua los toca.
Quizá nos ha faltado estar sentados de frente y disfrutar del abrazo eterno mientras mis muslos sostienen tu silueta, darnos un beso tierno cuando el vaivén acelera el ritmo, sentir como lo cálido de dos cuerpos transpirando le ganan al clima de afuera, aunque los dos tengan un rastro de rocío.
La verdad es que no carecemos de nada, nos derramamos en el aroma, en la piel, en la boca, aramos la tierra prohibida con los dedos, bebemos la suficiente saliva para no morir de sed, es tan fuerte el sentimiento que quedan huellas de las batallas, de lo voraz de los encuentros, en el que dos cuerpos hacen de los gemidos una sinfonía.