¿Qué Enseña Hannah Arendt Sobre RegímenesTotalitaristas?
Lucio Ramírez Medina
Un gobernante que ejerce el totalitarismo se caracteriza por mostrar, al mismo tiempo, un abuso monstruoso del poder, y la imagen paternalista con el deseo de hacer “feliz” a su pueblo, garantizado seguridad, salud y prosperidad, lo cual le sirve para justificar y legitimar las represalias contra los grupos que obstaculizan el camino a un futuro radiante. Hannah Arendt estudia y desenmascara los horrores de este tipo de regímenes de gobierno.
La filósofa alemana advierte que el objetivo del totalitarismo es destruir las tradiciones social y político-jurídico del país, sustituir el sistema de partidos políticos por un movimiento de masas o partido único, la creación de una policía secretea, el adoctrinamiento de soldados políticos y el control total de los medios de comunicación para establecer una propaganda totalitaria que diluya las fronteras conceptuales entre revolucionario y conservador; derechista e izquierdista, cancelar la libertad individual y aniquilar la persona jurídica y moral.
“El arte de acumular el poder sin poseer los instrumentos del poder (…) No son los efímeros sucesos de la demagogia que conquistan las masas, sino la realidad y la fuerza visible de una organización viviente”, advierte Hannah Arendt al explicar que el totalitarismo representa una ruptura completa entre las formas legales e ilegales de gobierno y entre el poder legítimo e ilegítimo, lo que no le impide obtener el material para construir su propia ideología, sus métodos de gobierno y sus instituciones sobre las ideas, instituciones y formas del poder que heredó, ya que se caracteriza por una ruptura radical con los fenómenos sociales anteriores.
Así pues, la meta suprema del totalitarismo es la organización de las masas, no de los grupos o clases sociales, cuyos intereses se expresan en los partidos políticos tradicionales, dado que las masas son indiferentes y no desean ser integradas en ninguna organización basada en el interés común, tales como los partidos políticos, los sindicatos o las agrupaciones profesionales.
Para Hannah Arendt, los gobiernos totalitarios, al igual que todas las tiranías, no pueden existir sin destruir el terreno público de la vida; sin destruir o aislar a las personas en sus capacidades políticas. Destruyen la vida privada porque se basan en la soledad, en la pérdida del sentido de pertenencia comunitaria de la gente.
*Licenciado y Maestro en Periodismo
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